‘Ven y pon un centinela’, la otra literatura de desecho

0

Juan Ángel Juristo

Cubierta de la obra de Harper Lee.Con esta denominación no apelamos a la literatura que hay que desechar sino a la que desechan sus propios autores por innumerables motivos. Y aquí cabría hablar desde la obra de Kafka, que felizmente Max Brod, haciendo caso omiso a los deseos del propio escritor, publicó, a Lolita, de Nabokov, cuyo manuscrito ,Vera, su mujer, rescató de la chimenea en chamuscadas fichas cuando el escritor, desesperado, creía haber parido algo que no terminaba de convencerle, y estoy rememorando a botepronto porque los ejemplos son muchos, algunos tremendos. Pero en realidad la cosa a la que me estoy refiriendo no alcanza tan altas cumbres sino que, más modesta, se refiere a esas novelas que sus autores dejan dormir durante decenios en sus escritorios y algún familiar, aprovechando su estado de salud o, más fácil, que el escritor lleva muerto ya algún tiempo, publica con ánimo manifiestamente crematístico, aprovechando antiguas famas y calidades contrastadas por público, crítica y tiempo.

Este verano, por ejemplo, nos ha llegado desde Estados Unidos la buena nueva de que Harper Lee, la escritora que ganó un Pulitzer con Matar a un ruiseñor, y que llevó al cine Robert Mulligan en 1962 en sonada interpretación de Gregory Peck y Mary Badham, un Attichus Finch al que nadie osaría quitarle el rostro del actor y sus suaves y decididas maneras, se había casi estrenado de nuevo como escritora con la publicación de Ven y pon un centinela, Go Set a Watchman, segunda parte de aquella legendaria novela, o mejor, primera versión de la que luego llegaría al lector con el título de Matar a un ruiseñor, y que llevaba cincuenta años en el secreter de la escritora.

La novela salió a principios de julio, en España dos semanas más tarde en Harper Collins Ibérica, y en los cinco primeros días de su aparición había vendido más de 100.000 ejemplares, algo fácilmente comprensible en un país que tiene a Matar a un ruiseñor como emblema de la lucha racial, y no hay que olvidar que cuando la novela y la película aparecieron todavía se linchaban negros en los Estados del Sur y la reivindicación racial estaba en su punto álgido con grandes masas de la población en contra de la igualdad de derechos. De ahí lo de buena nueva a que nos referíamos antes sino fuera porque , esta vez, segundas versiones, o primeras, nunca fueron buenas. La novela deja mucho que desear y parece ser que fue el manuscrito que Harper Lee entregó a su editor que, listo él, convenció a la escritora de que rehiciese la narración dejando sólo los recuerdos de infancia de la hija del abogado Attichus Finch. El resultado: Matar a un ruiseñor. Pero el éxito de ventas es comprensible. El público quiere tener su versión actual de aquella legendaria novela y parece creer que Ven y pon un centinela la puede sustituir. Al fin y al cabo los personajes vuelven a vivir, esta vez de otra manera.

Harper Lee es ahora mujer de avanzada edad, 87 años, y vive en una residencia de ancianos. La que descubrió esta primera versión ha sido su abogada que, haciendo honor a su oficio, atisbó una más que probable mina de oro. Así ha sido. En lo que va de verano se han vendido más de millón y medio de ejemplares y ha dejado arrinconada la polémica surgida a raíz de la publicación de la novela. Si el manuscrito fue desechado por mediocre y guardado más de medio siglo, si la autora estaba en su momento más lúcido cuando fue consultada para dar su consentimiento... los mil y un artilugios que no logran ocultar que el único móvil ha sido el crematístico, rentabilizando al máximo una novela que tuvo un éxito inesperado a pesar de que entre sus méritos no estaba precisamente el de ser narración imprescindible en la literatura del siglo XX: sencillamente apareció en el momento oportuno con un tema idóneo para conmover a esa extraña y cambiante clase media norteamericana, capaz de generar mitos con la misma facilidad con que los desecha.

De Attichus Finch parecen no se han olvidado porque es motivo de explicación de la reciente historia norteamericana en sus colegios, de la lucha por la igualdad racial, y el público lo agradece sumergiéndose de nuevo en la historia, vista ya de otra manera. El libro es mediocre, peor que Matar a un ruiseñor, que tampoco era gran cosa. Los responsables de la editorial dicen sentirse emocionados ante la respuesta del público, echando tinta de calamar ante lo que realmente les emociona, que son los beneficios aportados. Una vez más, el dinero tras cualquier literatura de desecho, sea esta vez de otra categoría a la saga de Grey, a la que, por cierto, ha superado en ventas, igual que a los productos de Dan Brown. Y vamos a más.

Así, a finales de mes, en Reino Unido se tiene previsto editar otro libro de desecho, esta vez de Tolkien, The Story of Kullervo, que de seguro se editará este otoño en España. Se trata de una novela inacabada del autor de El señor de los anillos basada en el Kalevala, poema épico finlandés que, junto al Beowulf, le encandilaba especialmente. Es la primera vez que sale como libro independiente, por Harper Collins, la editorial que ha publicado a Harper Lee, ya que estaba impreso hace cinco años en un volumen destinado a estudiar la obra de J.R.R. Tolkien. Del especialista al ciudadano llamado “gente corriente”, cuyo consumo es el que de verdad genera dinero. La novela, ya digo, inacabada, es un esbozo que no llega ni de lejos a algunos relatos del Sigmarilion. Existe otra literatura de desecho, y es ésta. Pertenece, al contrario que Grey, que es pura masscult a la midcult, a la literatura de desecho, no enteramente desechable, igualmente manipulada, salvo que de otra manera.

Y esta es quizá más devastadora, pues oculta mejor su verdadero rostro.

Leave A Reply