Valor y rendimiento

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Cartel de la película 'El capital humano'

Digamos de antemano que las películas del director italiano Paolo Virzì nos gustan mucho. Hasta ahora habíamos tenido la suerte de ver Caterina se va a Roma –en un lejano festival de cine de San Sebastián– y Prima cosa bella –en un pase de la televisión pública–, dos retratos costumbristas con humor y cierta melancolía, la primera con un trasfondo político y la segunda más intimista, pero ambas con un toque de elegancia y buena factura que no es fácil de encontrar.

Pues bien, ahora se acaba de estrenar en España El capital humano, un relato descarnado, limpio y sincero sobre la sociedad italiana y sus contradicciones, centrado en dos familias unidas por el noviazgo de los hijos, que acuden a la misma escuela: una de ellas, acaudalada, maneja un exitoso fondo de inversión, la otra es gente corriente de la burguesía urbana que tiene sus expectativas. Un accidente inesperado pondrá a todos los protagonistas ante el espejo de la lealtad, la ambición y la culpa.

Paolo Virzì, que también es coguionista, ha trabado una interesante crónica social con argumento de thriller utilizando un formato original para urdir la trama, ensamblando la acción en cuatro capítulos completivos (Dino, Carla, Serena y El capital humano) que muestran los hechos desde el punto de vista de los distintos personajes, al estilo de Rashomon de Kurosawa, y de tantas películas posteriores (Pulp Ficción, Crash…) De esta manera el espectador va conociendo la generalidad de los hechos antes que los personajes, aunque el desenlace se guarde hasta el final.

Virzì ha trasladado la acción de la novela homónima de Stephen Amidon, en la que está basada la cinta, desde el noreste de EEUU a las afueras de Milán, dotando a la historia de un componente europeo y cercano que sirve para enlazar el argumento dramático y social con la crisis que ha afectado y atenaza, no solo a los famosos PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) sino a otros países de nuestro entorno, y sobre todo a sus habitantes, quienes durante mucho tiempo han confundido en sus vidas el valor y el rendimiento. Aprovechando esta frase, permítaseme una digresión: leo con estupor que la construcción vuelve a ser el motor de la generación de empleo.

Volviendo a las películas de verdad, esta estructura original que hemos mencionado y su buen hacer en el guión y la realización permiten a Virzì diseccionar despacio, con sutileza y humor, toda una galería de personajes vacuos, arribistas y aparentemente felices en cuyo entorno flota un eterno sentimiento de insatisfacción a pesar de las apariencias. Sólo se salvan los muertos, los jóvenes y los locos. Qué paradoja.

La espléndida labor de los actores protagonistas, especialmente de Valeria Bruni y Fabrizio Bentivoglio, completan un trabajo cinematográfico excelente levantado sobre una narración extraordinaria que caricaturiza –o retrata– la espesura moral de parte de la sociedad italiana y que guarda cierto paralelismo con la mencionada al principio Caterina se va Roma.

Surtsey Films (YouTube)

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