Georges Méliès, el fabricante de sueños

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Juan Ángel Juristo

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Fotograma de 'viaje a la luna', la obra más famosa de Georges Méliès. / CaixaForum

Quién se acerque a Madrid este mes de agosto podrá disfrutar de una de esas exposiciones que por agradables e insólitas son de agradecer. Me refiero a la que bajo el título de Georges Méliés. La magia del cine, se muestra hasta el 8 de diciembre en la sede madrileña de CaixaForum, y que reúne 418 piezas pertenecientes al pionero del cine, procedentes de la Cinémathèque Française, entidad que es la encargada de velar por el patrimonio del cine francés y lleva años recopilando todo lo que queda del legado del cineasta. La muestra es enorme, antológica, variada, y se puede contemplar vestuario original de la época, maquetas para los decorados, linternas de proyección, cámaras y artilugios que el propio Georges Méliés construyó para dar vida a esa fábrica de sueños, fantasías y magia en que convirtió ese nuevo invento llamado cinematógrafo.

La muestra es deliciosa y es de imaginar que tendrá el mismo éxito de público que en Barcelona, donde se ha expuesto en la sede central de la Fundación. Por lo pronto es un festival de cine en toda regla: hay que tener en cuenta que se proyectan 21 películas de Méliès, entre ellas aquella que le lanzó  a la leyenda desde 1902, Viaje  a la luna, donde uno de los fotogramas, el del cohete impactando en el ojo de la Luna, es uno de los símbolos imprescindibles de la historia del cine.

A pesar del éxito que tuvo en los años que median hasta la Gran Guerra, el incendio de su taller donde confeccionaba y daba vida a esas fantasías que subyugaban al público y las nuevas tecnologías, que implicaron un nuevo modo de mirar, hicieron que Méliès se precipitara a la ruina y alquiló un chiringuito en la Estación de Montparnasse donde vendía chucherías hasta que un periodista le reconoció en la estación y le recuperó para la memoria y la leyenda, que fue creciendo con los años hasta su muerte en 1938. A partir de entonces su reconocimiento como uno  de los padres fundadores del cine y su genio ha llegado hasta la adoración. Tanta, que Laurent Mannoni, comisario de la muestra, comentó el día de la inauguración, la semana pasada, que Méliès llegó a realizar unas 500 películas, de las que la Cinémathèque conserva un poco más de la mitad, lo que se considera un legado fastuoso después de la dispersión de su legado pero confía en que sigan apareciendo cosas nuevas porque a lo largo de estos últimos años han logrado recuperar piezas que se creían perdidas.

Entre estos objetos destaca, por su entrañable diseño y presentación, el kinetograf, un proyector de películas de 35 milímetros, así como una de las primeras cámaras de cine, que data de 1896, probablemente similar a la que utilizó para filmar La nuit terrible, de la que se muestran 121 fotogramas de una secuencia de esta película, así como vestuarios de algunas de sus idealizaciones casi teatrales, en realidad son figurines al modo de los del teatro o de la ópera, y alguna de las maquetas, lo que da  la exposición un cierto aire arqueológico, del estudio donde rodaba las películas que le otorgaron fama y admiración.

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Georges Méliès, en 1985, a los 34 años de edad. / La Cinématèque français-CaixaForum

Entrar en lo que ofrece esta muestra es pasearse no sólo por la infancia del cine, como quiere el tópico, sino por toda infancia pues pertenece plenamente al rasgo arqueológico de ese arte que inauguró el siglo XX. Méliès fue un genio del atisbo tecnológico moderno, como lo fueron respecto a la fotografía gentes como Lewis Carroll y Emile Zola, pero no pudo con la revolución en las costumbres que supone una guerra, Méliès fue una quiebra en el arte, gracias  a la perpetuación de la fantasmagorías contenidas en los panoramas, y realizó un salto mortal respecto a las artes que quiso dejar atrás que le supuso la caída prevista en el mito de Ícaro.

Esto se percibe con rotundidad recorriendo los espacios que Caixa Forum nos ofrece respecto a este método del ilusionismo en movimiento. Quizá el mayor logro en estas ambientaciones esté en el conseguido con la  que han realizado de la película Viaje  a la luna, la más popular de su autor. Es entrar ahí y darse cuenta de que estamos viendo las tripas del truco. Lejos, sin embargo de experimentar una desilusión, la cosa posee la virtud del encandile, y es que si algo nos describe esta exposición, ya digo, es nuestra infancia, la necesidad terrible y tiránica de vivir la ilusión, de una u otra manera, Méliès fue un genio de esa ilusión y la ofreció a espuertas a la sociedad de finales de siglo que vivía sus fantasmagorías Belle Époque con una mezcla sorprendente de decadentismo e impulso por las nuevas tecnologías.

Y Méliès representa en el mundo del cine punto por punto todo aquel imaginario. La muestra se ha dividido en tres partes, cine-concierto, ciclo de conferencias y el concurso Participa Méliès, donde se invita a los participantes a realizar y mostrar sus propios vídeos. Esta división está estructurada siguiendo ese imaginario trazado por el propio Méliès pues hay un aire de fiesta conmemorativa y falso amateurismo que, en el fondo, proyecta nuestro modo de imaginarnos aquel mundo que se quería poseedor de la tecnología punta y ahora se percibe como arqueología.

Ni que decir tiene que en la muestra se proyecta La invención de Hugo, de Martin Scorsese, quizá el homenaje más bello que se ha hecho de la figura de Méliès. Cambien algunas cosas: el chiringuito de chucherías por el de la relojería, los autómatas expuestos en la exposición, nada inquietantes, por la bella figura niquelada de la película, tan inspirada en Metrópolis, de Fritz Lang, y tendremos un retrato veraz de lo que significó Méliès en la historia del cine. Es el homenaje más bello y veraz que se ha hecho de sus últimos años y del imaginario que le impulsó a crear un universo que hoy día se percibe como el camino obligado del teatro de variedades al cine.

Una exposición imprescindible y muy gozosa que no debe ocultar una pregunta que es una reivindicación de sentido común: ¿para cuando una muestra de nuestro Méliès? Me refiero a Segundo de Chomón, aragonés como Luis Buñuel, y uno de nuestros genios más desconocidos. Sería de agradecer.

Información útil.
Vídeo: laCaixa TV

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