Nazis hasta en la sopa

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Una imagen de 'Triumph des Willens', un film de propaganda nazi de 1935. / filmoteca.cat

Con el nuevo año, los viejos fantasmas siguen acomodándose en las primeras filas de la actualidad, en las páginas de los diarios y no digamos en las crestas de los mares de Internet. Resulta que han encontrado en los sótanos del Museo Nacional de Baviera una guillotina que se daba por perdida y que tiene la gracia de haber servido para cortar dos cabezas jóvenes y valientes, las de los hermanos Sophie y Hans Scholl, dos estudiantes que pertenecían al grupo de resistencia contra los nazis Die Weisse Rose  y que tuvieron los relaños de oponerse a los planes de Hitler.

Se creía que el siniestro artefacto había sido arrojado a las aguas del Danubio –unas aguas que han visto pasar muchos cadáveres en su vida- al acabar la guerra, en 1945. Ahora discuten qué hacer con ese arma de castigo, toda vez que su exhibición puede ser aberrante, pero su ocultación podría implicar vergüenza. No es para menos.

En un par de días, hemos sabido también que son más de las que se creían las imágenes grabadas por los soldados ingleses al entrar los campos de exterminio alemanes, particularmente, el de Bergen-Belsen, y que llegaron a las manos de Alfred Hitchcock, quien se propuso -atendiendo a la llamada de su amigo Sydney Bernstein- mostrar al mundo los horrores nazis.

De hecho, parte del trabajo de Hitchcock pudo verse en el festival de Berlín de 1984, después de que un investigador descubriera las cintas, seis en total, en los archivos del Museo Imperial de Guerra inglés. En todo caso, la película que no se ha visto completa aún, está siendo restaurada por expertos para proyectarla al público cuando acabe este año recién estrenado.

Dicen que el director de Frenesí (1972), especialista en películas de cierto sadismo, quedó estupefacto al ver esas cintas, en 1945, hasta el punto de pasarse unos días sin entrar en los estudios de cine. Dicen también que la cinta entera es de difícil digestión porque algunas imágenes producen algo más que espanto. Recuerdo, a propósito, la reflexión del crítico George Steiner sobre cómo, tras el holocausto, el lenguaje ha perdido su valor primigenio, las palabras no significan nada ante el horror que produce semejante conducta. Pero Steiner me parece equivocado. Lenguaje y humano son conceptos que irán unidos siempre para bien y para mal.

Además, la Filmoteca de Cataluña, haciendo gala de un valor notable, está ofreciendo un ciclo de películas de propaganda nazi que durará hasta el 19 de enero, en el que se están viendo documentales y films de exaltación de la raza aria y desprecio de judíos y demás linajes, gitanos o gentes del sur, en general, entre las que nos encontramos nosotros, queridos lectores.

He tenido ocasión de ver muchos documentales de propaganda postbélica norteamericana, en las clases de política a las que asistí en la Universidad de Toledo, Ohio. No creo que los nazis sean muy diferentes en la forma y en la intensidad. El contenido, sin embargo -aunque a cualquier propaganda se le puedan objetar muchos abusos-, no tiene posible parangón.

Por si los horrores del pasado no fueran suficientes, resulta que en Francia un humorista muy seguido por la población de origen musulmán, Dieudonné M’bala M’bala, -de padre camerunés- ha puesto de moda un gesto que es interpretado como antisemita por parte de la población y por el ministro de Interior, Manuel Valls. El saludo, una variante del nazi, podría considerarse, ha cundido entre el público seguidor, hasta el punto de que un futbolista de moda, Nicolas Anelka, un bello ejemplar de brillante piel negra, que juega en el club británico West Bromwich Albion, lo exhibió en un partido hace poco.

El cómico Dieudonné, por lo visto, hace poco aludió a las cámaras de gas nazis cuando hablaba de un periodista judío, Patrick Cohen, como una lástima de ocasión perdida. Inevitable pensar lo que durarían tanto Anelka como Dieudonné no ya en la sala de espera de los SS, sino en cualquier fiestecita de los neonazis actuales. Y, desde luego, no sólo alemanes.

Es una tentación al parecer irresistible sentirse superior al otro, aunque se sea más feo o más tonto. Está en la condición humana y es sabido mundialmente que no tiene remedio. Sólo cabe la vigilancia para que no sigan pasando las cosas que pasan: que Alemania e Inglaterra hayan levantado barreras a los inmigrantes rumanos y búlgaros, por ejemplo. Que en Bélgica se ejecuten expulsiones de ciudadanos de la Unión, españoles incluídos, por ejemplo. Que la crisis esté produciendo desconfianza y miedo, en parte, alimentado por los medios de comunicación más afectos a aquellos a los que conviene sembrar el pánico entre la población, todo eso recuerda algún principio de desastre. Así que conviene estar ojo avizor, como lo están los vecinos del barrio burgalés de Gamonal, y tomarse la molestia de defender lo que es justo y humano.

6 Comments
  1. juanjo says

    Y la manifestación del sábado pasado en Bilbao ¿qué?.

  2. Elvira Huelbes says

    Pues, por eso mismo, juanjo; razón llevas.

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