Max Aub, ese olvidado autor republicano

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Los actores de 'Tengo tantas personalidades...', en una imagen promocional. / mataderomadrid.org

No tuvo suerte Max Aub en España, el país que eligió como su patria a pesar de tener cuatro pasaportes. Autor, junto a Andre Malraux, de la versión cinematográfica de L´Espoir, autor de la serie de novelas sobre la guerra civil, los Campos..., digna continuación de los Episodios Nacionales, de Pérez Galdós, de un libro de memorias esencial para entender los entresijos del desarraigo de un exiliado a su regreso, La gallina ciega, de su labor fundamental para el regreso del Guernica a España, de ser, antes de Fake, de Orson Welles, creador de una novela, Josep Torres Campalans, donde da vida a un personaje ficticio inventado por él y del que aportó pruebas incluso de cuadros suyos hasta el punto de que hubo escritores españoles que aseguraron haber conocido a dicho artista, de ser un autor de teatro bastante digno y al que se le negaron estrenos en su propio país, de ser una de las grandes figuras literarias del exilio republicano, de que incluso se inauguró, ya en época de José María Aznar, una Fundación que lleva su nombre, Max Aub no ha tenido suerte en España, sus libros no se editan y su labor es preterida por un país que ha hecho de la desmemoria parte de sus señas de identidad actuales.

Por eso el estreno en la Sala Max Aub, que así ha sido bautizada recientemente la Nave 2 del Teatro Español en Matadero, de Tengo tantas personalidades que cuando te digo “te quiero” no sé si es verdad, que es un collage de textos del escritor, debe ser catalogado como hecho excepcional dentro del panorama de nuestra dramaturgia actual, poco dada a reivindicar figuras incómodas de nuestro pasado reciente. La hija del escritor, Elena, no pudo asistir al estreno pero se mostró emocionada de que, por fin, la labor de su padre fuera reconocida en lo que vale: hay que tener en cuenta que hasta 1981 no se estrenó una obra de Max Aub en España. La montó Ana Mariscal en el Centro Cultural de la Villa con Los muertos y dos años más tarde, en el María Guerrero se representó La gallina ciega bajo la dirección de José Monleón, aunque el montaje más espectacular fue el realizado por Juan Carlos Pérez de la Fuente cuando en el mismo María Guerrero, corría el año 1998, dirigió un estupendo San Juan. Pérez de la Fuente, que es en la actualidad director del Teatro Español, se ha involucrado tanto en el estreno que llegó a decir en la presentación que esta obra se representa porque a él le gustaba y punto. Lo que en todos los casos es cierto o debería serlo, pero que este caso trasciende el mero gusto pues para Pérez de la Fuente estrenar a Max Aub es acto de justicia, y de justicia obligada, además. No se cansa de repetir que en Inglaterra le hubieran hecho sir, aun sólo por haber sido el eslabón imprescindible para el regreso del Guernica a España al haber guardado las facturas del encargo del Gobierno a Picasso, lo que fue definitivo jurídicamente para que el MOMA restituyese la obra.

Se trata de un antología de textos de Max Aub que dirige Jesús Cracio y al que ha dado personalidad de “cabaret literario”. Comienza como un viaje, hay una subida a un tren donde se atraviesan paisajes en forma de textos del escritor que se unen a través de la música gracias a la interpretación al piano de Celia Laguna... prosa, poesía, danza, cabaret, teatro, música... todo ello con ese toque ácido, irónico, tan de Max Aub y que Cracio ha querido resaltar en esta representación, con unas subidas y bajadas de tono espectaculares, ya que para Cracio entrar en Max Aub es un viaje “al cielo y al infierno”.

La puesta en escena cuenta con los actores Marta Belenguer, Marc Clotet, Juan Calot, Miranda Gas, Julián Ortega y Carmen del Valle, cuya labor ha consistido en recalcar lo que de actual pudiera sacarse de los textos de Max Aub, que es mucho, hasta el extremo de que habrá quien pueda establecer paralelismos con nuestra actual situación política, lo que no es descabellado en absoluto ya que estos textos hablan de la Guerra Civil, sí, pero también de xenofobia, deseo de justicia, la redención por el amor...

Sin embargo, el legado de Max Aub es probable que tenga más suerte con las nuevas generaciones y es incluso comprensible, amargamente comprensible que sea así. Recuerdo que la lectura de La gallina ciega me produjo cierta intranquilidad por la constatación, llena de reproches y resentimiento, en la diferencia generacional. Max Aub, cuando regresó a España tras su exilio en México se sintió incomprendido y despreciado por los jóvenes progresistas de aquel momento, por ejemplo Carlos Barral , que veían en ciertas actitudes de Aub la cerrazón de muchos escritores republicanos respecto a la verdadera situación de España. Max Aub, además, agravó esa situación porque era hombre muy independiente, de una estricta idea moral y gustaba poco de componendas, algo que, quizá obligadamente, tenía que hacerse de continuo para dar paso a cierta liberalización del Régimen.

Lo cierto es que, en puridad, Max Aub tuvo razón, por lo menos en lo moral, pero fueron los personajes jóvenes de las generaciones españolas los encargadas de renovar el país: lo de Max Aub fue, salvando las distancias, la misma incomprensión entre el PSOE de Llopis y el nuevo de Felipe González, o así se quiere ver en el vaivén generacional. El caso es que esta representación en Matadero ha supuesto la puesta en escena, de nuevo, de un gran escritor español prácticamente olvidado, desde luego preterido, y en este sentido la cosa tiene bastante de acontecimiento.

TEATROESPANOL001 (YouTube)
2 Comments
  1. Salvador López Rubio says

    Después de haber leído dos o tres veces su «Laberinto», es una pena que los encargados de potenciar nuestra historia y nuestra cultura, tengan a Max Aub postergado. Una cumbre de nuestra literatura del exilio.

  2. paco otero says

    …también el publico tiene/tenemos, mala memoria y por tanto parte de responsabilidad…y tan mala memoria que no hemos superado lo de LA AUTORIDAD COMPETENTE-INCOMPETENTE, TIENE LA CULPA…PUES «C…O» en la dictadura eramos muchos los que buscábamos…y no sera porque entonces, no se nos negaba, ocultaba y perseguía, lo que todos sabemos…¡vamos, digo yo!

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