Un anillo para gobernarlos a todos

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El catedrático Daniel Innerarity posa ante el cartel del Congreso, ayer, poco antes de pronunciar la conferencia inaugural. / Javier Cebollada (Efe)

Analizar desde todos los puntos de vista posibles la cultura en la era digital es lo que se propone el V Congreso Iberoamericano de Cultura que se viene celebrando en Zaragoza desde ayer miércoles, 20, y que acabará el sábado, 23, con un concierto organizado por Radio 3.

En la era de Twitter y la inmediatez de 4 megas, con las fauces de la información omnipresente abiertas de par en par, ofreciendo constantes datos, repitiendo historias con pocas variaciones, en una cinta continua abrumadora de ruido, las posibilidades de ser más listo que nadie se ven amenazadas por la facilidad con que uno se pierde en ese maremágnum de la red.

Así que conviene trazarle unas líneas, más que limitadoras orientadoras, y la persona elegida para esa tarea ha de tener ciertas virtudes. En esto parece estar todo el mundo de acuerdo. Al menos, así lo ve Daniel Innerarity, que ha abierto el congreso con una conferencia sobre La creatividad personal en el territorio digital, los aparatos tecnológicos y el exceso informativo, muy clarificadora, me parece.

El congreso, que es el primero que se celebra en España –los otros fueron en Argentina, Colombia, Brasil y México- reúne un buen número de expertos en la creación, divulgación, formación e industrias digitales de toda Iberoamérica, pero también de Francia, Gran Bretaña e Italia, dispuestos a aclarar conceptos y deshacer malentendidos en la materia.

El esfuerzo por parte del Ministerio de Cultura español y la Secretaría General Iberoamericana con el Ayuntamiento de Zaragoza y la Organización de Estados Iberoamericanos es notable. Un río de ponentes, conferenciantes, miembros de mesas de debate y periodistas fluye junto a un público curioso y preparado que asiste a exposiciones, teatro, danza, talleres, performances, y otros espectáculos, en los que se puede admirar a la actriz argentina, Norma Leandro o reflexionar sobre los Bosques de Luz que exhibe José Manuel Ballester. Todo, entre el Palacio de Congresos, el centro Etopia y el Instituto Aragonés de Arte y Cultura, ente otros sitios. Mucha miga.

Bastante como para perderse, pero nada comparado con lo que ofrece, solamente en materia de cultura, la red de redes. Y no hablemos de las posibilidades que el universo digital pone a sus pies a las mentes creadoras. Un torbellino de artefactos e inspiraciones capaces de malograr el talento haciéndolo naufragar en medio de una galerna de atractivo ruido, vacío de contenido, en muchas ocasiones.

Aquí es donde parece imponerse el anillo que gobierna a los otros poderosos anillos. La persona dotada de la capacidad de filtrar la información para que pase sólo la válida. Aquella persona que sepa manejar el olvido –como ha dicho Innerarity y como dijo Borges también, en alguno de sus poemas- ya que el ordenador no sabe hacer eso. Ni siquiera sabe borrar, mucho menos seleccionar lo que de veras importa entre la inmensidad creciente de información.

En la capacidad de simplificar el mundo se encuentra el reto del futuro digital. Por eso el filósofo vasco sugiere que la profesión del futuro es la de diseñador de la información, la persona que traza líneas limpias de adherencias informativas que no interesan. Es un problema casi metafísico. ¿Qué interesa y qué no? Ahí está la cuestión. De eso va a ir este congreso.

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