Elena Fortún y Matilde Ras. El camino es nuestro

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El personaje de Celia en televisión
Celia, según la versión televisiva de José Luis Borau. / Captura de un vídeo de rtve.es

Con la calma que requiere la lectura y la libertad que otorga el no tener que rendir cuentas inmediatas a la actualidad, he terminado de disfrutar un volumen de inéditos, publicado por la Fundación Banco Santander: Elena Fortún y Matilde Ras. El camino es nuestro, que han editado y comentado Nuria Capdevila-Argüelles y María Jesús Fraga.

Como hongos de otoño, dadivoso gracias a las últimas lluvias, brotan en editoriales grandes y pequeñas inéditos de cierta importancia sobre todo para las criaturas que disfrutan con la lectura que fluye paralela a los pelotazos editoriales de las sombras y los mileniums, los Potter y los vientos. Así, la Fundación Banco Santander ha sacado también un libro sobre inéditos de Juan Larrea, ese poeta del 27 que supo sacar provecho literario a su exilio, y otra fundación, la de José Manuel Lara, publica inéditos de Zenobia Camprubí, el hada madrina del insufrible neurasténico y Premio Nobel, Juan Ramón Jiménez, que esclarece aún más el supremo sacrificio de una mujer de letras por su amado par. Un gesto vital que la alejó de esa paridad; es justo reconocerlo.

Está muy bien que los bancos y las grandes empresas se inventen fundaciones para pagar menos al fisco, siempre que esas fundaciones beneficien al menos a un sector de la sociedad: el de los lectores empedernidos. Es posible que, por muy interesantes que sean esos pliegos sueltos, ninguna editorial comercial se arriesgue a perder más dinero con su publicación. Así que.

Cubierta de Elena Fortún y Matilde Ras
Portada del libro 'El camino es nuestro'. / Fundación Banco Santander

Las dos mujeres reunidas en este libro lo están por su amistad y por su trabajo literario; silenciado en parte por sus circunstancias vitales, en las que irrumpió sobre todo la Guerra Civil. Pertenecen a la generación de mujeres españolas, las llamadas Modernas, que abrieron caminos y rompieron sólidos tabúes, como ya contamos aquí a propósito de otras lecturas.

Amigas y amantes tenían en común la escritura. Se conocieron públicamente en 1936 cuando Elena Fortún entrevistó a Matilde Ras para la revista Crónica, pero se dice que ya hacía tiempo que eran amigas. Su vida y obra está muy ligada al cuestionamiento que ambas –y el resto de coetáneas- hacen de la sexualidad, el matrimonio y la maternidad, como señalan las autoras del libro. El titulo, El camino es nuestro, alude al individualismo y la responsabilidad personal, de la que Fortún escribe a su amiga Ras en alguna carta.

Los escritos infantiles de Fortún parten siempre del punto de vista de los niños, de su manera de ver el mundo y la realidad y ahí está –como subraya Nuria Capdevila-Argüelles− su enorme originalidad: “Esta adhesión al punto de vista del niño hace que el mundo adulto aparezca como un sinsentido y las personas mayores como seres injustos e incapaces, en su mayoría, de pensar con nitidez o justicia”.

Matilde Ras escribió su primera novela, por entregas, en la revista Estudio: Donde se bifurca el sendero, en 1913; por casualidad, 28 años después, Borges escribió su narración El jardín de los senderos que se bifurcan. Fortún inventó su personaje Celia, una niña muy inteligente y segura de sí misma, que se movía con la independencia que las circunstancias políticas de aquella España prebélica permitía a los niños. Su personaje Matonkikí, de 1936, de características parecidas a las de Pipi Langstrum, nace 9 años antes que la heroina sueca. Otra casualidad, pero que habla de la modernidad mental de las escritoras semiolvidadas de una etapa muy rica de la historia española, que se ha venido en llamar la Edad de Plata, las generaciones de artistas y científicos que van del 98 al 14 y el 27 de los siglos XIX y XX.

El libro es un saco de sorpresas agradables que también encierra una dosis alta de melancolía. Como cuando se abre un baúl de recuerdos familiares, antiguos y polvorientos, pero que aún conservan el perfume de los que ya se fueron y a los que se sigue queriendo, pero con los que ya no se pueden hacer confidencias ni formular preguntas esclarecedoras. En sus páginas hay mucha información bibliográfica para abrir camino al conocimiento de otras mujeres, ocultas por la lógica imparable del machismo, pero a las que se les va sacando del olvido, poco a poco, para beneficio de los lectores.

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