El Diccionario de los 300 años  

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El nuevo Diccionario ya está en librerías
El nuevo Diccionario de la Real Academia Española ya está a la venta en las librerías / rae.es

Todos hablan de ello, así que no vamos a ser menos nosotros: la Real Academia Española acaba de sacar al mundo la edición vigésimo tercera del Diccionario, que corona la celebración del trescientos aniversario de la Casa. Es el resultado de años de trabajo disciplinado durante los cuales los académicos han revisado y limpiado términos y conceptos que necesitaban reparación, han fumigado fantasmas y han incorporado nuevas formas expresivas acordes con la tecnología que se ha colado en nuestras vidas de manera aparentemente irremediable: tuitear, wifi, intranet, red social, bloguero, chat, pantallazo, hacker…

A la RAE no se le caen los anillos por incorporar vocablos ingleses a la vista de la facilidad con que todo el mundo los usa y pronuncia, aunque en inglés la mayoría siga estando algo pez. Así que aquellas discusiones antediluvianas de si se podía usar container cuando existe la palabra contenedor que significa lo mismo, han pasado a otro puerto: quad, spa, impasse… podrán escribirse y pronunciarse sin temor a patear el idioma de las Españas. En total, 2.500 páginas apretadas en una tirada inicial de 100.000 ejemplares, a 99 euritos ejemplar, publicado por Espasa. En América, se edita en dos tomos, a 70 euros.

Esta edición contiene su mayor logro, no ya en la inclusión de miles de palabras nuevas –93.111 frente a las 88.432 de la edición anterior, de 2001-, sino en el hecho de que un diez por ciento de todas ellas provienen de los países americanos de habla hispana, a través de la Asociación de Academias de la Lengua Española, 22 en total, que se unen así en el esfuerzo de unificar el buen uso del idioma más internacional del mundo, después del inglés.

De modo que podremos incorporar palabras como amigovio, como dicen en Argentina, México, Uruguay y Paraguay, para tirar por el camino del medio, cuando no se quiera hablar sólo de amigo o sólo de novio. Bíper, para denominar al contestador automático, como dicen en Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá y Puerto Rico. O llamar lonchera al túper donde se guarda la merienda. O cajonear, para expresar el archivo negligente de una gestión.

Naturalmente, hay voces que siguen dando pasto a las discusiones más o menos acaloradas, a pesar de que los académicos han eliminado algunas que resultaban vejatorias o inadecuadas para el mundo moderno. Es el caso del adjetivo “femenino” aplicado a hombre “apocado, falto de coraje, pusilánime o medroso”, cuando a estas alturas, se sabe que también puede ser femenino un hombre que tenga cualidades tradicionalmente consideradas femeninas, no sólo presuntos defectos femeninos. O sea: “delicado, compasivo, cuidadoso, sensible”, que es lo que ahora se entiende como hombre femenino. Aquí da la impresión de que la Academia sufre la influencia de la falta de finezza que caracteriza en ocasiones a nuestro paisanaje.

Por el momento, el DRAE seguirá editándose en papel, compartiendo así su uso con la versión electrónica, vía internet, establecida desde 2003 y que sólo en el mes de septiembre pasado atendió a más de 43 millones de consultas. Darío Villanueva, secretario de la RAE, cree que aún hay mucho que discutir sobre si será el formato electrónico el único que quede en ediciones venideras. Por lo pronto, la versión digital del nuevo Diccionario estará disponible en tres meses.

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