‘The Program’: Lance Armstrong como Tony Montana

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Cartelera de The Program. / Vértigo Films.
Cartelera de 'The Program'. / Vértigo Films.

Me aburre el ciclismo. Soberanamente. A diferencia de muchos de mis amigos, nunca he visto nada interesante en esos señores, pura fibra y fuerza de voluntad, subiendo el Tourmalet. Con este prejuicio fui a ver The Program, una película sobre Lance Armstrong. Mal hecho. La película es una decente parábola sobre hacer trampas en el ascenso a la fama y el dinero y sobre un sistema corrupto que lo ampara durante años. The Program es, además, un film sobre el buen y el mal periodismo y una película de gangsters

En The Program un periodista deportivo irlandés empieza a sospechar que los triunfos de Armstrong no son debidos a su tesón y talento, que hay algo más detrás. Su director en The Sunday Times sólo ve conjeturas en su trabajo, pero él sigue investigando hasta sacar toda la basura al público. Con sus revelaciones, un mito (que había superado un cáncer que lo hizo ejemplo de millones en Estados Unidos y en el mundo) se convirtió en el más grande timador de la historia del deporte. En 2012 fue acusado de dopaje y le quitaron todos sus triunfos en el Tour.

La película de Stephen Frears va como un tiro, tiene un buen ritmo de montaje y una banda sonora estupenda. Y los actores hacen muy bien su trabajo. Ben Foster como el americano es convincente y ha hecho un gran trabajo físico (podría entrar en la liza de los Oscar) y Chris O'Dowd como el periodista David Walsh es lo mejor de la película. Tampoco están nada mal los trabajos de Guillaume Canet, Jesse Plemons, Denis Ménochet y Dustin Hoffman. Sale poquito, pero, a sus casi ochenta años, siempre se agradece verlo en la gran pantalla.

Frears como director no decepciona, aunque tampoco deslumbra. La película no tiene un sólo momento de brillantez, una secuencia por la que recuerdes especialmente esta película. Hay que asumir que Frears está en horas bajas. Curtido en la televisión británica, con mucho teatro filmado que le ayudó a ser un estupendo director de actores, se dio a conocer gracias a Mi hermosa lavandería, Sammy y Rosie se lo montan y Ábrete de orejas.

Las amistades peligrosas le abrió las puertas de Hollywood y se consolidó con Los timadores, pero resbaló estrepitosamente con la fallida y capriana comedia Héroe por accidente, con Hoffman. Su carrera en Hollywood se precipitó al abismo con un encargo tan desafortunado como El secreto de Mary Reilly, en aquella época en la que en Columbia estaban empeñados en resucitar mitos del fantástico (recuerden Lobo o el Drácula de Coppola).

Afortunadamente, Frears siempre ha apostado por su cine fuera de Hollywood con películas como Café irlandés, La camioneta, Liam, Alta fidelidad, La reina o Philomena, basada, como The Program, en hechos reales. A pesar de las buenas críticas de esta última, hay que reconocer que su carrera ha decaído mucho. Pero aunque esta película no sea redonda, no es un biopic al uso y mucho menos una tv movie de esas de echar la siesta. Stephen Frears siempre hará un trabajo decente, profesional.

El mayor acierto de The Program es que está concebida como una película de gangsters. Cuenta con todos sus elementos: un capo hecho a sí mismo (que viene de la nada y acaba siendo multimillonario a base de delinquir), una banda cómplice (el equipo de ciclistas), sus inteligentes asesores (el médico y el entrenador), su enemigo (un periodista), las amenazas a los que conocen su delito (sus competidores) y el chivato que acaba con todo. Al final de la película, Armstrong, desafiante y fanfarrón en las escaleras de su mansión, recuerda más a Tony Montana que a un deportista.

El tejano no sale nada bien parado en esta película, pero tampoco el sistema (que tardó tanto en descubrir al delincuente y estaba más centrado en el espectáculo y el negocio) y tampoco el periodismo. Cuando Walsh insiste a sus compañeros de trabajo que Armstrong no es trigo limpio, ellos le preguntan: “¿Por qué estás obsesionado con esto?” A lo que él responde: ¿Por qué vosotros no estáis obsesionados con esto?”. Uno de los mejores momentos de la película es el de la revelación de Walsh, cuando intuye que algo falla en los exagerados triunfos del ciclista y abandona la sala de prensa entre los vítores de sus colegas de trabajo.

En fin, lo bueno: una película entretenida, digna, con buen ritmo, buenos actores y una historia que atrapa. Lo malo: un guión con poca construcción de personajes y que al final resulta informativo, frío, basado en el voluminoso informe del caso. Pero es una buena opción para una sala con buen aire acondicionado. Y luego, al que le guste eso de las bicis, pues que lo complete con el Tour. Y atención a la aparición de Sergio Sauca, oigan.

Vértigo Films (YouTube)

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