Esta es la tercera novela de Luis García Montero, escritor que se ha caracterizado por incurrir en la poesía y en el ensayo, hasta el punto de ser referente de su generación y representante de una tendencia estética que se llamó “poesía de la experiencia”, aunque emplea la narración como medio de elucidar problemas que considera deben extenderse en un argumento: así, en 2009 publicó Mañana no será lo que Dios quiera, narración basada en la vida de Ángel González y que es homenaje a quien admira como poeta y amigo, y, más tarde, en 2012, No me cuentes tu vida, donde reflexiona, a través de tres generaciones, sobre la reciente historia de España, amén de un libro sobre su infancia, Luna del sur y algún que otro cuento disperso en alguna antología, como Las mudanzas de Rorschach.
Alguien dice tu nombre, publicada por Alfaguara, podría ser definida como una novela de corte sentimental pero por vía vicaria. La novela está ambientada en la Granada de 1963, cuando García Montero tenía 5 años, pero algunas experiencias de su protagonista León Egea, le vienen de su amigo, el cantante Miguel Ríos, el protagonista tiene la misma edad que tendría Ríos en aquel año, y de Joaquín Sabina, amigos con los que ha contrastado ciertos pasajes de la novela y ha recibido plácet.
Tengo para mí que la intención de García Montero al escribir esta novela era múltiple: desde luego evocar una ciudad, Granada, que es la de su infancia y juventud; desde luego, dar cuenta de una España cuyo tópico más usado es decir que era en blanco y negro, una España que apenas había salido de la autarquía y de la plena miseria para esbozar una tímida recuperación económica, es decir, dar cuenta de una situación de frontera y hacerlo desde ciertas amenazas dictatoriales pero también desde el lado de la esperanza, que como bien decía Dante es lo que nos separa del Infierno, y, desde luego, rendir un homenaje a la educación y la cultura. En este sentido bien puede afirmarse que si comparamos la situación de nuestra España en crisis con aquella,parece que el autor se haya decantado por describir una tímida esperanza y que la comparación con nuestros días reside en que, ahora, esa supuesta esperanza tendría que dirimirse en lo cultura, en el respeto al maestro, que es precisamente lo que más llama la atención respecto a su carencia. Alguien dice tu nombre sería pues, una narración de corte sentimental y por vía vicaria, sí, pero también una narración de corte eminentemente didáctico: a nadie se le escapa la comparación con la situación actual, y precisamente no tanto en lo que las une por cuanto las separa.
El libro ya digo, es un homenaje. Un homenaje a aquellos años, en que se vislumbraba la luz al final del túnel, y ello está realizado con un gran poder de exaltación de la memoria, que tan bien se le da a Luís García Montero También, en ese poder de evocación, la descripción pormenorizada de una ciudad que el autor ama como ninguna otra y que en la novela puede reconstruirse en sus mínimos detalles, sobre todo en estos. En tal sentido mientras leía la narración, parecía estar asistiendo a una revalorización del espíritu que animó a Joyce a escribir Dublineses, no tanto Ulises, que es ya otra cosa. Hay, entonces, evocación de una ciudad ya ida, alojamiento de una intensa melancolía y lugar por donde el individuo suele fijar la memoria de su infancia. Ya lo dijo Julien Gracq y nunca terminaremos de aprender: el corazón de una ciudad cambia más deprisa que el corazón de un hombre. Luís García Montero ha querido apresar ese corazón de la ciudad, la que perteneció a su infancia. Es una manera de recuperar el tiempo ido aunque seamos conscientes de la imposibilidad de llevar a buen término la cosa.
La evocación lleva también, sobre todo, a rendir cuentas del amor. En este sentido la novela de educación sentimental que es ésta se abre al eterno modo de conocer en la juventud, que es mediante la experiencia amorosa, epítome de lo sentimental. En este sentido la novela aporta querencia y continuidad al tema clásico: el enamoramiento como aprendizaje pasa necesariamente por caer en brazos de una mujer mayor. Es lo que hace Egea mientras vende libros de la editorial Universo por Granada para ganarse la vida ese verano: vender libros de esa manera es no sólo la única opción que tenía la clase obrera de acceder a la cultura, sino que es también el modo idóneo de atisbar, de saber de las personas, tan variadas, y, de paso, desentrañar los rincones más íntimos de la ciudad, las casas. Metáfora adecuada, pues es lo único que de verdad ignora el turista porque no puede ser, además de otra manera. La ciudad sólo es susceptible de ser conocida cuando se accede a su intimidad, que son las casas.
Egea vende libros mientras estudia Filosofía y Letras. Esta novela es un bello homenaje a la cultura, pero sobre todo a la literatura. García Montero parece haber aprovechado la ocasión para rendir homenaje a sus amigos y a escritores que le han ayudado a formarse, desde Juan Ramón y el mismo Campoamor pasando por Galdós, y, desde luego, Gil de Biedma, Ángel González, José Manuel Caballero Bonald...
Luís García Montero ha escrito desde la óptica de lo que los alemanes llamaron Bildungroman, es decir, novela de iniciación. Es un bello libro, evocador, con un estilo proclive al humor y a la ternura. Merece la pena acercarse a sus páginas.