Los mitos de piedra: del Monument Valley al Gran Cañón del Colorado

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Joaquín Mayordomo (Texto y fotos)

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Una de las vistas del Monument Valley, en Utah (EEUU).

Acercarse a conocer a los mitos suele acarrear decepciones; pero si son de piedra, dada su permanencia y aparente inmutabilidad, es casi seguro que su grandeza y majestuosidad se agrandará ante nosotros. Así ocurre cuando conocemos de cerca catedrales, visitamos museos y sus exclusivas obras de arte, los grandes trabajos de ingeniería como la Torre Eiffel, o accidentes geográficos universales como las cataratas de Iguazú o el Gran Cañón del Colorado.

En un viaje de más de 6.000 kilómetros por los estados de Arizona, Utah, Nevada y California, en los que he visitado media docena de parques naturales, he tenido ocasión de hacer realidad algunos de mis sueños infantiles en relación con los mitos... de piedra.

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Columnas de piedra en las inmediaciones del Gran Cañón del Colorado.

En Monument Valley (El Valle de los Monumentos) situado en la frontera sur del estado de Utah con Arizona, en territorio de la Nación Navajo, las mesetas y majestuosas columnas de piedras y aglomerados, que tantas veces nos han sorprendido al ver las películas del Oeste, he comprobado que existen. ¡Existen de verdad! Allí están varadas en la inmensidad del desierto como herrumbrosos barcos gigantes, abandonados tras una tempestad, o aguardando a que los admiradores del western o de la naturaleza más pura y salvaje acudan a visitarlas. Son columnas y oteros que tienen nombres propios: El Castillo, macizo de más de 300 metros de alto, coronado por almenas; Los Mitones, las Tres Hermanas o la Priora, que alcanza los 245 metros.

Y sólo falta, parece, cuando uno está entregado a su contemplación, que en la quietud de este paisaje en el que el cine plasmó tantos y tantos sueños, pasiones, historias de amor, aventuras y venganzas, aparezcan, revividas, las figuras de John Ford y John Wayne para rodar otra vez, por ejemplo, La Diligencia. Porque aquí se han filmado decenas de películas. Además de la citada, tienen su cuna en este desierto de tierras rojizas y grandes tempestades: Fort Apache, Centauros del Desierto, Pasión de los Fuertes, Easy Rider. O las más recientes 2001 Una Odisea del Espacio (Stanley Kubrick), Thelma y Louise, Misión Imposible II y Regreso al Futuro III.

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El Cañón de Chelly.

Sólo dos detalles más para conocer un poco mejor a este Monument Valley que sí, ha colmado todas mis expectativas. Uno, su origen: esta tierra estuvo bajo el mar hace más de 250 millones de años; posteriormente, los sedimentos depositados en ese lecho marino se elevaron formando una gran meseta. Hace unos 75 millones de años, al retirarse las aguas, la lluvia y el viento empezaron a hacer “su trabajo”. Ahora, apenas quedan esas columnas y oteros que admiramos, que son los sedimentos más sólidos... Según los expertos, estos también desaparecerán si el proceso de erosión sigue su curso; dentro de unos 4 millones de años el Monument Valley volverá a ser una gran planicie desértica, casi infinita. El segundo detalle sobre este paraje increíble, tantas veces inmortalizado en el cine, es que fue un tal Harry Goulding, asentado en la zona, quién, enterado de que Hollywood pensaba rodar una película sobre el lejano Oeste, tomó el paquete de fotografías que tenía de la región y se dirigió a la Meca del Cine para mostrárselas a John Ford. Parece que al director de La Diligencia le convencieron las fotos.

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Equilibrio increíble en una formación de arenisca rojiza del Parque Nacional de los Arcos.

Aún podrían contarse mil y una historia sobre estas columnas de piedra y oteros, sobre la luz que las envuelve y los colores que tiñen el alba y el atardecer de estas tierras, pero el viajero sabe que no puede detenerse demasiado si quiere cumplir con el plan de viaje previsto, y que le llevará al Gran Cañón del Colorado, el Parque Nacional del Bosque Petrificado, el Cañón de Chinle, El Valle de la Muerte, el Parque Nacional de Yósemite o el más cercano al que acabamos de dejar atrás: el Arches National Park (Parque Nacional de Los Arcos), en Moab, Utah. Un parque que tiene más de 2000 arcos naturales de piedra, configurados en todas las formas posibles.

La arenisca rojiza de este parque, sometida a los cinceles del viento y la lluvia durante un tiempo casi infinito, ha ido sembrando el paisaje de figuras increíbles colocadas en equilibrios casi imposibles. También la historia geológica de este parque tiene su antigüedad y misterio como es lógico; pero baste decir que se asentó sobre un “gran almacén” de sal que poco a poco fue diluyéndose.

Y, ya para concluir, un breve recuerdo a ese otro mito de piedra que es el Gran Cañón del Colorado. La verdad es que por mucho que uno haya leído sobre él o haya visto imágenes de cine o de televisión, nunca será suficiente para colmar el deseo de quienes sueñan con acercarse a conocerlo. Una garganta de más de 446 km. de largo, 2.134 metros de profundidad, 18 kilómetros de anchura en algunas zonas, pintado, además, de todos los colores imaginables que puedan ofrecer las rocas y el barro que lo visten, es una de las experiencias más asombrosas que  pueden vivirse.

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Uno de los doscientos arcos que hay en el Arches National Park.
2 Comments
  1. Joe says

    Interesante artículo y fotos preciosas. Dan ganas de ir…

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