Hay dos exposiciones fotográficas en Madrid que reflejan un mismo espíritu pero con visiones radicalmente distintas, la de Óscar Collazos en Madrid off, un recorrido por edificios en ruinas madrileños, y esta enorme y magnífica muestra de 245 fotografías en blanco y negro de Sebastiao Salgado, Génesis, que estará entre nosotros en CaixaForum hasta el 4 de mayo. El libro, editado por Taschen, se vende a modo de catálogo en la sede y, por otro lado, La Fábrica acaba de publicar De mi tierra a la Tierra, una especie de memorias del fotógrafo y que en cierta manera, ya desde el título, resume lo que el espectador se va a encontrar en Génesis, un canto de esperanza a la regeneración del mundo.
Para Salgado esta muestra ha sido un renacer después de que, tras Éxodos, editado en 2000, viera tanto sufrimiento sobre todo en África, que incluso decidió no volver a tocar la fotografia. Por suerte su mujer le ayudó comprando una tierra devastada en Brasil y allí, poco a poco, volvieron a plantar flora originaria que rebrotó. Para Salgado aquello fue una metáfora de su propio destino, y, por ende, de lo que se podía esperar: si la tierra regeneraba había que dejar constancia de ello. Génesis es el resultado, “una carta de amor a la Tierra”, como él mismo afirma, realizado en 32 viajes que le llevaron por todo el globo, Alaska, Siberia, Las Galápagos, Ruanda, el Congo... y fotografiando volcanes, desiertos, océanos, glaciares, pueblos indígenas, los últimos... hasta que en 2012 dio por finalizada esta serie porque se dio cuenta de que ya se había descubierto de nuevo a sí mismo.
Génesis es un libro de imágenes impactantes que este Premio Príncipe de Asturias que estuvo en la agencia Magnum hasta 1994 en que fundó su propia agencia, la Amazonas Images, y cuyos originales han recorrido el mundo en muchas ciudades en vocación itinerante: Sao Paulo, Londres, París, Lausana... y ahora Madrid, cuya muestra, inaugurada esta semana pasada se está convirtiendo en todo un fenómeno. Sebastiao Salgado es fotógrafo que llega al corazón de la gente. La belleza de sus instantáneas, poco barrocas, muy desnudas, mantienen una intensidad dramática que el público le devuelve con creces. Salgado es uno de los fotógrafos más populares del mundo y la fascinación que produce quizá se deba a que en cierto modo el público siente una desnudez esencial ante la condición humana despojada de retóricas al uso. Sebastiao Salgado es fotógrafo en cuyas instantáneas el público intuye la verdad. No es poco.
Estos viajes han permitido a Salgado saber cosas que creía inverosímiles, como que casi la mitad del Planeta se mantiene como en los tiempos del Génesis, intacta, lo que alimenta una tensión dramática en la muestra ya que lo fotografiado no es solo un residuo, como podíamos pensar, sino que ocupa gran parte de nuestro planeta y para Salgado, cuya exposición no es una advertencia ni un aviso sino sólo una constatación, esa mitad intacta nos dice claramente que es aquello que debemos preservar.
La naturaleza no se nos presenta en blanco y negro pero Salgado ha querido fotografiarla así porque piensa que ofrece un tipo de abstracción y que de todas formas en las gamas de grises, que es casi infinita, el público, inconscientemente, plasma colores. Y ello le parece que es la gran aportación que el espectador ofrece a la muestra, enriqueciéndola, de tal manera que una mitad de la exposición estaría hecha por Salgado y la otra mitad por el público que completaría aquello que se le ofrece.
Sebastiao Salgado es un fotógrafo que pasa por ser de izquierdas, pero el mismo no se ha cansado de afirmar que esa etiqueta es una simplificación y que él, que era hombre que venía de una tradición libertaria, de lucha contra la opresión, con una formación de economista, cuando se hizo fotógrafo lo único que ocurrió fue que esa manera de ver el mundo se adentró en aquello que reflejaba en su cámara, pero muy lejos de planteamientos de aplicar plantillas ideológicas a lo fotografiado.
La exposición es excelente, de lo mejor que puede contemplarse ahora en Madrid, y representa, además, una muestra excelente de la evolución de este artista que a su más de setenta años todavía está planteándose realizar una serie de fotografías de las tribus amazónicas de su país porque considera que aún tiene fuerzas para ello y que lo hará, claro esta, en blanco y negro, ya que considera que no se siente a gusto con las experimentaciones con el color aunque sabe de muchos colegas suyos que son verdaderos fenómenos en ello.
Génesis está dividida en varios apartados según climas y latitudes: Las tierras del Norte... Alaska y la meseta del Colorado; La Amazonia y el pantanal; La Antártida y los confines del Sur... y aunque las fotos son en blanco y negro se aprecian gamas significativas: gris claro para las zomas más frías, gris oscuro para el verde profundo de la selva amazónica...
Tiene razón Salgado. Las gamas de gris son infinitas... como una metáfora de los avatares de la vida. Merece la pena acercarse a ver esta muestra. Actúa a modo de expiación. Es un revulsivo. Esta vez amable y esperanzador.