Como un castillo de arena, así, la Sagrada Familia

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La Sagrada Familia, en 1905
Obras de La Sagrada Familia, en 1905. Foto de Salvador Gili / Wikipedia

¿Alguien que esto esté leyendo ha construido alguna vez un castillo de arena en la playa? Ese levantar torres con el puño lleno de arena empapada en agua de mar, dejando gotear, lenteja a lenteja, sobre el montoncito ya formado, las gráciles estructuras que inmediatamente borrará una ola airada, envidiosa del artista infantil. Es posible que ésa fuera la impresión que quiso sugerir Antonio Gaudí con la obra de su vida.

Había profetizado el arquitecto divino, “vendrán gentes de todo el mundo a ver lo que estamos haciendo”, y se ha cumplido. De hecho se sigue cumpliendo todo el rato. Este fin de semana, del 23 al 25 de octubre, las entradas para contemplar desde dentro el artefacto gaudiano inacabado están más que agotadas. Pero lo de dentro no puede compararse, a mi entender, con lo de fuera, que está a la vista de todos y es gratis.

Antonio Gaudí había empezado el moloch en 1883 y en ello anduvo metido hasta 1926, cuando un accidente se lo llevó por delante. Y desde entonces, el marrón sigue sin acabar de verse en su totalidad, más que virtualmente. La tecnología, que ni un visionario como Gaudí habría previsto, es la encargada de adelantar la imagen completa del templo más atrevido jamás levantado, como verá quien esto lea, en el video al final del articulillo.

La SF es un lugar que suscita discusiones interminables, desde los que lo consideran una obra excelsa como Oscar Tusquets,  a los que la ven abominable, como Félix de Azúa.  Entre medias, miles de opiniones. Autores hay que han sentido algún tipo de fascinación sobre el arquitecto titánico y han sucumbido a escribir sobre ello. En cuartopoder.es se dio noticia del libro de Rafael Argullol, Mi Gaudí espectral (Acantilado, 2015), donde el escritor relata una alucinación de la infancia, en la que el arquitecto se le aparecía y respondía a sus preguntas.

En esa ocasión, Argullol afirmaba que la Sagrada Familia podría muy bien ser “un lugar que espera la irrupción del Dios desconocido” y a lo mejor por eso se tarda tanto en acabar la obra; no vaya a ser que, una vez finalizada se nos venga encima el apocalipsis. Mientras tanto, y hasta que el año 2026 confirme que la cosa está ya terminada, seguirá dormitando en medio del estruendo del tráfico, las discusiones estéticas y las miradas incansables de los turistas que todo lo patean. Cansada ya, quizá, aburrida, de esperar la ola liberadora que le propicie el descanso eterno.

Basílica de la Sagrada Familia (YouTube)

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