Pascual García
– ¿Está Lasquetty?
– ¿De parte de quién?
– Dígale que soy Liborio, el del laboratorio.
– Espere…
– Liborio, ¿cómo va eso?
– Aquí andamos, solucionando los problemas de los parias, como siempre.
– Hay que joderse, Liborio. Me pillas rascándome los muslos con un folleto de la OMS.
– Vaya por Dios… Oye, te llamo porque aquí mismo, al otro lado del mostrador, tengo a un tal Luca Brasi que dice que te va a cortar las pelotas por sinvergüenza.
– ¿Es alto -unos dos metros- y parece un armario ropero?
– Sí. Así es. Exactamente así.
– Bueno, pues ahora, en cuanto cuelgues, le clavas un cuchillo en la mano, ahí mismo, sobre la barra, y que alguno de tus chicos le pase un cable por el cuello y que lo estrangule.
– ¿Mientras se esté muriendo hay que decirle alguna cosa para que sufra más?
– Sí… Dile que con la salud no se juega.
– ¿Y si no se muere?
– Si no se muere, lo matas…
Muy bueno esto, oiga