Se han cargado a Fátima Báñez

Pascual García

Era viernes por la tarde, o algo así. Creo que estaba tumbado, arrumbado, caído, borracho, en la hamaca de la terraza. Los muy cabrones pasaron por allí, por encima de mi cabeza. Manejaban unas naves espectaculares, enormes. Eran los putos marcianos que venían, por fin. La sensación de que algo grande estaba a punto de pasar me invadía la epidermis y otras partes de mi cuerpo, como la dermis, las orejas y la glotis. Estaban aquí. Habían venido y eran muchos. Sus naves no cabían en el perímetro de mis córneas. Eran un huevo de marcianos y estaban llegando a la ciudad con sus aparatos de 500.000 toneladas, o más, y yo no podía hacer nada porque estaba borracho, tumbado en la hamaca de mi terraza… Durante un segundo me pregunté qué coño querrían, pero enseguida empezaron a usar unos haces de luz verde, azul, blanca… unos haces de luz que mataban a la gente por todos lados, y dejé de preguntármelo.  Joder… Yo estaba vivo en mi terraza y todo dios estaba muriendo a mi alrededor… Así que, como he hecho siempre, decidí no meter ruido, agazaparme y esperar… Llegarían pronto y  me descubrirían. De eso estaba seguro… Y vaya si llegaron. Una especie de tía con tres tetas aterrizó en la terraza … y no me mató… No sé cuántos quedamos ni qué habrá sido de mis amigos, de mi familia… Tampoco sé que a va ser de mí, pero lo que sí sé es que se han cargado a Fátima Báñez, porque la tía de las tres tetas llevaba su cabeza ensartada en un palo cuando se posó en mi terraza.  Y eso que la última EPA no ha ido mal.