Lo nuevo de Ken Loach no es cine social, es de terror

  • "Sorry We Missed You" nos habla de la perversa mutación del capitalismo, de la “uberización” de una clase trabajadora sin conciencia de clase, sin unión, sin valor

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“El modelo de negocio de Amazon, a largo plazo, es insostenible. En primer lugar por la increíble desigualdad: Jeff Bezos tiene una riqueza que no puede ni imaginar. Y la gente que trabaja para él son desesperadamente pobres”. (Ken Loach)

Sorry We Missed You, brillante juego de palabras que da título a la nueva película de Loach, empieza con la pantalla en negro, con las voces de sus protagonistas en off. El currante Ricky Turner es entrevistado por Gavin Maloney (un cerdo sin alma como hay miles) para conseguir un trabajo de mensajero y transportista. En la entrevista relata lo mucho que ha currado durante su vida (ha hecho desde carpintería hasta construcción) y Maloney le pregunta si se ha cogido el paro, a lo que Ricky responde: “No, eso no es para mí”. “Pues eres de los nuestros”, remata el jefe.

Desde la primera secuencia sabemos que Ricky carece de conciencia de clase, no se considera miembro de la clase obrera, quiere ser eso que llaman “emprendedor” y pagarse la casa a base de trabajar como un desgraciado (catorce horas al día, seis día a la semana). La decisión de “ser su propio jefe”, trabajar por su cuenta y sin contrato (sin un solo derecho pero fichando y manteniendo las obligaciones habituales, el gran tocomocho liberal) afectará de forma brutal a su vida familiar, a los suyos.

El trabajo de esclavo del padre de familia arrasa literalmente su hogar. En este sentido Paul Laverty (guionista habitual en películas de Loach y en las de su pareja Icíar Bollaín) es brillante al mostrar el nuevo capitalismo como un ente demoníaco que secuestra y engulle el alma del padre de familia, literalmente. Por culpa del trabajo esclavo desaparece la vida de pareja, la familiar y Ricky hasta llega a pegar a su hijo. Y ni su mujer, ni sus dos hijos pueden hacer nada ante el devastador destino del padre. De hecho, en el envenenado cartel de la película vemos a Ricky riendo con su hija en la parte de atrás de su furgoneta. Hay que tener mala leche porque ese cartel no tiene nada que ver con la película.

En su desesperada lucha, el protagonista de Sorry We Missed You, en el fondo un buen tío, no solo se convierte en un mal padre y un mal marido, también en un mal compañero, en un traidor, un esquirol en los nuevos y oscuros entornos laborales que vivimos. Cuando Maloney se enfrenta a un conductor exhausto, lo denigra, pide que alguien le sustituya y el único que se ofrece es Ricky. Y es evidente lo que Laverty expone de forma sencilla y hasta elemental: no hay abuso capitalista sin que un obrero participe de ese abuso con su complicidad, sin ayudar al compañero, sin plantarse ante lo injusto, aceptando el sálvese quien pueda.

Sorry We Missed You, Premio del público y Mejor film europeo en el último festival de San Sebastián, no llega a ser tan buena como la anterior película de Ken Loach (Yo, Daniel Blake, ganadora en Cannes y comentada en cuartopoder). El problema quizás sea que la trama principal (la explotación laboral del protagonista) tiene más enjundia que las otras tramas: la de la mujer cuidando de ancianos y discapacitados en sus casas y la del hijo rebelde con su banda de jóvenes graffiteros. La niña, que parece la más inteligente de toda la familia, es la única que da un mínimo contrapunto de luz y humor, que encima Ricky acaba pagando en el trabajo.

Aun así, el último acto de la película es tan bestial (no escribo todo lo que le sucede al protagonista para no hacer spoilers), que la película levanta el vuelo de forma admirable y sales del cine machacado y como solo Loach y unos pocos más saben lograr en el espectador. El plano final es de una violencia desgarradora, demoledora. Y sin usar explosiones, tiros, ni sangre.

Sorry We Missed You está hermanada con otros títulos de Loach, cineasta de una coherencia pasmosa. En En un mundo libre denunciaba la flexibilidad laboral, la globalización, los horarios infames, los salarios de miseria y el absurdo consumismo. En La cuadrilla, los currantes de la British Rail ven como su empresa pública es privatizada y deben decidir si seguir con las nuevas normas o buscar trabajo en agencias de trabajo temporal. En Mi nombre es Joe habló del paro y el alcoholismo de un hombre que quiere redimirse socialmente pero se lo ponen muy complicado.

La gran Ladybird, Ladybird también se parece a Sorry We Missed You porque su protagonista no puede salir de una espiral de fatalidad (otra peli de terror): los servicios sociales británicos y su terrorífica burocracia se llevan a todos los hijos de la protagonista como si un ente maligno atacara una casa. Y por último, la maravillosa Lloviendo piedras (posiblemente mi favorita de Loach), con otro padre sin un puñetero duro y que se desvive para que su hija vista como se merece en su Primera Comunión.

Sorry We Missed You nos habla de la perversa mutación del capitalismo, de la “uberización” de una clase trabajadora sin conciencia de clase, sin unión, sin valor, aterrada, anulada. El infame fenómeno del falso autónomo y la autoexplotación son el tema de la película junto a la destrucción de la familia que implica este horror. Habla de algo que se expande por todo el planeta y sin freno: el trabajador al que obligan a ser empresario y acaba siendo más esclavo que antes, cuando tenía un contrato y un sueldo. Una jugada maestra.

Ojalá Loach tenga razón y esto explote algún día. Ojalá a largo plazo sea insostenible.

Lo peor:

Informaciones del guión que Laverty se podía haber ahorrado, como el dinero que sabes que va a tener que pagar el protagonista. Es un texto demasiado previsible.

La dirección de actores y el casting no es tan bueno como nos tiene acostumbrados Loach. Aunque el casi desconocido Kris Hitchen está bien, resultan especialmente mediocres los trabajos de los debutantes Rhys Stone (el hijo) y Debbie Honeywood (la madre).

No hay hueco para el humor, la película es seca y quizás se tome demasiado en serio. Es una de las películas más duras de Loach.

Lo mejor:

Que un hombre de 83 años siga al pie del cañón y no solo rodando, sino denunciando, peleando, señalando a los malos.

Aunque lo intuyes y lo ves venir, el demoledor tramo final de la película. Puro terror.

2 Comments
  1. Julio Loras Zaera says

    De ser una mutación, es una retromutación: relaciones laborales de principios del XIX con tecnología del XXI.

  2. Pingamona says

    Me ha gustado la crítica. Pero pensaba que nombrarías algunos temas que se tocan de forma tangencial: la soledad/individualismo en la sociedad actual, y sobre todo la soledad del anciano; la clase media aspiracional y la tecnología (la mujer tiene un móvil Apple)… Y sobre todo: son cosas mías o la película es una crítica implícita a ciertos conceptos expandidos en el feminismo como «masculinidad tóxica» Autorrevisión, aquello de haber convertido al enemigo al hombre blanco hetero…

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