Las armas de mujer de Lope de Vega

1
Lope_de_Vega_Mujeres_y_Criados
Ana Villa, Emilio Buale y Lucía Quintana, en el cartel promocional de la obra. / Javier Naval (teatroespanol.es)

Alejandro García Ready, investigador del Grupo ProLope de la Universidad Autónoma de Barcelona y profesor de la Universidad neoyorkina de Siracusa, identificó el año pasado en la Biblioteca Nacional de Madrid un texto de teatro de Lope de Vega que se creía perdido, Mujeres y criados. Lo editó Gredos y el día 3o de abril se estrenó después de 400 años en el teatro para el que probablemente fue escrito, el Español. El estreno mundial tuvo mucho de acontecimiento y por allí se dejaron ver autores de teatro, atisbé a Ignacio Amestoy, actores como Pepe Martín, y algún que otro exministro, como Alberto Ruiz Gallardón, amén de algunos miembros del Ayuntamiento madrileño, ya que el responsable de cultura, Pedro del Corral, se denodó en esfuerzos para que el Consistorio se implicara y se lograra montar la obra.

Los responsables de la representación fueron el Rakatá Teatro, que llevan más de una década especializados en montar obras clásicas, desde Shakespeare a Tirso de Molina y Lope de Vega, de quien han realizado montajes de Fuenteovejuna y El perro del hortelano, todo ello en colaboración con el director británico Laurence Boswell, que ha realizado también el de este Mujeres y criados. Es una compañía muy vinculada, por colaboraciones estrechas, con ProLope y la Fundación Siglo de Oro.

Era cosa cantada que serían ellos los responsables del estreno mundial de nuestro dramaturgo, que está conociendo un auge impensable hace años en Inglaterra, y los directores Rodrigo Arribas y Laurence Boswell han sido muy cautos a la hora de plantearse la representación pues si bien es verdad que no había referentes de esta obra, se supone que se representó en Barcelona, lo cierto es que Lope es autor que no ofrece especiales esfuerzos de representación, habida cuenta de que esta obra, una comedia de enredo un tanto frenética, como todas las de Lope, deja que los actores se dejen llevar muy bien por el texto, un cúmulo de romances, redondillas, tercetos encadenados, endecasílabos y sextetos muy bien trabados y que delatan a las claras que nos encontramos ante una obra de madurez de su autor.

Ya digo. Se supone que Pedro Valdés, el empresario que representaba a Lope, paseó la obra por Toledo, Valladolid, Aragón, Andalucía, hasta recalar en Barcelona en 1631 para desaparecer hasta el año 2014 y este miércoles tuvimos la oportunidad de ver rescucitar a un clásico con un público tan distinto al de la última vez que se representó que dudo que muchos entedieran todo esto de juntar criados y mujeres de abolengo en amalgama de clara reivindicación social. En realidad no era así, pero en la obra no queda bien explicado este salto. De esta manera vemos como los criados del conde se casan con mujeres de alcurnia y son sancionados por el señor mismo que, además, pretendía a una de ellas. Dicho así el anacronismo toma visos de delirio, pero si atendemos a que estos llamados criados eran secretarios y camareros del señor y, por supuesto, hidalgos, el anacronismo se difumina y la rabieta social se atempera. De hecho, no podía esperarse menos, la obra está dentro de los estrictos cánones de la época y mantiene una frescura que la compañía ha sabido utilizar a su favor en adaptación sugerente de Alejandro García Reidy, Rodrigo Arribas y Jesús Puente, una frescura que semeja a veces una comedia disparatada, por lo frenética, del mejor Howard Hawks, y que la hace muy moderna, muy apreciada por el público actual. Dicho esto, la transgresión está ausente en lo referente a costumbres y el texto, lo más delicioso de la obra, se abre a multitud de guiños, como la exaltación de los versos de Garcilaso: Lope era un autor que supo manejar como pocos los resortes teatrales y para él una comedia de enredo de madeja casi inextricable en los dos primeros actos, que luego se resuelve en el acto tercero como por arte de ensalmo, no tenía secretos ni dificultad alguna y, por si fuera poco, trufa los versos con referencias muy buscadas, atinadas y que harían las delicias del público de su tiempo. Aún las hace.

Los actores están soberbios, Pablo Vázquez en el papel del Conde Próspero, Javier Collado como Claridán, Emilio Buade como Riselo, Julio Hidalgo como Teodoro, el enorme Jorge Gurpegui como Martes, Lucía Quintana como Violante, Alejandra Mayo como Inés, estupenda, y Jesús Teyssiere como Don Pedro, y Ana Villa como Luciana, y el recitado se deja llevar aunque a veces noté cierto empaste en el que no suele incurrir la joven Compañía de Teatro Clasico, pero la velocidad en la dicción produce ciertas distorsiones casi inevitables y, repito, la obra no da respiro, por lo que estas distorsiones apenas se notan y ya enseguida estamos inmersos en la acción, donde los actores entran y salen a escena a veces sin que parezca mediar pausa.

La comedia, por tanto, es la clásica de enredo pero se inscribe dentro de la llamada comedia urbana, es decir, una comedia que no tenía lugar en la corte, sino en plazas, casas de nobles y de hidalgos, lo que la hace menos sujeta a los estrictos cánones del momento, más suelta, más flexible, con indicaciones sobre la sociedad de la época muy interesantes, como el brebaje que el padre hace tomar a sus dos hijas en pos de su salud, lo que correspondería ahora a un obseso por la alimentación sana y ecológica.

A pesar de muchas dificultades, como la indiferencia mostrada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Ministerio de Cultura, se logró estrenar en primicia mundial una obra perdida de Lope de Vega. ¿Qué hubiera pasado en Inglaterra si descubren una inédita de Shakespeare o Marlowe?

Leave A Reply