‘Absolutamente todo’: ¿para esto vuelves al cine, Terry Jones?

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Cartel de la película de Terry Jones 'Absolutamente todo'. / Wanda Vision

Hacía ya veinte años que uno de los fundadores de los Monty Python, el gran Terry Jones, no se colocaba tras la cámara. Lo último que pudimos ver de él en cine fue Viento en los sauces, una rara comedia fantástica para la familia basada en la novela de Kenneth Grahame, un clásico de la literatura inglesa que alerta sobre la devastación que acarrea el loco consumismo. En ella Jones homenajeó con buen gusto al cine mudo y a Richard Lester.

Pero su regreso, y seguramente su despedida, ha resultado tan fallido como innecesario. Absolutamente todo no está a la altura de uno de los comediantes, junto a sus compañeros en los Monty Python, más importantes del siglo XX. Aquel que no lo haya visto tocando desnudo el piano, como la madre de Brian en La vida de Brian o como la madre que canta 'Todo esperma es sagrado' ante sus cientos de hijos en El sentido de la vida, se ha perdido de lo mejorcito en comedia cinematográfica.

Jones, que aquí dirige y escribe (junto a Gavin Scott, especialista en cine infantil), regresa con una especie de bufa de ciencia ficción en la que unos extraterrestres, hartos de la incompetencia humana, le dan grandes poderes a un humilde profesor, un tipo que descubre que puede hacer cualquier cosa. Puede tener un cuerpo diez, resucitar a los muertos, hablar con su perro, ser presidente de los estados Unidos, tener a la chica de sus sueños... Ser prácticamente un dios. ¿No les suena el argumento? Sustituyan a los extraterrestres por Dios y tienen la película Como Dios, con Jim Carrey y su amplia paleta de muecas.

Jones se ha esforzado en camuflar el plagio y el desastre general llamando a sus compañeros de Monty Python, que han puesto sus voces a los extraterrestres, pero el resultado es chocarrero, no le funciona el slaptstick, su humor es torpe, nada provocador.

Si a esta parálisis creativa unimos al mediocre actor Simon Pegg, tenemos la ruina completa. Pegg es un tipo proveniente de la televisión y que me parece bastante anodino. El tío se ha especializado en comedietas de tercera y en las que juega con el cine fantástico (como Zombies Party o Paul) y como actor secundario en franquicias como las de Star Wars, Misión imposible, Star Trek o Tintín.

Pero el gran responsable de la total mediocridad del nuevo Terry Jones es el propio Terry Jones. El guión es pobre y la realización insulsa, algo que lleva arrastrando desde hace décadas. De hecho, los realizadores de los Monty Python eran dos tocayos: Terry Jones y Terry Gilliam, director excéntrico pero mucho mas dotado para la narración visual que Jones. Es conocido el pique que tuvieron los dos durante el rodaje de La vida de Brian, película que le hubiese gustado rodar a Gilliam pero acabó en manos de Jones por decisión de todo el grupo. En su producción, Gilliam diseñó unos decorados que finalmente Jones no usó en el film. El enorme cabreo de Guiliam no tardó en aparecer. Más o menos, acabó llamando a su compañero chapucero cineasta. A Jones, sentenció, se le daban muy bien rodar gags separados, pero no tenía ni idea de completar y dar forma a un film como cineasta. Aunque Jones ha rodado algunos momentos memorables, no le faltaba razón a Guilliam. De hecho, si se fijan, La vida de Brian está, en la mayoría de sus secuencias, rodada cámara en mano.

En todo caso, es una lástima que un talento como el de Jones se pierda en esta mamarrachada infantil, una pena que aunque le pierda el trazo grueso y siga demostrando ciertas carencias como cineasta, acabe estrenando esta cosa, que muy probablemente será su despedida del cine. Una pena que se marche así el firmante de las magistrales El sentido de la vida y La vida de Brian, la divertida Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores y la simpática Erik el vikingo.

Absolutamente todo es un film que no acaba nunca, que se hace eterno, en el que te aburres y te ríes poco. No entretiene; no engancha; los personajes están mal dibujados; la historia, una sobredosis de gags, es tonta; el guión está plagado de giros idiotas y encima mete a calzador una historia de amor made in Hollywood absolutamente rijosa. La pobre Kate Beckinsale, que ya de por sí es una actriz bastante sosa, no sabe qué hacer, está perdida, se arrastra como una zombie por la película. Deplorable trabajo el de esta señora.

En fin, una película grosera, torpe, aburrida. Una pena que éste sea el cierre de dos grandes cómicos: Terry Jones y el pobre Robin Williams, que pone la voz al perro Dennis en su último trabajo para el cine.

Esta película es otra demostración de que el talento no siempre dura, que se suele apagar y hasta extinguirse. O que si has llegado a las más altas cotas de la creatividad, quizás después sólo te quede el descenso a la total mediocridad. Un drama.

entradanumerada2 (YouTube)

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