Lago Titicaca: De placas solares y esterilizaciones forzosas

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Ofelia de Pablo y Javier Zurita (Texto y fotos ©)

Lago_Titicaca_Perú
Una isla de totora en la zona peruana del lago Titicaca. En la cabaña de la derecha se ve uno de los paneles solares 'regalados' a los urus por Fujimori.

El lento pero incesante ronroneo del motor de la barca martillea mis oídos mientras atravesamos el lago navegable más alto del mundo. Son las 5 y media de la mañana en el Lago Titicaca y una luz intensa y pura dibuja cada contorno de un paisaje único. Sus 6.450 kilómetros cuadrados de agua dulce a 3.800 metros de altura confieren un espacio mágico a caballo entre Perú y Bolivia. Poco a poco pequeñas islas flotantes comienzan a poblar el horizonte, son el hogar de los Urus, los indígenas que las habitan desde tiempos inmemoriales.

Los Urus construyen sus islas con totora, un material flotante, que les sirve incluso para poder desplazar la propia isla cuando escasea la pesca. Un maravilloso marco en el que fotografiarse pensarían muchos. También lo pensó hace años Alberto Fujimori, el expresidente peruano, ahora en la cárcel condenado por violaciones de los derechos humanos y que fue acusado de genocidio contra la población indígena de su país. Fujimori se desplazó a esta zona en 2002 y realizó toda una campaña política desde aquí para mostrar al mundo su buena disposición con los indígenas peruanos, uno de los sectores más pobres de la población y más marginados socialmente. Tanto se esmeró el presidente por fortalecer su imagen que llegó a pernoctar en una de las islas de totora, dentro de una cabaña. Cómo despedida final el ex presidente regaló a los indígenas sendas placas solares para que tuvieran electricidad. Hoy se pueden ver estas esculturas energéticas jalonando la entrada de las cabañas como hermosos estandartes que hablan de la ‘amistad’ indígena con el ex presidente.

Lo que no cuentan estos paneles fotovoltaicos es la otra verdad de las bondades del gobierno para con los indígenas. Y es que el gobierno de Fujimori fue acusado de orquestar un plan llamado de ‘sanidad’ entre 1996 y 2000 por el que se obligó a 200.000 mujeres, principalmente indígenas, a someterse a esterilizaciones forzosas sin saber si quiera lo que estaba pasando. Otras fueron forzadas a hacerlo bajo amenazas y algunas más fueron engañadas para someterse a una operación ‘beneficiosa para su salud’ a cambio de alimentos. 18 de ellas murieron. 56 informes oficiales con datos sobre las operaciones, algunas llamadas ‘anticoncepciones quirúrgicas voluntarias’ recopilados por el nuevo Ministerio de Sanidad fueron presentados en el juicio en el que el Congreso peruano acusó a Fujimori de genocidio. El ex presidente fue condenado a 25 años de cárcel por delitos contra la humanidad. El tema de las esterilizaciones forzosas quedó pendiente y ha sido Amnistía Internacional junto a numerosas organizaciones internacionales quienes han vuelto a reclamar que este asunto no quede en el olvido.

Mientras tanto, en la última campaña de la hija de Fujimori, Keyko Fujimori, se pudo volver a ver el denigrante uso político de la imagen indígena que la candidata presidencial mostró sin pudor ante las cámaras. Frente a los medios, la hija de Fujimori volvió a elogiar las maravillosas placas solares que les había regalado su padre en su anterior visita. Quizá no recordó nada de las esterilizaciones, ni de las masacres a campesinos indígenas para robarles la tierra (es más ‘barato’ matarles que negociar con ellos un precio por su propiedad) o alguna que otra particularidad del gobierno de su padre. Eso sí, hablemos de la energía solar que es muy limpia y queda estupenda en las fotos.

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