Andrés Ibáñez: "La literatura posmoderna era, para mí, la libertad absoluta de elegir"

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El escritor Andrés Ibañez, cuya última novela, 'La duquesa ciervo', acaba de ser publicada por Galaxia Gutenberg
El escritor Andrés Ibañez, cuya última novela, 'La duquesa ciervo', acaba de ser publicada por Galaxia Gutenberg. / Efe

Andrés Ibáñez (Madrid, 1961) es uno de los escritores españoles más representativos de su generación. Desde aquella La música del mundo, de 1995, su obra no ha hecho más que crecer y consolidarse con títulos como El mundo en la Era de Varick, Memorias de un hombre de madera o Brilla, mar del Edén, que fue galardonada con el Premio de la Crítica, obra descomunal y que algunos consideran una de las grandes novelas de esta década. La duquesa ciervo, publicada por Galaxia Gutenberg, es su última novela y acaba de salir de imprenta, aún calentita. Es ésta una novela de transfondo casi mítico, muy en la línea de cierta imaginación actual, donde se dirimen problemas de siempre tras un paisaje que se quiere intemporal y donde se pasean nombre y personajes como la ciudad de Irundast, la bella Aliso, el rey Urbán, el mago Saamsar de Olden o lugares como la Torre de los Reyes Magos, en una amalgama de géneros que se presenta muy fecunda.

Músico, Ibáñez toca el piano en sesiones de jazz, se estrenó como escritor en dos obras de teatro para el off-off de Broadway... De todas estas cosas se ha hablado en esta entrevista donde Andrés Ibáñez se refiere a sus autores favoritos, a ciertas obsesiones y a los variopintos géneros en los que se inspira. También de la prensa. No en vano mantiene desde hace años una columna semanal, “Comunicados de la tortuga celeste”.

-- Su obra se despliega en tantas direcciones, música, teatro, poesía, narrativa... que tenemos que ir por partes. Pero, lo primero, es raro en nuestra literatura un despliegue tal de intereses...

-- Para mí, es imposible interesarse por una rama del arte solamente. Cuando pienso en la literatura, ahí está la música, las imágenes, incluso la arquitectura, el urbanismo. El novelista tiene mucho de urbanista, me parece. O de actor: yo he aprendido mucho de las técnicas de actuación, por ejemplo. El método de Stanislavski se parece mucho a la técnica del escritor. La música, otro ejemplo, no es sólo música: se relaciona de forma natural con la palabra, con la poesía, con la danza, con el teatro, con las imágenes, con la narración, con los mitos. Todo está unido porque todo surge del mismo sitio: del cuerpo. Surge de la percepción, de las sensaciones, de las emociones, de la lucha de los órganos del cuerpo.

-- Usted vivió en Nueva York siete años, en 1989-1996, y allí escribió para el Off-Off de Broadway, Nympho Lake y Ophelia. De nuevo la rareza, un autor español que se estrena en inglés. Háblenos de esa experiencia, de escribir en un idioma que no es el materno, del Nueva York de aquellos años, ¿fue entonces cuando se fascinó por Nabokov, con el que mantenía diálogos?

"En España uno puede estar seguro de encontrar un alto muro de hostilidad, desconfianza y rechazo hacia lo que hace. Nueva York no es así"

-- No, mi amor por Nabokov se inició cuando a los dieciséis o diecisiete años leí Ada o el ardor, que sigue siendo, creo, mi libro favorito. Yo llegué a Nueva York en 1989 y viví el final de esa época fascinante, loca y rabiosa que se terminó con el sida. Era el Nueva York de las fiestas, del desmadre total. Yo vivía en Alphabet City, un barrio lleno de drogas, ratas, teatros alternativos... Era un mundo muy loco y muy divertido. Sobre el teatro... Bueno, mi mujer trabajaba de actriz en Nueva York y formó una compañía para montar una obrita de William Saroyan. Era una obra de un acto, y se les quedaba un poco corta, de modo que yo pensé en escribir otra obra corta. Eso fue Nympho Lake (El lago de las ninfómanas), una parodia de Chéjov. Pensé que me dirían que el lenguaje era extraño, que había cosas que no se decían así en inglés, etcétera. Pero no fue así. En España uno puede estar seguro de encontrar siempre un alto muro de hostilidad, desconfianza y rechazo hacia todo lo que hace, sea lo que sea. Nueva York no es así. América no es así.

-- Sus intereses me recuerdan a los de Anthony Burgess músico, que tocaba piezas de jazz en su juventud en Manchester, alguien que en Sinfonía Napoleónica intentó trasladar ciertas estructuras musicales a la novela. Algo parecido le sucedió con su primera novela, La Música del mundo, salvando la obsesión que tenía por Pale Fire, de Nabokov...

-- Sí, hay una serie de escritores músicos o vicecersa: Burgess, E. T. A. Hoffmann, Milan Kundera. Mi primera novela es, desde luego, la más musical de todas. Pero hay un problema al escribir sobre música: el enorme rechazo que sienten los lectores en general ante ese tema. Estamos acostumbrados a leer novelas y a ver películas y series llenas de jerga de abogados, de economistas, de políticos, de policías, etcétera. pero uno pone un párrafo de diez líneas sobre música y todo el mundo se quejará de que no entiende nada. A mí la música me parece mucho más interesante que la economía o que los negocios, por ejemplo, pero hay un tabú social muy fuerte sobre esto.

-- Burgess me dijo en una conversación, a raíz de la aparición de Poderes terrenales, que la serie de Torquemada, de Galdós, tenía la estructura de la tetralogía wagneriana, Galdós fue uno de los introductores de Wagner en España. Por mucho que me esforcé no conseguí verlo. ¿Eso de verter estructuras musicales en narrativa no será poco más que una metáfora?

Portada de 'La duquesa ciervo', de Andrés Ibáñez. Galaxia Gutenberg.
Portada de 'La duquesa ciervo', de Andrés Ibáñez. Galaxia Gutenberg.

-- No, yo creo que es mucho más que una metáfora, porque la música occidental tiene, por su propia naturaleza, un carácter literario y narrativo. Hablo de la música que surge alrededor de 1600, es decir, la época en la que aparece también el género narrativo que nos interesa, la novela. Es entonces, en la época en que aparece también la ópera, cuando se establece el lenguaje de la tonalidad funcional. Y la tonalidad funcional es pura narrativa. Las diversas funciones (tónica, dominante, subdominante) crean un lenguaje formado por expectativas que son colmadas, o frustradas, o que llevan a otras expectativas. En ninguna otra cultura existe una música así. En la época de Beethoven la tonalidad estaba tan evolucionada que se podía incluso expresar la sensación de nostalgia por el pasado. Al final de la sonata opus 109, por ejemplo, cuando reaparece el tema, uno siente que todo es ahora diferente porque ha pasado el tiempo, y que la melodía se ha transformado aunque sus notas sean superficialmente las mismas. Esto es un efecto narrativo, la sensación de que nos han contado una historia, que ha sucedido algo importante, crucial, y que las cosas no volverán a ser igual. Beethoven introdujo también las ventanas mágicas, esos momentos en que el fluir del tiempo parece detenerse y nos asomamos a otra dimensión. Wagner es un compositor muy amado por los literatos, precisamente porque su discurso musical, compuesto por motivos que regresan y se transforman, se parece mucho a la poesía o a la prosa novelística. Ulises, por ejemplo, es un experimento de este tipo. En lo último que he escrito, una novela en verso titulada El rostro verdadero, he utilizado dos procedimientos constructivos tomados de la música contemporánea: el serialismo integral y la música espectral. Pero no hay peligro, porque no creo que llegue a publicarse nunca.

-- Su novela anterior, Brilla, mar del Edén, es descomunal por su forma y su ambición. Es su novela más celebrada, le dieron el Premio de la Crítica en 2014. Dice usted que se inspiró en la serie Perdidos... ¿Podría abundar en ello? De Pale Fire a Perdidos hay más de un paso...

-- Yo creo que no hay tanta distancia. La mente creativa es salvaje, se alimenta de cualquier cosa. No es una mente intelectual, no separa entre cosas cultas y populares, altas o bajas. Se basa en resplandores, afinidades, estremecimientos y hambres, vengan de donde vengan. Y a veces vienen de lugares inesperados. Para mí, el sentido de escribir literatura posmoderna era precisamente ese: la libertad absoluta de incorporar todas las voces, los géneros, los estilos. Claro que ya no estamos en la época posmoderna. La posmodernidad terminó en 2001.

-- Su obra nada tiene que ver con los usos de su generación en España... para empezar abunda mucho en lo que aquí se llamaría literatura fantástica. ¿A qué cree que se debe esa persistencia del realismo? ¿Restos de la influencia de la Iglesia que veía la fantasía como peligrosa?

"Toda la obra de Cervantes es una reflexión sobre la forma en la que la literatura presenta la realidad, como la transforma, y como la falsifica"

-- Creo que las generaciones son inventos de los historiadores: mire la del 27, por ejemplo. ¿Puede haber dos poetas más distintos que Lorca y Pedro Salinas? Y son de la misma generación. Tampoco creo que haya “persistencia” del realismo. El ser humano vive en dos mundos, uno exterrno y otro interno. Los dos son reales y los dos son necesarios para la creación. Las novelas de Galdós, por ejemplo, consideradas epítomes del realismo, están llenas de sueños, duermevelas, pesadillas, fantasías y personajes enajenados. No existe ninguna “realidad” objetiva que se pueda representar de manera imparcial: esta es, precisamente, la gran lección de Cervantes. Toda la obra de Cervantes, desde La Galatea hasta Persiles, es una reflexión sobre la forma en la que la literatura representa la realidad, y la transforma, y la falsifica. En La Galatea, un libro maravilloso que nadie lee, se plantea, por ejemplo, la existencia de una “tercera naturaleza” que es a medias naturaleza y a medias artificio. Este tercer reino es, precisamente, la literatura.

-- Después de Brilla, mar del Edén acaba de publicar La duquesa ciervo. Es novela llena de dragones, osos y personas con títulos aristocráticos, pero es en realidad una hermosa novela de aventuras...

-- Sí, eso es lo que pretende ser, una novela de aventuras. También una historia de amor. Como las que yo leía cuando era niño, esas lecturas que le mantenían a uno postrado en un sofá una tarde entera, con el corazón palpitando, ansioso por saber qué iba a pasar después. Ah, si yo pudiera conseguir algo así.

-- Las fantasmagorías que aparecen en la novela, ¿podrían ser las de nuestro inconsciente?

-- Creo que este libro tan fantástico tiene también una parte muy realista, que es la que tiene que ver con la magia y con el estudio de la magia. Al estudiar magia con el archimago Saamsar, el joven Hjalmar comienza a descubrir las criaturas que habitan en su psique. Las ve, aparecen ante él, hablan con él. Ya no los toma por meros “pensamientos”, sino que reconoce en esas voces verdaderas entidades independientes. Es algo parecido a lo que le sucedía a Jung cuando escribía el Libro rojo. Porque nosotros no tenemos una mente que sea “nuestra”: tenemos una mente colonizada. Hay criaturas que nos habitan y nos poseen, fuerzas que nos mueven. Creo que es importante comenzar a hablar de estas cosas.

-- ¿Qué opina de series como Juego de Tronos, donde se da vida a entornos similares para hablarnos del juego shakesperiano del poder?

-- Sólo he visto la primera temporada y no me gustó mucho.

-- Aparte de darle al jazz ha ejercido la poesía, pero parece tenerla abandonada...

-- No, en absoluto. En medio de la composición de La duquesa ciervo, cuando pensé que la novela no funcionaba, dediqué varios meses a escribir una novela en verso. La terminé, se titula El rostro verdadero. Siempre he escrito poesía.

-- Usted es desde hace años columnista en ABC Cultural donde escribe “Comunicados de la tortuga celeste”, su columna semanal. ¿Cómo ve el ejercicio del periodismo hoy día, su precariedad?

"La visión de Internet como un gran foro democrático donde todos pueden participan debería ir disolviéndose, porque es falsa"

-- Pues no sé qué decirle. Todos los periódicos van mal, todos se quejan, todos reducen páginas... Pero me da la impresión de que a veces nos apresuramos a decretar la muerte de esto o de aquello, como si en el fondo deseáramos que todo se hundiera en una especie de “Crepúsculo de los dioses” demoledor. La idea era que ya no necesitamos tanto los periódicos ni a los periodistas, porque ahora las noticias vienen de todas partes y corren por Internet. Pero eso no es cierto. Internet genera muy pocos contenidos. La visión de Internet como una especie de gran foro democrático donde todos participan debería empezar a disolverse, porque es falsa. El principio de la democracia es precisamente el contrario: no que todos puedan opinar, sino que todos tengan derecho a elegir a sus representantes. Un foro universal al que todo el mundo tiene acceso es el reverso de la verdadera democracia. Somos miles de millones de personas: un instrumento que elimina todos los filtros y todos los criterios de selección y nos pone a todos en el mismo nivel es un verdadero peligro. Cuando una noticia aparece en ABC, por ejemplo, hay todo un aparato detrás, unos criterios de selección, una ética periodística, una responsabilidad. En ABC no puede escribir cualquiera, y eso no es antidemocrático, eso es bueno. Tampoco cualquiera puede entrar en el Congreso, subirse a la tribuna y ponerse a hablar. Internet es peligroso.

-- ¿Tendría ganas de opinar sobre sus compañeros de generación literaria, de lo que se hace ahora en España, de cómo ve el futuro, literario, se entiende? ¿Querría dar algunos nombres?

-- ¿Mi generación literaria? No creo que exista como grupo homogéneo, y tampoco hemos sido listos ni hemos sabido inventarnos. Creo que todos nos llevamos bien, aunque somos muy distintos. Hay una cosa buena: creo que no ha habido ni linchamientos, ni campañas, ni venganzas, ni chivos expiatorios entre nosotros. Eso de las generaciones no me parece mucho de nuestra época, donde todo parece haber explotado en miles de fragmentos encendidos, donde ya no hay líneas, ni tendencias, ni modas, donde todo sucede al mismo tiempo.

2 Comments
  1. Chorrohumo says

    Por como se expresa, sí, su sitio está entre ABC y la Razón.

  2. florentino says

    Coño!! que selectivo es el ABC.. no puede opinar cualquiera en ese medio. Creo que muchos, tienen otra ideología y tampoco la verdad luce resplandeciente. Ver titulares, o primeras planas inventando noticias para dar al poder el apoyo logístico, y cobertura.. Con tal de recibir unos anuncios oficiales. Señor Ibáñez, cuantas veces ha recibido dinero del fondo de reptiles?. Internet, es un canal de expresión.. Ni mejor, ni peor; es una realidad, que nadie pone en duda.. Los filtros cuanto menos mejor!!.

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