Retrato ibérico de moderna factura

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LA GRAN FAMILIA ESPAÑOLA_CProbablemente el género que más abunda en nuestro cine es la comedia, aunque sea con desigual factura. Desde las películas de los añorados Berlanga y Azcona, pasando por el landismo tardofranquista o la comedia de los 80 y 90 de Colomo, Gómez Pereira y Orystrell, junto a las veleidades de Almodóvar o las propuestas radicales de Segura o De la Iglesia, ha ido surgiendo últimamente una serie de jóvenes cineastas que encuentran en este género tan poco agradecido su inspiración.

Entre ellos, Daniel Sánchez Arévalo, aventajado guionista reconvertido en realizador (Azuloscurocasinegro, Primos, Gordos…) cuyas historias reflejan cierto costumbrismo esencial entreverado de conflictos emocionales y de maduración bajo una puesta en escena original y una estética atrevida.

La gran familia española guarda dos paralelismos definitorios bastante evidentes: uno costumbrista y sentimental con La Gran familia, la famosa españolada del 62 protagonizada por Alberto Closas,  y otro formal y dramático con Moonrise Kingdom, esa historia de adolescentes enamorados en un campamento de verano, de Wes Anderson, con la que comparte desde los matices del color hasta el diseño del cartel. Digamos que La gran familia española se mueve entre el clasicismo y la modernidad.

Y precisamente esa dualidad es una de sus virtudes principales, pues es una película española que no lo parece y que nos cuenta una historia nuestra con la mirada de un turista, trazando un boceto de una familia y un país que podría firmar cualquier director de Sundance o Toronto. La otra, su plantel de actores, con Antonio de la Torre y Roberto Álamo en los papeles más ingratos.

El filme nos cuenta la historia de una peculiar familia de cuatro hijos y un padre separado, cuyo benjamín se va a casar con su amor desde el colegio el mismo día que cumple 18 años y que se celebra la final del mundial de fútbol de Sudáfrica, mezclando con acierto humor, drama, ternura y magia en unas tramas basadas en la fidelidad, el crecimiento, la maduración, el amor y el sexo, y rindiendo homenaje al cine clásico y el fútbol.

Aunque conviene advertir que en algunos momentos hay que forzar cierta predisposición para dejarse llevar por los vericuetos de esta original propuesta estética y argumental sin perder el interés,  es una buena oportunidad de ver cine español de correcta factura, ahora que nuestra industria ha vuelto a sufrir un recorte presupuestario que la va a dejar moribunda. Qué se lo digan al visionario de González-Macho, una de cuyas salas imprescindibles, Renoir Cuatro Caminos, cerró el último día de septiembre.

2 Comments
  1. DanielRB says

    Es una buena película aunque el fútbol es más una excusa, en otras comedias tuvo más peso en el argumento, como en estas http://deporadictos.com/la-gran-familia-espanola-y-otras-comedias-agridulces-sobre-futbol/

  2. paceltaslosdeteruel says

    Salvo las dos facturas tan juntas sus comentarios me parecen tan acertados como casi siempre.
    En los Renoir vi El lado oscuro del corazón. En aquel momento me pareció un pestiño. Pero ahora que han pasado 24 años, curiosamente, me lo sigue pareciendo. Sera que soy muy bruto….o no…

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