Andy Robinson: “Trump rentabiliza la sensación de que hay que cambiar el sistema”

¿Cómo ha llegado la Tierra de los Libres a convertirse en la Tierra de los Desalmados? ¿Por qué se ha roto el sueño americano que se vendió al mundo como American Way of Life? ¿Qué ha terminado con la clase media americana y convertido gran parte del país en territorio desolado? Después de un largo viaje por las carreteras de los Estados Unidos, en busca de elementos con que dibujar la auténtica cara del país, Andy Robinson ha escrito un libro demoledor, contundente y que da poco pie a la esperanza, a pesar de llevar en el título esa palabra: Off the Road. Miedo, asco y esperanza en América (Ariel, 2016).

Como él mismo escribe, a modo de conclusión: “En mi road movie con tintes apocalípticos había vislumbrado un rayo de luz en esa nueva conciencia de clase que florecía en Estados Unidos. Fruto de la experiencia compartida por millones de estadounidenses que estaban siendo explotados en una economía de extrema desigualdad y que empezaban a reaccionar contra la ortodoxia neoliberal”. Occupy Wall Street, Bill de Blasio, el alcalde izquierdista de Nueva York, o la buena campaña del demócrata Berni Sanders animaban a pensar que algo podría empezar a cambiar en el mundo. Pero...

Cuartopoder.es ha hablado con el autor en una apretada entrevista.

— Algo gordo ha aprendido tras la experiencia viajera por la América profunda.

— Que Estados Unidos, pese a ser una superpotencia en declive, sigue marcando las pautas de tendencias sociales y culturales. Esto me resultó desolador cuando viajé por las enormes ciudades de mansiones, 4 por 4, centros comerciales de Wall Mart y McDonalds “drive–in” y campos de golf en Arizona, Nevada y California. Porque este modelo inmobiliario es el que había visto imponerse en España, sobre todo a las afueras de Madrid. Pero en ciudades como Nueva York, el hecho de que EEUU sigue siendo el modelo me resultó más esperanzador ya que emerge una nueva política de clase, en la que la gente ya se moviliza en torno a discursos contra la desigualdad y el colapso del poder adquisitivo del asalariado medio. Por eso comenté la posibilidad de que EEUU quizás podía ser el primer país en rechazar la lógica destructora del neoliberalismo simplemente por haber llegado más lejos por ese camino.

— Hubo un momento en que parecía que las elecciones en Estados Unidos darían una sorpresa. Que los absentistas, jóvenes, sobre todo, votarían a Sanders en bloque.

— Sin duda, Sanders sería mejor candidato para los tiempos que corren. Lo deprimente de estas elecciones es que la derecha va a monopolizar el discurso antiestablishment mientras que Hillary Clinton está identificada con Wall Street. La campaña de Trump puede movilizar a muchos trabajadores blancos. Los republicanos utilizarán las nuevas leyes de represión del voto, sobre todo en el sur, para dificultar el voto de afroamericanos, hispanos y jóvenes. Es posible que haya una movilización contra Trump. Pero para muchos de los votantes de Berni Sanders, los Clinton no son un mal mucho menor. Cuando Larry Summers advirtió que Trump puede provocar 18 meses de recesión si gana, las redes sociales revelaron que Summers era el secretario del Tesoro con Clinton, en los  90, que desregularizó el sistema financiero abonando el terreno para el colapso del 2008.

— ¿No es humillante que Europa imite las pautas de Estados Unidos aún hoy, cuando se sabe de qué pie cojea?

— Si, es humillante. Yo sentí vergüenza ajena ante el espectáculo del concurso en el desierto de Nevada cuando Barcelona y Madrid comparecieron ante Sheldon Adelson y su mujer para tratar de captar las inversiones de Eurovegas. Es un buen ejemplo para otros asuntos más graves.

— ¿Hasta qué punto la sociedad americana es responsable de que los sinvergüenzas manden en una democracia?

— En EEUU mucha gente sabe que el sistema está amañado para que jamás se elija a un presidente que amenace al poder empresarial financiero o frene la desigualdad. Pero quien está rentabilizando esa sensación de que es necesario que todo salte por los aires para cambiar el sistema es, lamentablemente, Donald Trump.

— En su relato habla de la guerra de drones que matan a 12.000 km pero se decide en la oficina de al lado de casa. ¿No funciona aquí la sospecha de que –parafraseando a Brecht- “su tanque es poderoso pero necesita un conductor?”  

— Brecht daría con una expresión suficientemente negra para describir el hecho de que las fuerzas aéreas en EE.UU. recluten a pilotos de drones en las ferias de promoción de los últimos videojuegos, donde adiestran una contra de jóvenes aficionados o “gamers”.

— Quiero decir que alguien estará dispuesto a rebelarse y desobedecer. Usted pone el ejemplo de Vermont.

— Sí, creo que hay muchas nuevas formas de vida y viejas también ya que la alternativa siempre está presente. Trato de comentar algunos ejemplos de nuevas alternativas en los capítulos sobre Vermont, Carolina del norte, Nueva York, pero en general creo que muchos estadounidenses ya buscan una alternativa al paradigma de globalización de mercado, lo que podría ser un referente para nosotros ya que esa American Way of Life ya se ha instalado en gran parte del mundo.

— ¿Qué quieren los independentistas de Vermont, en realidad?

— En Vermont más que nada están haciendo un ejercicio intelectual muy interesante sobre cómo sería una nueva sociedad liberada de un imperio corporativo. Van construyendo una nueva economía a pequeña escala, con producción local de alimentos, nuevos sistemas de intercambio económico, bancos locales y públicos que apoyan a PYMES. Mientras en España y Europa la consigna es que los bancos se fusionen para hacer grandes entidades transfronterizas y que se cierren los pequeños bancos y cajas, que eran fuentes de financiación para PYMES. Creo que hay corrientes en el movimiento independentista en Catalunña y Escocia que hacen lo mismo que los de Vermont al plantear la idea, como dijo Alasdair Gray, el escritor escocés republicano de “trabajar ya como si estuvieras creando un país mejor”.

— ¿Ve similitudes entre De Blasio y Carmena o Colau? Quizá haya esperanza...

— Sí, hay similitudes; por eso pienso que es interesante que empecemos a hablar de Nueva York como tendencia no en moda o “estilo de vida” sino en huelgas y luchas que son la explicación de los logros de De Blasio y los sindicatos y organizaciones sociales en áreas como el salario mínimo (ha subido de 8 a 15 dolares, la hora, en tres años) y las guarderías públicas. De Blasio y Sanders admiten que no habrían sido posible sin Occupy Wall Street, de la misma manera que Ada Colau y Manuela Carmena no habrían sido posibles sin 15-M.