Enrique Iglesias está mohíno: análisis de sus canciones

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Lucía Martín *

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Imagen: Efe.

Me debatía entre escribir un post sobre las canciones veraniegas para restregarse bien (que es como en mi tierra dicen arrimar la cebolleta), pero de repente ha empezado a sonar, por enésima vez en la última hora, Duele el Corazón, de Enrique Iglesias. Esa machacona “si me das, yo también te doy; si te vas, yo también me voy; mi amor, bailamos hasta las diez, hasta que nos duelan los pies”.

Esto era una señal de los dioses: si las deidades y los señores que eligen tan buena música en la radio repetían hasta la saciedad este título por algo sería, yo no podía menos, ante tamaño lirismo y prosa, que escribir al respecto. Y en esto me hallo y llego a una conclusión aplastante: Enrique está mohíno, y no porque esté en el paro o haya tenido que emigrar a un pueblo de Argentina.

A Enrique le duele el corazón, y lo demuestra en el vídeo en el que se hace evidente su congoja, con gafas de sol, gorra y sombrero cuasi perennes, no sé muy bien si para tapar entradas o un sospechoso pelo sucio. ¿Por qué está tristón? Porque ella no se decide. Y aunque duerma con él, Enriquito afirma que no le importa porque sabe que ella sueña con volverlo a ver. Lógico, sueño hasta yo, que me he pasado toda la noche con la dichosa melodía en la cabeza.

Y ahí tenemos a Enrique, corriendo al más puro estilo Con la muerte en los talones por un paisaje desértico, gritando a los cuatro vientos que con el otro te duele el corazón, pero que con él te duelen los pies. Coño, la cuestión es que te tiene que doler algo, vaya idea de las relaciones amorosas, que esto es como una copia de la penosa 50 Sombras de Grey.

En un momento del vídeo aparece un señor al que no tengo el gusto, y no me refiero al de la tribu, sino a un rapero que lanza acordes muy difíciles de entender para servidora, al más puro estilo raggeatón, pero creo entender que el otro tiene dinero y poderío pero que el que realmente te llena el corazón es Enrique. Vamos, que si te quedas con el de la pasta y no con Enrique, aunque vaya tirado en el helicóptero como un zarrapastroso que vota a Podemos, es que eres boba chica.

Enrique está mohíno, como lo está Pablo Iglesias últimamente, del que hablaremos en otro post, por cierto. No es el Enrique de otros años, el de la canción Bailando, por ejemplo. Aunque en ambos vídeos comparte gorra sucia y pelo sudado, en aquella el hijo de nuestro gran cantante patrio estaba mucho más animado. “Con tu física y tu química, también tu anatomía. La cerveza y el tequila y tu boca con la mía. Ya no puedo más”, cantaba. Como vemos, a Enrique le importa mucho tu intelecto, es de las primeras cosas que dice y también es un gran amante de los pareados fáciles, signo inequívoco de que se ha pasado horas y horas, noches y noches, trabajando las letras. Característica que se repite en su discografía, como podemos comprobar en otra de sus canciones, El Perdón: el cantante repite estética (vive Dios que creo que solo tiene una gorra para todos sus vídeos, hagamos un crowfunding ya) y cómo no, imaginación en las letras (y rimas): “Te estaba buscando, por las calles gritando, esto me está matando”.

Una riqueza lingüística que haría palidecer a Lorca y a Bécquer. No, no le pedimos a Iglesias que nos haga letras al estilo de Héroes del Silencio, de éstas que no entienden ni ellos, pero en fin, un poco más de elaboración, querido amigo. Quizás puedas inspirarte en estos cantantes venidos de Galicia que, parodiando tus canciones, hacen grandes composiciones como Jalando y Préndeme o boi. Y ojo, que también riman, pero en gallego. Yo ahí lo dejo…

EnriqueIglesiasVEVO (YouTube)
(*) Lucía Martín es periodista y autora de Hola, sexo? Anatomía de las citas online (Arcopress, 2015).

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