José Luis Pardo: “Nuestros estándares de moralidad pública son escandalosamente bajos”

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El filósofo madrileño, José Luis Pardo, ganador de la 44 edición del Premio Anagrama de Ensayo. / Andreu Dalmau (Efe)
El filósofo madrileño, José Luis Pardo, ganador de la 44 edición del Premio Anagrama de Ensayo. / Andreu Dalmau (Efe)

 

Buscar el fondo filosófico de la vida cotidiana es la dedicación del filósofo, José Luis Pardo, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, que acaba de ganar el 44º Premio Anagrama de Ensayo por su libro Estudios del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas.

Con la crisis desatada, también se han desatado las mentiras y los abusos, lo que acrecienta el rencor social, la desconfianza, la xenofobia y el miedo hacia todo lo que se ve como amenazador de un cada vez más precario bienestar. Pardo recuerda que antes del bombazo de las subprimes ya se mascaba la tragedia. Hay que recordar el libro del añorado Tony Judt, Algo va mal (Taurus, 2010), sobre lo que se venía gestando en la década avariciosa de los 80, cuando a la socialdemocracia se le olvidó para qué y para quién estaba gobernando.

Su libro trata de esclarecer los pasos por los que el estado de malestar se ha instalado en la política, el arte y la sociedad en general. Siendo un libro filosófico, la soltura narrativa de su autor lo convierte en lectura amena para un público, eso sí, algo más exigente que el de los librotes gordos de la playa. Ha encontrado un hueco para una breve entrevista con cuartopoder.es

— ¿Qué le ha empujado a escribir un libro que tiene pinta de ser polémico y de acarrearle unos cuantos enemigos?

— Ojalá sea polémico, porque eso significará que hay gente que lo lee y realmente el tipo de libros que yo escribo no es el que mejor circula en estos tiempos que vivimos. Así que acepto gustoso el riesgo de crearme unos cuantos enemigos a cambio de lograr unos cuantos lectores para un libro de filosofía.

— ¿Es directamente responsable la precariedad moral de los políticos en la incapacidad de formar un gobierno en España?

"La precariedad moral de los políticos es expresión de la precariedad moral de la sociedad"

— La precariedad moral de los políticos no es más que la expresión de la precariedad moral de los ciudadanos a quienes representan o, dicho más genéricamente, de una sociedad como la española, cuyos estándares de moralidad pública son escandalosamente bajos. La imposibilidad de formar un gobierno expresa una división social profunda y real. De todos modos, es cierto que tenemos derecho a esperar de los partidos políticos una exigencia especial en cuanto a servicio al interés público, y que en este caso esta esperanza ha quedado frustrada de un modo espectacular.

— ¿A qué cree que se debe que la izquierda española sea tradicionalmente tan antiespañola, en general?

— Supongo que esto es algo que tiene raíces en la historia reciente, cuando la derecha franquista monopolizó la españolidad. En cualquier caso, el antiespañolismo suele ser una forma (algo enrevesada, eso sí) de patriotismo. Yo personalmente me conformo con que la izquierda y la derecha defiendan el Estado Social de Derecho, que es una cosa de la que sí merece la pena hacer bandera.

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José Luis Pardo, / Andreu Dalmau (Efe)

— ¿Anunciaba algo de esto ya Sigmund Freud o se trata de otro malestar? 

— Yo publiqué en 2007 un libro cuyo subtítulo era “Introducción al malestar en la cultura de masas”, que ya era el mismo malestar del que trata este otro libro y que contenía un guiño al título de Freud. Pero allí donde Freud hablaba de un malestar en la cultura yo hablaría más bien de un malestar en la sociedad (un malestar por el hecho de vivir en sociedad), de un sentimiento de desagregación y de desconfianza hacia nuestros socios y vecinos que no tiene únicamente como origen la crisis económica, aunque ella lo haya puesto de manifiesto de forma más palmaria. Y este malestar, esta sospecha que de pronto nos hace incómodo vivir con nuestros prójimos y suscita enemistades enconadas, crece en el mundo, fomenta la escisión de las sociedades en bloques irreconciliables que no se reducen a las viejas “clases sociales” y se ha convertido en el clima emocional que domina nuestra atmósfera desde hace unas décadas. Así como se suele decir que Marx intentó llevar a la claridad teórica el oscuro sentimiento de explotación que en su tiempo compartían miles de trabajadores asalariados de todo el mundo, creo que hoy es la primera tarea intelectual intentar esclarecer la naturaleza, el alcance y los remedios de este descontento que tanta gente intenta rentabilizar políticamente y tan poca se preocupa por reparar o aliviar.

— ¿Qué se puede esperar de un país que renuncia a la asignatura de Filosofía?

— Lo de suprimir la Filosofía es un clásico de las administraciones educativas que intentan reducir el presupuesto dedicado a la enseñanza y procuran disimularlo haciéndose las “modernas” (porque la Filosofía suele tenerse por una cosa muy antigua) y metiéndose con una disciplina que piensan que nadie echará de menos porque no da dinero, y esas autoridades suponen que a la gente no le interesa nada más que hacer dinero. Así que pretenden ocupar las horas de Filosofía en hacer propaganda de la emprendeduría, que es algo aún más dañino que la religión obligatoria, y desde luego más inútil y más ridículo. No se han parado a pensar que la gente, incluso la que hace muchísimo dinero, al final se muere y que precisamente por eso hay filosofía desde hace dos mil quinientos años, como también hay versos, música, comedias y matemáticas especulativas: porque, por suerte o por desgracia, no todo se reduce a hacer dinero, aunque esto sea sin duda importantísimo.

— ¿Tendrá esto algo que ver con la dificultad de verbalización y de discusión argumentada de los españoles, en general?

— Es cierto que en España no se argumenta mucho, pero consolémonos pensando que ya a Sócrates le dejaban con la palabra en la boca sus interlocutores porque no tenían tiempo que perder en discusiones sobre la justicia, la verdad, la belleza, la felicidad o la vida digna.  Sea como fuere, hay que ser bastante energúmeno para que, teniendo el sistema educativo español los problemas tan gordos que tiene, lo más brillante que se le ocurra a uno para solucionarlos sea eliminar la Filosofía.

— ¿No le parece que el discurso de Podemos es atractivo en un momento de tanto desaliento como el que estamos viviendo?

"El malestar puede también explotarse políticamente pero no lo combatirán por medios políticos"

— La cosa ni siquiera es opinable: cinco millones de ciudadanos lo han encontrado lo suficientemente atractivo como para darle su voto. Por cierto, que también hay mucha gente que encuentra atractivo el discurso de Marine Le Pen, de Donald Trump o del UKIP [Partido Independentista del Reino Unido], si es que en todos estos casos se trata de discursos, porque parecen más bien manojos de emociones. Esa atracción es la expresión misma del malestar y la evidencia de que el malestar puede también explotarse políticamente. Ahora, quienes han conseguido hacer del malestar un negocio políticamente rentable están lejos de poder combatir ese malestar por medios políticos, por lo que a menudo ilusionan a la ciudadanía con un futuro mejor pero, ay, más allá de los límites del Estado de Derecho y de la democracia liberal. ¿Será que a los ciudadanos nos hace ilusión escuchar esas promesas, incluso aunque sepamos que eso que hay fuera de la democracia liberal no es el futuro sino el pasado (y aún el presente de millones de habitantes de la tierra)? ¿No sería maravilloso que la culpa de todo la tuvieran el FMI, los burócratas de la Unión Europea o esos hambrientos invasores extranjeros que amenazan nuestras fronteras y nuestras lentejas, y que nosotros no tuviéramos ninguna responsabilidad en todo esto?

5 Comments
  1. santiago muñoz says

    Lamentablemente estoy en total acuerdo con este filosofo, que hasta el dia de hoy no conocia. Una sociedad que en su mayoria 90% no tiene ningun interes en leerse nuestra Constitución que seria cohesionadora de un Estado de Derecho Social y no lo que tenemos en la actualidad despues de casi 40 años de seudodemocracia, que Pais, que Paisaje y que Paisanaje…

  2. Joaquín says

    Comparar a Podemos con Le Pen es haber perdido el criterio. Sugerir que se sutúen fuera del Estado de Derecho es faltar a la verdad

  3. FRANK EINSTEIN says

    Para @Santiago Muñoz. Mira, el profesor no ha comparado nada con nada y a nadie con nadie, solo ha reconducido las preguntas que le habían formulado, pero poniéndolas en su necesario orden. Respecto a Le Pen y a Trump, no los ha comparado con Podemos, porque son justo lo contrario, sino que a las masas influenciables, les pasa este fenómeno, resulta que sorprendentemente, algunas van al sol que mas les convenga, y son imprevisibles totalmente, porque no piensan ni lo mas mínimo, tienen el cerebro de adorno, (si es que lo tienen). Por favor, el profesor hasta ahí llega, no le hagas parecer un estúpido….Creo, que se refiere mas bien, a como actúa la gente, como por ejemplo a cuando en los comercios hay un Black Friday, que se vuelven como gilipichis, aunque lo que les vendan sea una verdadera mierda, y esto no significa que Podemos sea también una victima o no, de este fenómeno, y que en los 5.000.000 de votantes, no hayan habido personas que no se leyeran el contenido, ni que no los hubieran personas tanto neutrales como moderados, como conservadoras, o de las mas radicales de la extrema izquierda ¿Qué sabe nadie?. Las masa son las masa y en mi opinión son un poco , no idiotas, sino tontas 😉

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