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‘Call Me by Your Name’: homoerotismo, pudor y pedantería

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Cartel anunciador de 'Call Me by Your Name'
Cartel anunciador de la película 'Call Me by Your Name', dirigida por Luca Guadagnino.

Para el American Film Institute y el National Board of Review la película es de las 10 mejores del 2017 y ha logrado cuatro nominaciones a los Oscar, entre ellos el de Mejor película. Es el film de moda, el nuevo Brokeback Mountain (en lo que a prestigio académico se refiere). A mí más que al tostón de los vaqueros (más bien ovejeros) la película me recuerda a Belleza robada, de Bernardo Bertolucci. En ella la bella y joven Liv Tyler aparecía, también en un verano italiano, rodeada de pedantes.

En Call Me by Your Name el objeto de deseo no es una chicha de 19, sino un menor, un guapo joven de 17 años. El pobre, como Liv, está rodeado de intelectuales y también él es bastante redicho, toca el piano y sabe muchos idiomas. Elio (un creíble Timothée Chalamet) pasa sus vacaciones en una villa en el norte de Italia. La casa es de lo padres, judíos forrados con su propio servicio. En la villa reciben la visita de un señor que lee filosofía en voz alta llamado Oliver (muy flojito Armie Hammer).

Me gustan las películas de verano y sexo, de grandes amistades y duras despedidas, de despertar sexual y también de salida del armario. Y esta peli seduce por sus localizaciones, su banda sonora y su fotografía, pero no soy capaz de identificarme con los personajes, no me interesan. Supongo que a James Ivory, tan fascinado por la clase pudiente, sí. Y por eso escribió el guión de la película. La temática gay unida al mundo de la alta alcurnia no es nuevo en él. Ahí está la bastante aburrida Maurice para demostrarlo.

Lo culto e intelectual en Call Me by Your Name resulta estomagante. La casa está plagada de libros, el padre (experto en arte) se mueve y habla como una adorable señora (un personaje muy poco matizado), la madre no da palo al agua en todo el día (solo lee en voz alta traduciendo un libro en alemán en una escena tronchate), el chaval tiene elevados conocimientos musicales, el invitado discute sobre filosofía con el chaval... Todo muy cargante, oigan.

La película, lógicamente, ha caído en gracia en el colectivo gay y no digamos en cierta crítica arrebatada que está viendo la película hasta tres veces. Pero no es una película que sea universal y se identifique con la mayor parte del colectivo gay. Aquí tenemos a unos padres que son la mar de abiertos (el nene habla de su próxima pérdida de la virginidad en una mesa familiar y en otra escena ridícula), a un padre que es medio madre y un ambiente de libertad sexual en plenos ochenta en Italia que da un poco de risa.

Y como en Brokeback Mountain, el tratamiento del sexo es pudoroso, pacato y cobarde. Cuando el adolescente y el visitante van a ponerse al tema, la cámara los abandona y se pierde en el bosque (literal). Muy cutre el tema. Y ojo, no pido porno, pido algo de valor en este tipo de escenas, por otra parte tan necesarias. Lo de esta película no es elegancia, es cobardía. Y para cuando te hacen una escena pretendidamente valiente, te hacen una escena ridícula con un melocotón que es para morirse.

Sea como fuere, la película ha sido un bombazo internacional y aunque el director de la cinta (Luca Guadagnino) había anunciado que el film cerraba una trilogía basada en el deseo (junto a Yo Soy el Amor y Cegados Por el Sol), finalmente será una pentalogía. Tendremos segunda y tercera parte de esta historia.

En resumen: no empaticé, pero Call Me by Your Name tiene sus momentos. La conversación que tiene Elio con su padre es magnífica. En ella el progenitor le recuerda que la carne no siempre es joven, y que le quiten lo bailao al chaval. Y que hay que saber usar esa carne joven y perfecta o cometer un error terrible, un desperdicio. Elio tiene el coraje de hacer lo que hace a pesar del dolor que le acarreará. Y lo hace de forma instintiva y a la vez tierna, como cuando le toca por primera vez los genitales a Oliver en una escena entre vulgar y tierna.

Lo peor: su insufrible pedantería y la innecesaria escena del melocotón.

Lo mejor: la citada conversación con el padre y la escena frente a la chimenea.

El plan B:

Nominada a Mejor película de habla no inglesa en los Oscar, en los Globos de Oro y en los BAFTA y Premio del Jurado en Cannes, la película rusa Sin amor nos habla de una pareja en pleno divorcio y que debe encontrar a su hijo desaparecido. Dramón intenso, pero con pedigrí.

4 Comments
  1. Juanjo Mateos says

    Ya me has quitado las ganas de verla, cabronazo, veremos la de Spielberg.

  2. Anónimo says
  3. Anónimo says
  4. MALO says

    Ya la he visto y es buenísima. Nada que ver con la crítica de arriba. Y ni aquí ni en Maurice «el tratamiento del sexo es pudoroso, pacato y cobarde», al contrario. Si quieres porno te pones una X y te alivias. Pero lo que aquí se cuenta es una buena historia con unos grandes actores y un perfecto guión. Menos mal que ya no hay críticas de pelis en CuartoPoder. ¿Para qué?

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