La programación del Festival de Jazz de San Sebastián no difiere mucho de la barra de un bar de pintxos: no hay forma humana de comerlos todos de una sentada a menos que seas muy vasco. Más de ciento treinta conciertos programados en tan sólo cinco días dan para saciar a varias muchedumbres de hambrientos. Tanta sobreabundancia musical me inquieta, incluso me da miedo; lo mismo que esos menús kilométricos donde la elección de un plato significa la abstinencia forzosa de cuatro o cinco maravillas. Cuando uno es muy joven y comete el error de ir al Museo del Prado para intentar verlo entero en una sola mañana, el resultado suele ser una indigestión pictórica donde Goya, el Bosco, Velázquez y Zurbarán bailan al fondo del estómago con salsa de impresionistas. Tengo un amigo melómano que una vez intentó la barbaridad de tragarse seguidas las once sinfonías de Bruckner (es decir, las nueve oficiales más la Cero y la Doble Cero). No pasó de la segunda.
Esta 51 edición del Jazzaldia viene envuelta en tal cantidad de nombres propios, mitos y leyendas que se hace necesario un mapa para abrirse paso entre sus muchos tesoros. Uno de los primeros que abrirá fuego será Terje Rypdal acompañado del cuarteto escandinavo Elephant9 en la Heineken Terraza a las siete y media de la tarde. A Rypdal, no se sabe muy bien por qué, lo apodaron en tiempos 'el Jimmi Hendrix noruego': no hay mucha relación entre el sonido de ambos guitarristas más allá del espíritu de experimentación y ruptura de sus respectivas aventuras musicales. Aunque no tan conocido como otros guitarristas de su generación (John McLaughlin, Pat Metheny, John Scofield), Rypdal, que no tiene nada que envidiarles en cuanto a capacidad técnica y sentido melódico, posee una discografía inmensa y un caudal de colaboraciones que incluyen a Jan Garbarek, David Darling y John Surman.
El viernes 22, a las nueve de la noche, medio clan Marsalis aterrizará en la plaza de la Trinidad empezando por el patriarca de la familia, Ellis Marsalis, un pianista que cuenta ya con 81 años y que aparecerá con un cuarteto de lujo antes de ceder el testigo a uno de sus hijos, el saxofonista Branford Marsalis, que vendrá acompañado de Joey Calderazzo al piano, Eric Revis al contrabajo, Justin Faulkner a la batería y el cantante Kurt Elling. Al día siguiente, en el mismo escenario y a la misma hora, aterrizará un auténtico prodigio de la batería, Jack DeJohnette, un genio que ha prestado su sabiduría rítmica a gigantes de la talla de Miles Davis, Thelonious Monk, Sonny Rollins, John Coltrane, Bill Evans, Keith Jarrett o Herbie Hancock, por citar apenas sus primeros pinitos discográficos. A su lado, dos vástagos del que probablemente sea el cuarteto más grande de la historia del jazz: Ravi Coltrane al saxo y Matt Garrison al contrabajo.
El domingo, en el Auditorio del Kursaal, a las seis y media, saldrá a escena Jan Garbarek, otro de los platos fuertes del festival, escoltado por Rainer Brüninghaus al piano, Yuri Daniel al bajo y el gran percusionista indio Trilok Gurtu. Garbarek no es sólo uno de los grandes saxofonistas de la actualidad sino también un explorador musical que no ha dejado de ampliar territorios ya sea en solitario o en compañía de colegas tan ilustres como el pianista Keith Jarrett o el cuarteto vocal The Hilliard Ensemble.
No es más que un resumen, necesariamente breve, de un auténtico banquete jazzístico que cuenta, entre otros muchos invitados ilustres, con Diana Krall, Gloria Gaynor, Ibrahim Maalouf, John Scofield, Brad Mehldau, Steve Coleman y Steps Ahead. Suena a título de James Bond, lo sé, pero demasiado nunca es suficiente.