‘La bruja de Blair’: ¿Qué le estáis haciendo al cine de terror?

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La bruja de Blair- film
Cartel de la película. / eOne Films (Facebook)

Los años dorados del cine de terror fueron los setenta. En esa década se contaron historias imaginativas y brillantes y, además, se contó con algo fundamental: la falta de censura y una revolución en la creación de efectos especiales. Cineastas como Stever Splieberg, Ridley Scott o John Carpenter aprendieron de los maestros y aplicaron a sus narraciones una máxima fundamental: sugerir mucho, mostrar poco. Que el espectador imagine al monstruo, lo intuya y lo cree en su cerebro es la base fundamental en uno de los géneros más difíciles que hay: el de terror.

Desde hace años no recuerdo una buena película de terror, algo que me haya impactado de verdad. Me parece un género en decadencia, agotado, que se repite o se imita mal. Me ha pasado con películas como Paranormal Activity, Saw, La Niebla, Arrástrame al infierno, The Descent, Insidious, El expediente Warren, Llamada perdida, Las colinas tienen ojos, Babadook... podría dar decenas de ejemplos.

Hace 17 años nos vendieron la milonga de que unos tipos habían renovado el cine de terror con una película muy barata y rodada en vídeo llamada El proyecto de la bruja de Blair. En ella tres jóvenes se adentran en un bosque para rodar un documental sobre una supuesta bruja y desaparecen en extrañas circunstancias. La película, que se convirtió en la comidilla de los modernos y los festivaleros, se llevó el Premio de la Juventud en el Festival de Cannes, el de Mejor Ópera Prima en los Independent Spirit Awards y una mención especial en el Festival de Sitges.

Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, sus creadores, buscaron el dinero durante tres años y rodaron durante sólo ocho días. Su coste: 60.000 dólares. Su recaudación (sólo en Estados Unidos): 140 millones de dólares. El film, emblema del cine de las found footage movies, acabó ganando una verdadera fortuna y siendo una de las películas más rentables de todos los tiempos.

¿Cómo lo lograron? Eso sí que es historia del cine, y no su película. Montaron una perspicaz y pionera campaña en la red (entonces en pañales) en la que muchos espectadores confundieron la realidad con la ficción. Eran tiempos muy inocentes. La campaña cantaba a falso que te mueres, pero se hizo viral cuando nadie sabía lo que era algo viral. Por eso hicieron historia.

La película podría haber sido un buen corto de terror, pero estamos hablando de ochenta largos minutos. El proyecto de la bruja de Blair, ademas, es técnicamente deplorable, toda ella rodada cámara en mano. En su estreno mucha gente abandonó la sala de cine para evitar mareos o echar la raba. Otros reclamaron el importe de la entrada al considerarla un timo. Lo fue.

Ahora nos llega la innecesaria secuela, que ha costado 5 millones de dólares, mucho más que la original pero calderilla para un presupuesto de Hollywood. En ella unos estudiantes se adentran en los mismos bosques de Maryland para descubrir qué pasó en la desaparición de la hermana de uno de ellos. Una pareja de lugareños se ofrece a ser sus guías. El colmo de la originalidad.

¿Innovación? Ninguna. El guión de La bruja de Blair es tan lamentable como el de la primera pero, para colmo, menos sorprendente. Y otra vez tenemos imágenes de camarita en mano, pero adaptándose a las nuevas tecnologías. Hay hasta un dron y todo, oigan.

La película, que se estrenó en España en el festival de Sitges y fue recibida con algunos abucheos, es falsa, forzada. Las imágenes (lo graban todo) no te las crees. El recurso está agotado y no funciona. Ya le pasó, como ya comentamos en cuartopoder.es, a Night Shyamalan en La visita, rodada como si fuese un documental amateur y tremendamente fallida a pesar de su buena idea.

No siempre es fácil manejar los elementos básicos del terror. A saber: un guión en el que la presencia maligna esté sugerida más que mostrada, buenos actores, los fuera de campo, los movimientos de cámara, la luz, los efectos especiales sin abusar de ellos, los efectos de sonido, la banda sonora... Aquí se intenta aunar todos los elementos pero se hace de forma chapucera, sin estilo, sin gusto, con muy poca clase.

Llevamos años viviendo una tremenda crisis del género, que no deja de facturar malas copias o parodias sin pretenderlo, la agonía de un cine que llegó a ser grande. No hay derecho a lo que están haciendo con él.

aurumprod (YouTube)
1 Comment
  1. Galatea says

    Que pena da esto. Yo recuerdo todo aquello de La Bruja de Blair apenas era un adolescente, como no tenía internet mis amigos me flipaba con las noticias, cuando la vi en cinta me cabree bastante por lo tramposa que fue. Estaba rodada de cualquier manera como si fuera una película casera, y solo se escuchaba a una desquiciada moquear durante toda la película. No me gustó nada y esta la verdad que no le he hecho ni caso. Leyendo la crítica no puedo estar más de acuerdo en que el género está olvidado y juegan más con las tripas que con la mente, eso sí no te sacan un tímpano en el cine con los gritos de turno. Muy buen análisis y crítica. Un saludo.

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