LIBROS
De tarados y zombies en el Capitolio
- "La nueva novela de Chuck Palahniuk se llama ‘El día del ajuste’, una farsa de tonos gore y película de vampiros y zombies que resulta transformarse, en el fondo, en una narración de tesis política"
- "La novela nos introduce en una serie de escenas a cada cual más brutal, más estrambótica, más paranoide, más dada a la farsa más genuinamente norteamericana"
- "La narración es inquietante y posee la facultad de hacernos entender lo sucedido el 6 de enero justamente por lo contrario que preconiza"
Esta última novela de Chuck Palahniuk (Pasco, Whasington 1962), el enorme y gran novelista satírico norteamericano, es una farsa de tonos gore y película de vampiros y zombies que resulta transformarse, en el fondo, en una narración de tesis política donde un grupo de palurdos toman el Capitolio en una escena casi visionaria que parece prever los sucesos de enero de este año, algo que ya se reveía en El club de la lucha, lo que pasa que en El día del ajuste (Literatura Random House, 2021) todo resulta más exacerbado: “Se colaban de puntillas en los recintos del poder. Edificios majestuosos erigidos con su sudor y a los que levaban demasiado tiempo mandando a sus delegados. Llegaban para ver con sus propios ojos el noble entorno donde sus vidas o bien empezarían, o bien terminarían. Cuando levantaban la vista hacia las altísimas bóvedas de granito o la bajaban para contemplar las hectáreas de mármol bruñido, se sentían diminutos y débiles. Pero cuando se apiñaban en las galerías de espectadores, codo con codo y rodilla con rodilla, formando una sola muchedumbre, y percibían cuán pocos eran los representantes electos, se sentía invencibles”.
Esta novela, que tuvo que esperar cinco años en reserva porque las editoriales decían que era un libro que podía exacerbar más los ánimos en Estados Unidos, comenzó a gestarse en Madrid, cuando Palahniuk, a fin de dar el último toque a un libro de relatos, alquiló un apartamento en la ciudad. Cuando éste quería saber lo que pasaba en su país ponía las noticias de la TV española y cayó en la cuenta de que su país, visto desde España, parecía un país de tarados. Y había razones para ello: eran muchos los norteamericanos que exigían espacios en los que desarrollar libremente su identidad, fundando naciones independientes. Y por ahí andan las tesis del Calexit, la exigencia de Keith Ellison de erigir una nación negra en el sudeste del país, que si Georgia, que si Florida, o los discursos de Jared Taylor queriendo fundar una nación exclusivamente formada por blancos o el movimiento Hotep Nation, que potencia el orgullo negro pero remitiéndose a los antiguos egipcios... Entonces se le ocurrió escribir algo parecido a Lo que el viento se llevó, cambiando el personaje de Scarlett O´Hara por el de la hispana Shasta Sánchez, con el telón de fondo de una guerra civil que deriva en una serie de naciones independientes. Unos Estados Des-Unidos, en definitiva. Comenzó, entonces, a escribirla y cuando la acabó ninguna editorial se atrevió a publicarla. Persistente, llegó a plantearse publicarla en Amazon cuando W.W. Norton vio la oportunidad de editarla pensando con razón que con publicitar una novela del muy fustigador de la corrección política como Chuck Palahniuk bastaba para que fuera un éxito.
La trama se basa, claro, siendo novela tan norteamericana de ahora en la teoría de la conspiración que produce paranoicos, cuya característica principal es que son terriblemente coherentes porque poseen una capacidad de autosugestión fuera de lo común. Ante la teoría de un profesor de origen alemán que demuestra que todas las guerras y catástrofes han sido protagonizadas por naciones que tenían un excedente de jóvenes machos, un senador corrupto quiere instaurar el servicio militar obligatorio para, mediante una guerra en Oriente Medio con una nación musulmana con la que estaría compinchada, se llevaría a cabo un guerra nuclear de corto alcance a fin de que los Estados Unidos queden libres de los dos millones de jovenzuelos que les sobran. Pero el sistema no prevé que, de pronto, como en la Revolución Francesa son los desarraigados los que toman los edificios públicos, asesinan a las élites y erigen un nuevo orden con naciones independientes como Negrotopía, Gaysia y Caucasia, naciones negras, gays y blancas heterosexuales, que tendrá lugar el Día del Ajuste.
La novela nos introduce en una serie de escenas a cada cual más brutal, más estrambótica, más paranoide, más dada a la farsa más genuinamente norteamericana que cuando posee calidad es capaz de alcanzar cotas de difícil alcance. Y Palahniuk es un maestro de la ironía y la farsa, donde la mezcla de géneros y referencias llega al enciclopedismo... de Wikipedia porque, al modo del Flaubert del Diccionario de lugares comunes considera que son estos los modos en que se manifiesta la estupidez de nuestro tiempo. Y, desde luego, la novela está trufada de citas, guiños literarios, críticas a algunos escritores como John Steinbeck y sus Las uvas de la ira, a la que pone a parir a favor de El manantial, de Ayn Rand, lo que no deja de ser una provocación o la referencia a Gore Vidal cuando da a entender por boca de otro que había muerto de “hemorroides cerebral”
El resultado de todo este batiburrillo es una novela que quizá sea la más atrevida de Palahniuk pero donde también constatamos que cada vez exacerba más el estilo y los modos narrativos que le han dado fama. De ahí el peligro de que canse, por agotamiento de la intensidad, como sucede un tanto con Thomas Pynchon y su narrativa paranoide. En cualquier caso la narración es inquietante y posee la facultad de hacernos entender lo sucedido el 6 de enero justamente por lo contrario que preconiza pero nada alejado de esa sensación de nihilismo desatado y donde el personaje de tipo adornado con la piel de búfalo y cuernos parecía sacado de la novela.
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