¿Qué necesidad había? Puedo entender que se haga un remake para actualizar o incluso mejorar una película de otra época, pero hacerlo con un absoluto clásico del cine con 11 Oscar... Hay que ser cretino. Sólo de un despacho del Hollywood actual (producen Metro y Paramount) puede salir un aborto como éste, una película de 100 millones de dólares de presupuesto (sin contar un dineral en publicidad) que encima ha dirigido el hortera de Timur Bekmambetov, perpetrador de bazofias como Abraham Lincoln: cazador de vampiros.
Son muchas las adaptaciones de la novela homónima escrita por el abogado, militar, político y diplomático Lewis Wallace en 1880. La primera es un cortometraje de 1907, la segunda una gran producción de 1925 (una brillante película de Fred Niblo), la tercera el clásico de William Wyler (de 1957) y el resto morralla: una en 2003 (animada), otra en 2010 (miniserie) y dos este año. Sí, amigos, dos. La que comentamos esta semana y una película húngara llamada In the Name of Ben Hur y que tiene menos credibilidad y presupuesto que una peli porno.
Este recauchutado y digitalizado Ben-Hur va a pasar la historia, desde luego, pero no como sus hacedores pretendían. La película, mecánica y sin alma, va a ser uno de los mayores batacazos del año. De momento es la gran derrotada del verano en la taquilla norteamericana. En su primer fin de semana, periodo clave para cualquier película dirigida al gran público, sólo recaudó la lamentable cifra de 11 millones de dólares, una ruina para una película que ha costado 100.
¡Oh, sorpresa! Una película de tono cristianizante, sin estrellas en su cartel, con Morgan Freeman vestido de rastafari de la tercera edad, un brasileño haciendo de Jesús y todo dirigido por un realizador tan zoquete como artificioso ha sido un fracaso, qué cosas... ¡Con lo bien que han ido (sigo con la ironía) películas como Noé, Exodus: Dioses y reyes, Dioses de Egipto, Resucitado... ¡Hagamos otra del género, el público las reclama!
El Ben-Hur de Wyler se hizo en los tiempos en los que la Metro (“Más estrellas que en el cielo”) era un gigante, años en los que no importaban tanto los estudios de mercado y no existían los influencers, cuando sencillamente se quería contar una historia popular y se contrataba a estrellas del cine y a los mejores para escribirla y rodarla. Pero los tiempos cambian. A peor. Y ahora en Hollywood no saben escribir personajes con una mínima profundidad, no tienen ni idea de lo que es la épica y todo lo atiborran con efectos digitales sin sentido. Por eso el nuevo Ben-Hur no mejora ni propone nada nuevo y en dos horas aburre más que una película de tres horas y media, que es lo que duraba la estupenda película de William Wyler.
Y aunque en general es un calco del clásico del 57, en este nuevo Ben-Hur los guionistas (Keith R. Clarke y John Ridley) han decidido que Mesala es un tipo que ha sido humillado desde que era un crío y al que le falta el amor desde muy temprano. La madre que lo adoptó no le quiere, aunque le queda el cariño de su hermano Judah y el amor que le profesa en secreto a su hermana Tirzah. Menudo lío tiene el pobre.
No entiendo muy bien por qué Judah, en cambio, es un príncipe arrogante y desligado de su pueblo. Tampoco por qué Mesala odia tanto a Judah y busca venganza.
Además de un uso pueril y obvio de los recuerdos de los personajes, lo más atrevido y disparatado del nuevo Ben-Hur es que, de pura ignorancia, se carga una de las mejores ideas de guión de la película de Wyler: que no veamos nunca la cara de Jesús. Aquí lo vemos hasta aburrir. Rodrigo Santoro sale más que la madre y hermana del protagonista y hace lo que puede. Y destaca, cosa nada difícil ante tordos como Jack Huston, nieto del famoso director John Huston.
¿Tiene algo nuevo este remake? Pues sí. Aunque la carrera de cuádrigas es decepcionante (por lo exagerada y poco creíble) y el final es infecto, la batalla naval resulta espectacular.
Ben-Hur es otra de las películas que ha hecho saltar las alarmas en algunos despachos de Hollywood. A las nuevas generaciones, ignorantes del viejo cine, les importan una mierda los remakes, que no funcionan en taquilla, como tampoco lo hacen los supuestos blockbusters. Algunas grandes producciones, y a pesar de sus millonarias campañas marketing, han caído hasta un 70 % en su recaudación en la segunda semana. Las cifras cantan: Independence Day, Peter y el dragón, La leyenda de Tarzán, Cazafantasmas, Mi amigo el gigante o Star Trek: Más allá no han funcionado.
Desde hace años en Hollywood no se quiere hacer cine, se quiere hacer dinero. Pero muchas veces no se consigue ninguna de las dos cosas. Este Ben-Hur es un buen ejemplo. Así que tranquilo, Mr. Wyler, su maravillosa carrera de cuádrigas sigue sin tener competencia.
Nota: Pincha aquí y disfruta del homenaje que le hicimos al Ben-Hur de William Wyler en cuartopoder.es
No pueden estar más equivocados con el modelo de negocio que han escogido. y no es por falta de nuevas ideas ni de talento porque haberlo lo hay, pero quien maneja los hilos en Hollywood le da igual todo eso, van a por lo fácil y no van a parar hasta agotar todos los recursos. No puedo entender, con los grandes directores y las grandes películas que hemos tenido, cómo hemos sacado una herencia así en el cine. Es un modelo suicida.
Tovía buen facer na secuela coún tranxexual mapuche.