CINE / El estreno de la semana

‘Día de patriotas’: envidiable cine americano

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Día de patriotas
Póster original de Día de patriotas, la película dirigida por Peter Berg. / Entertaiment One

El 15 de abril de 2013 estallaron tres bombas en Boylston Street, antes de la línea de meta de la Maratón de Boston. Los artefactos eran ollas a presión rellenas de metralla para hacer el mayor daño posible entre el público asistente. Las bombas mataron a tres inocentes y otras 282 personas resultaron heridas, muchas de ellas con amputaciones. Los pirados que cometieron esta salvajada fueron los hermanos Tamerlán y Dzojar Tsarnaév con la complicidad de sus familiares y amigos universitarios. Tamerlán fue abatido y su hermano fue capturado finalmente y condenado a pena de muerte por inyección letal. A día de hoy sigue en el Corredor de la muerte.

Debo reconocer que no esperaba la película que he visto. Me temía que iba a ser una película patriotera y de acción sin mucho fuste y la verdad es que me ha sorprendido. La película ha sabido captar el horror, el trabajo policial, la caza al hombre y la unión de una ciudad y un país ante el mal más repugnante y gratuito, un mal que Día de patriotas lo enfrenta al amor de pareja, de familia, de hogar. En fin: de la gente buena que usó el símbolo de las zapatillas deportivas como unión frente el terror. Y lo hace de forma audaz, sin sonrojarse y sin pedir perdón por poder resultar ñoño.

Qué envidia me dan los americanos. Y no solo me refiero a su poderío como industria del cine, sino por cómo son capaces de ajustar cuentas con su más reciente historia. Piensen que solo tres años tras el atentado esta película ya se estaba rodando. Lo mismo se puede decir de recientes películas sobre el 11-S, Snowden, la caza de Osama bin Laden o la patraña de las armas de destrucción masiva que nuestro Josemari tan bien pregonó.

En España, en cambio, hemos tardado décadas en hablar de los GAL o de Luis Roldán. Y lo que es más grave: se han rodado más películas sobre terroristas que sobre víctimas. No existen las ficciones decentes sobre atentados como los de 11-M o Hipercor, ni sobre el secuestro de Ortega Lara o el rastrero asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA. Por el contrario, tenemos películas que humanizan a los terroristas como Días contados u Operación Ogro. Creo que esto dice muy poco del cine de un país. De un país a secas.

Día de patriotas, considerada una de las 10 mejores películas del año por el National Board of Review y ovacionada en el AFI, está estupendamente documentada y cuenta con un montaje admirable (usando multitud de formatos de cámara, muchas de ellas de seguridad). Su director, Peter Berg, ha logrado uno de sus mejores trabajos, en la liga de su comedia burra Very Bad Things o la bélica y espectacular La sombra del reino. Esta película es, por cierto, el tercer film con su amigo Mark Wahlberg tras El único superviviente y la reciente Marea negra.

Hay que reconocer que Mark Wahlberg es un tío muy listo. Ahí le tienen, el que empezó a ser famoso como un trozo de carne que cantaba rap y sugería paquete para la marca Calvin Klein es hoy un productor como la copa de un pino. Nacido en Boston y muy implicado en esta producción, Wahlberg es el excelente y poderoso productor de series como En terapia, Broadwalk Empire, El séquito o de estupendas películas como Prisioneros. Casi nada.

Igual que United 93, esta película mezcla admirablemente el cine de acción y el cine documental y sobre todo en su tramo final, en el que vemos a los protagonista reales de la historia incluso hablando a cámara. Y consigue grandes escenas, como la del atentado, el horror en los improvisados hospitales, el tiroteo final y la brillante escena del interrogatorio con las dos mujeres, la cobarde esposa de uno de los terroristas y una brillante policía.

Día de patriotas es una más que digna película policial, va más allá del género y proclama sin rubor que el odio solo se gana con el amor, que esto no es una “guerra contra el terror” y que nada se puede hacer ante el terrorismo absurdo. La película es, en definitiva, un buen homenaje a una ciudad y a un país sin complejos. Nada menos que un canto al amor y a hacer el bien.

Lo peor: su excesiva duración y unas gotas de patrioterismo.

Lo mejor: ver las verdaderas caras de sus protagonistas en un final que te parte el alma.

El plan b:

Y frente al efectivo cine norteamericano otra película española que no sabes para qué público se hace. En Brava Laia Marull interpreta a Janine, una mujer que sufre un asalto en el metro. Buscando escapar de su depresión y obsesión, viaja hasta el pueblo donde vive su padre para aislarse. Pero no todo será tan sencillo como ella pensaba en un primer momento.

Dirigida por Roser Aguilar, Brava es ideal para fans de la señora Marull y el cine intimista, minimalista y desgarrado. Todavía queda gente así, no se crean.

E One (YouTube)

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