Semana Negra de Gijón: el mundo es un ‘thriller’

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La consejera de Cultura del Principado de Asturias, Ana González y el dierector de contenidos de la Semana Negra de Gijón, Ángel de la Calle, muestran un ejemplar de "A Quemarropa", el periódico oficial del festival de Gijón. / Juan González (Efe)
La consejera de Cultura del Principado, Ana González, y el director de contenidos de la Semana Negra de Gijón, Ángel de la Calle, muestran un ejemplar de "A Quemarropa", el periódico oficial del festival de Gijón. / Juan González (Efe)

Dio comienzo la XXVIII edición de la Semana Negra de Gijón que, como todos los años, casi coincide con el 'riauriau' de los sanfermines, como si las dos fiestas se dieran el relevo, con la llegada del llamado Tren Negro a la estación de Gijón: el tren lleva a más de 80 escritores de los 150 que en poco más de 9 días se reúnen en la ciudad asturiana, al lado de un antiguo astillero rehabilitado, lo que ha hecho decir en un alarde de orgullo a Ángel de la Calle, director de contenidos del Festival, que éste era el único en el mundo que contaba con más talento por metro cuadrado. Y como manda ya casi la tradición, con la llegada del tren hubo su manifestación de la Asamblea de Trabajadores en Lucha y otros colectivos que recibió a la comitiva con carteles reivindicativos, lo que da idea de la simbiosis que ha generado este festival entre las fuerzas políticas alternativas y un género literario, el más vendido en España, que es el refugio del realismo en la literatura actual y donde la denuncia encuentra su campo de cultivo adecuado. Y por si a alguien se le olvida, habría que recordar que una reproducción del cuadro de Eugène Delacroix, La libertad guiando al pueblo, preside la carpa de Encuentros de la Semana Negra, que es el lugar donde se realizan los eventos más importantes del festival. Libertad, denuncia y género negro. La simbiosis es todo un logro.

Nueve días con 20 actividades diarias. Ahí es nada. Y autores de lo más variopintos, y no sólo de novela negra. Desde luego el casi fundador de las Jornadas, Juan Madrid, Carlos Salem, nuestro compañero en cuartopoder.es, David Torres, que presenta novela este año, Todos los buenos soldados, para el Premio Dashiel Hammett, junto a Carlos Zanón, con Yo no fui Johnny Thunders, Guillermo Orsi con Fantasmas del desierto y Víctor del Árbol con Un millón de gotas, sino también otros que han tocado el género de manera oblicua, caso de Antonio Muñoz Molina con El invierno en Lisboa o Luís García Montero. Aparte del Dashiel Hammett, que es premio de género, el Festival otorgará el Rodolfo Walsh en honor del periodista argentino asesinado en 1976, para no ficción, amén de desplegarse en actividades paralelas entre el género negro y otros, como el ciclo Escribir para las pantallas, donde habrá ponencias de Juan Madrid, Lola Salvador y Cristina Higueras, donde contarán sus distintas experiencias con el cine, o el cómic, que siempre ha estado presente en el festival, con la presencia nada menos que de Milo Manara, o los dos últimos premios nacionales, Juan Díaz Canales, guionista de Blacksad, y Miguelanxo Prado, creador de Trazo de tiza y Ardalén, o, ya dentro de los homenajes, el que se realizará al filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, que fue soldado en el frente del Ebro bajo el mando de Líster, compañero de Miguel Hernández, y que tuvo que exilarse a México donde murió en 2011.

A quemarropa, uno de los espacios de la Semana Negra de Gijón. / semananegra.org
'A quemarropa', uno de los espacios de la Semana Negra de Gijón. / semananegra.org

El Festival, por otra parte, es pródigo en presentaciones. Rosa Montero presentó su última novela en la Semana, El peso del corazón, y en la misma intentó desmarcarse de que se la catalogara en un género específico pues, según dijo, toca muchos, pero lo cierto es que ha recuperado a su detective Bruna Husky, que protagonizó ya Lágrimas en la lluvia, 'bladeruneniano' título, en una narración de corte futurista donde se dirime una guerrra de exterminio entre la Tierra y el fanático Reino religioso de Labari. Carlos Salem, por su parte, explicó de qué iba su última narración publicada, En el cielo no hay cerveza, donde al experiodista Poe, protagonista de sus dos novelas anteriores, Camino de ida y Un jamón calibre 45, se le presenta un caso de asesinatos correlativos de presentadores de televisión. Tan curioso caso sirve a Salem para criticar el mundo de la telebasura, con nombres apenas velados de presentadores de nuestras cadenas y donde no se priva de que Dios y el Diablo aparezcan en lo que denominó una novela que puede leerse como unos Evangelios escritos en el siglo XXI. Para que hubiera Nuevo Testamento ha incluído a Jesucristo bajo la denominación de diosito, del que dijo que si viviese hoy, “no se comería una rosca”. Literal.

Por otro lado, y con tantos eventos, lo cierto es que la crónica da para mucho. Desde celebrar la presencia de Leonardo Padura, el cubano creador del detective Mario Conde, a asistir a ruedas de prensa variada, como la protagonizada por Dolores Redondo, que es una escritora de éxito gracias a su Trilogía del Baztán, y donde afirmó que esperaba ver en la cárcel a los responsables del asesinato de la niña en que se basa su trilogía , o ver como explicaba Rosa Ribas, que es autora de cierto culto gracias a su novela Miss Fifty, que antes de ser editada en papel se publicitó en Internet, la manera en que quiso que el cáncer de mama de su protagonista, una funcionaria de la Delegación de Hacienda que posee la facultad de transformarse en invisible, tomara un sesgo cómico, o aprender de gentes como Toni Hill o vérnosla con un recital de poesía de serie negra a cargo de Luís Alberto de Cuenca.

Gijón da para casi todo. Lejos están ya los tiempos en que el Festival era casi un paisaje devastado que gentes como Paco Ignacio Taibo III o Juan Madrid o Vázquez Montalbán se obstinaron en que floreciera. Floreció y en profusión, y de tal manera que hoy día es el Festival de género más importante de España y de tal suerte que abruma un poco. En cierta manera Ángel del Río tiene razón: no es fácil encontrarse con 150 escritores en el mismo espacio en el transcurso de una semana. Sólo en la Feria del Libro madrileña o Sant Jordi, pero ahí se va a firmar.

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