PULSIÓN SOBERANISTA / Los intelectuales opinan sobre la situación política de Cataluña

¿Dónde están los intelectuales en la crisis entre Cataluña y España?

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En todo conflicto político que afecta a millones de ciudadanos, los políticos tiene la última palabra, pero no se deben despreciar las palabras de un intelectual. Permitan, aunque la palabreja esté algo en desuso por pretenciosa, que llamemos así a ese grupo social que nos dedicamos a las obras culturales. Pocos de estos intelectuales se han mojado con el tema catalán. Isabel Coixet, de las pocas que han tenido el valor de mojarse, llegó a escribir en El País: “Dos individuos con banderas esteladas atadas al cuello me han increpado gritándome en la puerta de mi casa llamándome “fascista”.

Para Isaac Rosa la solución es más presión ciudadana en favor de la negociación. Fernando Aramburu, por su parte, pide “sentido pedagógico, pargamatismo y sosiego”

El director de cine Mariano Barroso, dos veces ganador del Goya, ha exigido que Rajoy y Puigdemont se sienten a hablar y dejen sus banderas en la puerta. Y si no sacan nada de esa reunión que dimitan inmediatamente. El escritor Isaac Rosa ha dicho que la solución es más presión ciudadana en favor de la negociación entre las dos partes. Fernando Aramburu, autor de Patria y que ha declinado amablemente comentar más sobre el tema en este reportaje, ha pedido a quienes tengan responsabilidades políticas que actúen “con sentido pedagógico, pragmatismo y sosiego”.

El escritor Juan Marsé escribió que el proceso catalán “es incompatible con un Estado de Derecho”. Joan Manuel Serrat dijo que no iría a votar a unas elecciones “que no apelaran a la mayoría de la ciudadanía y que no fuera realmente vinculante". Y Eduardo Mendoza remató: “Se hará porque han dicho que se tiene que hacer. Pero el mismo referéndum anula su razón de ser. Todo es un proceso descarrilado. El tren sigue corriendo pero ya fuera de las vías”.

En declaraciones a cuartopoder.es, Manuel Huerga (Premio Extraordinario de Cinematografía de la Generalidad de Cataluña y director de las Ceremonias de Inauguración y Clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona) se siente “defraudado por el silencio de algunos amigos y conocidos, o sencillamente personas que sigo con interés “intelectual” porque no acabo de saber si ese silencio “otorga” o no se manifiestan por temor. En Cataluña la gente se expresa con más libertad, aunque algunos padecen reacciones hostiles por no coincidir con un sentir que parece dominante”.

A David Torres le parece que “quienes no han estado a la altura son nuestros representantes políticos, con mención especial para el Gobierno y el Jefe del Estado”

Huerga apuesta por “un referéndum legal vinculante y estoy totalmente dispuesto a aceptar el resultado. Pero vivimos en una falsa democracia y en una falta de libertad real cuyos gobernantes han buscado la confrontación. Estamos bajo un gobierno corrupto, totalmente descalificado para dar lecciones de democracia y legalidad y que utiliza la fuerza contra ciudadanos. Creo que la mayoría de intelectuales en España prefieren mirar el panorama con distancia, a veces para no comprometer su estatus, no perder seguidores. Y si se manifiestan, la mayoría lo hacen para apoyar el orden establecido. Hay muy pocos que se mojan a favor del derecho a decidir de los catalanes, que es lo único que hemos estado reclamando”.

A David Torres, novelista, finalista del Premio Nadal por El gran silencio y colaborador de Público, El Mundo y cuartopoder.es, le parece que “salvo notables excepciones, a los intelectuales se los nota tibios, reacios a intervenir en medio de una crisis tan grave. Desde luego, quienes no han estado a la altura son nuestros representantes políticos, con mención especial para el Gobierno y el Jefe del Estado, quienes una vez más han demostrado que no se ganan ni un euro del sueldo y que harían mejor en ponerse el uniforme de antidisturbios”.

Para Carlos González Peón, insobornable crítico literario conocido como Carlos Tongoy, “aquí nadie parece estar a la altura de los acontecimientos. Empezando por los propios acontecimientos. La intelectualidad, sea lo que sea eso, vive también sujeta a sus pasiones: han dicho demasiadas barbaridades y o están las posiciones de unos demasiado extremas o son las opiniones de otros demasiado tibias. Todos se llevan la boca con la misma obviedad: diálogo. Que es una palabra muy bonita, pero tiene que haber cierta disposición y no parece que ninguna de la partes esté dispuesta a semejante cosa. Creo que quien tiene que estar a la altura son los políticos. A los intelectuales conviene no hacerles mucho caso mientras despotrican; ya los juzgaremos en el futuro, cuando corresponda.

"Apenas he escuchado ninguna voz de peso intelectual que haya demostrado entender el tema desde una óptica empática y constructiva”, señala Diego Pardo

Para el novelista Diego Pardo, Premio Mateu Seguí Puntas de periodismo, “ha habido y hay un desconocimiento general del problema en Cataluña, propiciado en gran parte por la falta de imparcialidad de los medios. Apenas he escuchado ninguna voz de peso intelectual que haya demostrado entender el tema desde una óptica empática y constructiva”.

Pocos intelectuales han tenido una postura activa ante este conflicto. De los pocos que han tenido arrojo para hablar del tema están los citados Marsé, Mendoza o Coixet. Sobre sus posturas, Torres opina que no le interesan demasiado ni Mendoza ni Coixet, pero cree que Marsé no tiene nada que demostrar. “Su obra es un soberbio ejemplo de mestizaje cultural, de la potencia que se consigue sumando en lugar de restando y escribiendo desde la lengua catalana, la de Josep Pla. Las grandes novelas de Marsé -que es tanto como decir las mejores de la literatura en español de las últimas décadas- no son solo una radiografía exacta de la sociedad catalana, sino también un canto de amor a sus ciudades y sus gentes. Tacharlo de “renegado” es un verdadero disparate y creo que cualquier independentista con dos dedos de frente no suscribiría ese insulto”.

Para Tongoy “si los intelectuales van a ser todos como Coixet, confirmo que mejor nos irá no prestándoles demasiada atención. Su artículo de El País me parece la cosa más tonta que he leído en años. Pero claro, es El País, el diario perfecto para ese tipo de opiniones. Coixet no ha estado a la altura. Mismo caso para las pintadas en los libros de Marsé. Siempre ha habido gente que no sabe comportarse en las bibliotecas, no hagamos un drama de una simple pintadita. El artículo de Mendoza, también El País, me pareció bastante tibio.

¿Y la solución? Para Huerga siempre debe ser el diálogo. “Pero para ello hace falta que las dos partes estén dispuestas. Y si las aspiraciones de una parte importante de catalanes quiere cambiar sus condiciones de vida se les debería escuchar, dialogar y negociar una solución. Esto no ha sucedido de la noche a la mañana, viene de muy lejos y jamás se ha dado a los catalanes ninguna posibilidad de reivindicar sus derechos históricos y culturales. Tradicionalmente han sido castigados y obligados a obedecer bajo unas condiciones impuestas. Y esto ni es democrático ni nada. Es una situación injusta”.

Diego Prado opina que: “Mientras gobierne un partido tan cerril como el PP el problema no hará sino crecer" y aboga por un federalismo moderno, no excluyente

Sobre el futuro, Torres cree que “pagamos un sueldo a los políticos para que resuelvan problemas, no para que los creen. Uno puede pensar lo que quiera del auge independentista catalán (a mí no me gusta un pelo) pero está ahí, existe, y no va a desaparecer mediante la maniobra de mirar para otro lado. Más bien ha sucedido al contrario: la negativa del Gobierno español durante décadas -pero muy en especial durante los últimos cuatro años- a debatir un problema tan grave. Hay que ser un auténtico incompetente para que un problema político interno haya sido portada internacional en todo el mundo”. Para Prado “mientras gobierne un partido tan cerril como el PP el problema no hará sino crecer. Espero que, en el futuro, España haya madurado lo suficiente para plantear un federalismo moderno y no excluyente”.

Tongoy es más pesimista: “No veo la solución. Si nadie mueve ficha, tendremos que ir a la guerra y matarnos unos a otros. Si algo ha demostrado la historia es que algunos políticos es para lo único que sirven. La cuerda todavía no se ha roto; la siguen tensando. El final es hasta previsible: Cataluña no será independiente, pero por el camino, ¿cuántos votos habrán ganado, unos y otros, para la causa? Al final es de lo que se trata, nada más. El Govern no tiene legitimidad para hacer lo que está haciendo y lo sabe perfectamente, como también sabe que a medio plazo saldrá ganando. Todos lo harán, en realidad, Rajoy incluido, que ya es mala suerte. Estas “pequeñas” revoluciones (en tanto que “fracasadas” de antemano) siempre benefician al poder. Cada día que pasa tengo más claro que no somos más que peones en un tablero de una partida que ambos contendientes saben que acabará en masacre, pero también en tablas. Y por el camino: votos, votos, votos”.

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