‘Mascotas’: la sorpresa que ha bajado del pedestal a Pixar y Disney

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Cartel de la película 'Mascotas' que se estrena hoy.

Walt Disney, un tipo con un inmenso talento pero también bastante siniestro, coleccionó una buena ristra de Oscar por sus cortos y logró que Blancanieves y Fantasía recibieran un Oscar honorífico. Pero nunca se le concedió el Oscar a la Mejor Película, aunque Mary Poppins fue nominada en esa categoría. En 1991, año en el que La bella y la bestia fue nominada a la mejor película, no existía la categoría de Mejor Largo de Animación, creado en 2001.

Aunque la década de los ochenta es muy reaccionaria comparada con el gran cine de los sesenta y setenta, tiene sus joyas. Es en los noventa cuando el cine norteamericano entra en una crisis creativa definitiva de la que todavía no ha salido y en la que profundiza de forma estúpida y suicida. Pero curiosamente, mientras el cine de acción real entraba en barrena, el de animación vivía su gran edad de oro. La de los noventa es la década de la gran revolución del cine de animación norteamericano, auspiciada por los animadores que crecieron viendo películas de Disney.

En 1994 la compañía Pixar, comandada por John Lasseter, empezó a trabajar en los guiones de Buscando a Nemo y Bichos, inspirada en La cigarra y la hormiga de Esopo. Pero su carta de presentación y su gran bombazo a nivel mundial fue Toy Story, cuya tercera parte es, sencillamente, una joya de la historia del cine.

Pero el mercado es el mercado y, mientras Pixar alternaba rotundos éxitos y relativos fracasos, aparecieron otras compañías competidoras que también se dedicaban a la animación como Dreamworks (Shrek) o BlueSky (Ice Age). Entre ellas está Ilumination, fundada por Chris Melendrandi, el que fuera nada menos que presidente de Fox. La compañía fue comprada por Universal, aunque este estudio no mete mano en la creatividad, sólo distribuye impecablemente.

Ilumination se forró con esos seres estúpidos llamados Los Minions y cuya película superó los mil millones de dólares de taquilla. Una auténtica barbaridad.

Hoy Ilumination sigue pisando muy fuerte. Su nueva criatura es Mascotas (La vida secreta de las mascotas es su título original) y ha logrado el mejor estreno de la historia en Estados Unidos para una película que no es secuela, remake o reboot (o la madre que los parió), sino una idea “original” y que no es tan original como la venden. Estoy hablando de 103 millones de dólares, que no es moco de pavo para el Hollywood actual. El récord lo ostentaba Del revés, de su competidora Pixar. En 2015 se lo había arrebatado a esa horterada de James Cameron llamada Avatar.

Mascotas no va a pasar a la historia del cine de animación, pero es simpática y entretenida. En un edificio de Manhattan, el perro Max se encuentra con un marronazo: su dueña, a la que adora, trae al hogar a un enorme perro perdido. Su nombre es Duke. Los dos se pierden en la gran ciudad y deben enfrentarse a un cautivador conejito blanco llamado Snowball que en el fondo es un hijo de puta de cuidado y está reclutando a un ejército de animales abandonados para vengarse de la raza humana y de sus dóciles mascotas.

¿Les suena familiar? Sí, es Toy Story 3. Aquí el vaquero Woody es un perro que era el rey de la casa hasta que aparece el brutote Duke, un remedo del astronauta Buzz. Los dos se precipitan a una gran aventura juntos acompañados de una pandilla de simpáticos animales (pongan aquí los juguetes buenos) y en la que se encontrarán con unas mascotas abandonadas por sus dueños (ponga aquí a los juguetes malos) y lideradas por un conejo que en el pasado fue la mar de tierno y amado por su amo hasta que fue abandonado (pongan aquí a Sid). Clavadita, oigan.

Sí, es un plagio descarado, pero la película es entretenida. En su versión original, la voz de Max la pone el gran cómico Louis C. K. y la de Duke Eric Stonestreet (el actor obeso que hace de gay en esa sobrevalorada e irritante serie llamada Modern Family). También destaca el gran Albert Brooks (que ya puso su voz en Buscando a Nemo y su secuela) interpretando al viejo halcón Tiberius.

Chris Renaud y Yarrow Cheney, directores de Mascotas, han logrado una película visualmente impecable. Me han gustado mucho los fondos, con ese Nueva York irreal y de tonos pastel y la muy adecuada música de Alexandre Desplat. Pero tiene sus defectos. El mayor de ellos: no logra, ni de lejos, la emotividad que ha logrado Pixar en películas como WALL•E (su primera media hora es magistral) o Up (tres cuartos de lo mismo).

Mascotas sí logra un momento de emotividad y tristeza cuando Duke consigue regresar a casa, pero en la que ya no vive su querido amo. También el final tiene algunos momentos emotivos, pero no llegan a las cotas alcanzadas por Pixar. Y no es el mayor problema de Mascotas la falta de emotividad y de tramas que nos calen. Su mayor tara es que da la sensación de que quiere ir siempre muy rápido, demasiado rápido. Su ritmo a veces se hace irrespirable.

Pero, en definitiva, estamos ante una peli de verano que van a disfrutar (como locos) los críos y hasta los mayores que sepan lo que es una mascota. Así que disfrútenla y, por favor, no se pongan esas espantosas gafas 3D. Véanla como se ven, de toda la vida, las películas.

Universal Spain (YouTube)

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