Ofelia de Pablo y Javier Zurita (Texto y fotos ©)
Dos tierras, Galicia y Asturias, unidas por un río que aún conserva la magia de lo desconocido: el Navia. Te proponemos recorrer su parte Alta, donde el caudal es más intenso, los bosques más frondosos y los pueblos conservan aún el alma de lo auténtico. Para aventurarte en sus aguas añadimos una sugerencia: hazlo a lomos de una piragua, podrás conocer la naturaleza más de cerca dejándote llevar por sus mansos meandros.
La ruta comienza en tierras gallegas, en Navia de Suarna. Es la antigua puerta del Reino de Galicia y hoy el camino más común de entrada al hermoso Parque Natural de la Sierra de Os Ancares. Su mágico río, el Navia, nace en Pedrafita do Cebrerio, muy cerca de aquí y poco a poco desciende y se retuerce como una culebra plateada entre los pliegues de la sierra. Su caudal se nutre de otros afluentes y continúa atravesando Asturias para desembocar en el Mar Cantábrico.
La localidad de Navia recibe el nombre de una deidad celta de la Gallaecia asociada al culto de las aguas, no en vano el caudaloso río que baña las orillas de la ciudad es una de las principales riquezas de la región. La pesca, los cultivos, todo se nutre de ella.
A primera hora de la mañana las pequeñas embarcaciones están listas para partir bajo el singular puente de Navia – Ponte Bella- un monumento medieval del siglo IX construido en pizarra con un espectacular arco apuntado que se yergue sobre el río. A su lado el célebre Castillo de los Condes de Altamira, aunque casi destruido en su totalidad durante las revueltas de los Irmandiños en 1467, aún conserva restos del torreón y de las murallas. El conjunto monumental desde el río forma una de las pintorescas estampas de los Ancares.
Las piraguas están ya en la orilla. Sus colores, rojos, amarillos, azules, contrastan con la frondosidad verde de las praderas y los bosques de castaños –castiros, como dicen en Galicia–. Son embarcaciones de iniciación, de sencillo manejo para todos y que tan sólo necesitan del entusiasmo de los participantes. Los primeros tramos del recorrido discurren por los impecables paisajes gallegos, montañas y fértiles valles que parecen dibujados a capricho. Las aguas transparentes están llenas de vida. Al costado de la barca puede que hasta encuentres nutrias o quizás puedas seguir el vuelo de un martín pescador. La fauna y la flora de la zona son muy variadas debido a la variedad geográfica de la sierra, la combinación de alta montaña con los cursos fluviales propicia que existan bosques autóctonos, urogallos y hasta algún que otro oso pardo.
Las canoas se deslizan a ritmo lento dejándose llevar por la tranquila corriente del Navia, este tramo suele ser de los más caudalosos, incluso hay algunos rápidos que te dejan jugar con la velocidad. La ruta discurre encajada por el fondo del valle, un abundante caudal enmarcado por bosques tupidos y laderas que se elevan hasta altas cimas redondeadas, el típico paisaje de Os Ancares. Atravesamos bajo el Ponte Pede, un pequeño sendero que utilizan muchos pescadores para acercarse a los tramos más interesantes del camino. La pesca es uno de los deportes favoritos de los habitantes de la zona, que además de atrapar la apreciada trucha que habita este río, disfrutan de una increíble paz.
Tras dos horas y media de navegación llegarás al lugar conocido como Puente de Mari. Aquí una parada técnica invita a reponer fuerzas para continuar hacia Asturias. El cauce del río se ensancha y entre los árboles de las orillas hay verdes praderas ideales para un descanso. Un poco de embutido de la tierra y queso de tetilla regados con un poco de ribeiro son el mejor de los reconstituyentes.
Estas tierras celtas están poco pobladas, tan sólo mirando hacia lo alto –desde la piragua-, se intuyen pequeñas aldeas que recuerdan la presencia del hombre. Son localidades como Valdefierros, Sena o Castaosa, que cuentan con poco más de cien habitantes. En algunas aún se conservan pequeñas ermitas y sus vecinos continúan arando los campos y cultivando como han hecho siempre sus antepasados.
Tras otras dos horas y media de remar y dejarse llevar por la suave corriente llegarás al final del recorrido, el camino se acerca hacia Riodeporcos, quizás uno de los pueblos más singulares de la geografía asturiana. El paisaje ha cambiado bruscamente y grandes bancales de arena han aparecido a ambos lados del río, ante tus ojos se abre un espectacular mundo lunar. A lo lejos, como recuerdo de lo que un día fueron estas orillas, continúan los bosques frondosos del concejo de Ibias.
Una última curva en el río y llegarás al sorprendente puente colgante que lleva a Riodeporcos. No hay carretera para acceder al pueblo. Hay que llegar a pie y ese es uno de sus encantos. Pequeño y acogedor alberga un puñado de casitas rodeadas de viñedos. Una de ellas es la hermosa casa rural Chao de Castro que Elma ha reconstruido con sus propias manos. Deja a un lado la piragua y prepárate para dormir en un lugar de ensueño. Es una casa típica de pueblo restaurada con mimo y buen gusto. Todos los detalles están cuidados con esmero, cada habitación es diferente y las vistas a los bosques de Os Ancares son fascinantes. Disfrutarás de una cena entre amigos acompañada de viandas cultivadas en la tierra.
Información útil
Cientovolando organiza diferentes rutas en piragua. Son recorridos de fin de semana que incluyen la actividad- material, comida en ruta...- , los guías y el alojamiento en Riodeporcos. Para información y reservas: 647 40 45 18 o m100volando@hotmail.com
Hola, soy Joan Maria Pallares de Casa do Catalán en Navia de Suarna.
Vuestro proyecto me parece fabuloso y me gustaría tener una charla con vosotros para una futura colaboración mutua.
Mi tfo es 689534676
Saludos.