El Ministerio de Educación, Cultura y Deportes ha dado garantía del Estado por valor de casi 472 millones de euros a las obras, unas 213, que se exhibirán en el Museo del Prado desde el día 4 de abril hasta el 10 de septiembre, aprovechando la avalancha de turistas que en Semana Santa y los meses de verano visitan Madrid, bajo el título Visiones del mundo hispánico. Tesoros de la Hispanic Society of America, que, esta vez sí, su contenido hace honor al título: se trata de una soberbia muestra de la mejor colección de arte español de América y, de seguro, tendrá carácter de acontecimiento pues hay obras que se exponen por vez primera en España.
Las obras pertenecen a la Hispanic Society of America y para hacernos una idea de su importancia citaremos algunos artistas expuestos: Joaquín Sorolla, cuyo culto en los Estados Unidos está en el origen de esta colección de la Hispanic Society, Ignacio de Zuloaga, Gutiérrez Solana, Federico de Madrazo y Joaquín de Zubiaurre... y algunos clásicos sin igual, como Gaspar de Guzmán, Conde Duque de Olivares, de Velázquez; La Duquesa de Alba de Negro, de Goya o La Piedad, del Greco, obras que sólo el genio recopilador de Archer Milton Hungtington, el creador de la Hispanic Society, logró llevar a cabo gracias a una fina combinación de espíritu filantrópico, pasión por aquello por lo que sentía como un deber y cierto aire depredador, fino pero fuerte, que hizo que muchas obras de arte español salieran de nuestro país hacia Estados Unidos gracias al dinero de los magnates coleccionistas y la corrupción de las instituciones españolas del XIX. ¿De qué otra manera cabría entender el asunto de los Cloisters de Nueva York o las obras que tenía Hearts en su castillo californiano y que reflejó con justeza Orson Welles en Ciudadano Kane?
En realidad esta exposición se lleva a cabo como un homenaje a la labor de Hungtinton: de ahí la proyección del documental que acompaña a la exposición y que ha producido el Prado. Lo ha dirigido Francesco Jodice y en sus 25 minutos de duración hace que el espectador se traslade al Nueva York de finales del XIX y principios del XX para así entender la labor del factotum de ese milagro de la cultura española en Manhattan llamado Hispanic Society.
Los expertos creen que esta exposición puede compararse con la que en 2011 llenó el Prado con los tesoros del Hermitage de San Petersburgo y que fue una de las exposiciones de más éxito de la reciente historia del Museo. Todo en esta muestra recuerda la labor de Hungtinton y es lógico que así sea, puro ejemplo del self made man norteamericano. Archer Milton Hungtinton ( 1870-1955) fue un hispanista que fundó la Hispanic Society en 1904 y que aunque nacido en el Bronx, ¿quién se lo iba a decir a tantos raperos?, heredó una de las grandes fortunas del país, lo que es decir mucho. A los doce años se fue a Londres y a París y en la capital británica se hizo con un ejemplar de Zincali: los gitanos en España, de George Borrow, el simpático y trascendental autor de La Biblia en España y que tradujo para nosotros Manuel Azaña. Se encandiló con la cultura española y a los 20 años se hizo la ruta del Cid en carro, de Burgos a Valencia, estamos en 1890, y fue entonces cuando se le ocurrió la idea de fundar una institución dedicada a la cultura española en Manhattan, en el alto Manhattan, muy cerquita de Harlem, razón que ha hecho en ciudad tan temerosa de negros que la Hispanic Society no esté dentro de los circuitos museísticos de la isla, como el MOMA y el Metropolitan, a pesar de su calidad. Como Harlem se está gentrificando a marchas forzadas es de suponer que la zona de Washington Heights, que es donde se ubica la Hispanic Society, por lo menos eso cree Mitchell Codding, director de la Hispanic Society desde 1995 y comisario de esta exposición del Prado, haga que la institución entre por fin dentro de los circuitos turísticos: los españoles que pasen por allí se van a llevar varias sorpresas, por ejemplo, la estatua del Cid que preside la entrada de la Hispanic Society, blandiendo una lanza, obra realizada por Anna Vaught Hyatt, esposa de Hungtinton.
La institución ha aprovechado que su sede está en obras para pasear sus joyas como el Retrato de la Duquesa de Alba de negro, de Goya, que restauró el Prado hace pocos años, Sorollas como los paneles de Visión de España que estuvieron en nuestro país de gira y recibieron la cifra de casi un millón de visitantes... y todo esto por no hablar de la biblioteca, procedentes del fondo de la de Jerez de los Caballeros, 300.000 manuscritos, cartas, documentos, 250 incunables... el mapa de Américo Vespuccio, una verdadera joya, se expone, claro, así como una Biblia de siglo XIII, el Libro de Horas Negro de María de Castilla, una carta de Carlos V a Felipe II, así como misivas de Rubens, Velázquez...
En fin, tres velázquez expuestos, un goya, tres grecos, un murillo, un zurbarán, un alonso cano, varios sorollas, angladas camarasas, zuloagas, un nonell, esculturas de Juan de Mena, de Juan de Juni... y rizando el rizo, un pyxis de marfil del año 966, realizado por Khalaf, procedente de Medina Azahara, y de los que sólo se conservan seis en el mundo.
Una exposición notable que , junto a la de los tesoros del Museo de Budapest en el Thyssen, hacen de Madrid una de las capitales artísticas del momento en Europa.