Miguel del Arco: “Con el 21% de IVA no voy a poder aguantar la temporada que viene”

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Miguel del Arco ante un cartel de 'Las furias'.
Miguel del Arco ante un cartel de su película. / David González (Efe)

Las furias es una rareza, una película tan arriesgada como pretenciosa para lo bueno y para lo malo. También valiente, alejada del cine mainstream, del cine comercial y dócil. No lo va a tener fácil. Con un buen reparto y una dirección de actores impecable, Miguel del Arco, Premio Valle-Inclán de Teatro por De ratones y hombres y Max por Veraneantes y La función por hacer, estrena su ópera prima tras pasar por la Seminci vallisoletana. Hablamos de ella y de la penuria que supone hoy estrenar en España.

La trama de Las furias es muy coral, un retrato familiar. ¿Cómo surge la idea y cómo te planteas la estructura del guión?

— Todo empieza con la noticia que le llega a una amiga: sus padres, mayores, se van a divorciar. A partir de ahí pensé en plantear entrevistas a los protagonistas. Y empecé a entrevistar a Marga (Mercedes Sampietro).

Una entrevista falsa.

— Sí, una entrevista ficticia. Para obligarme a pensar y meterme en el personaje.

¿Y lo escribías?

— Sí, sí, escrito. Muchos folios escritos alrededor de las preguntas que Marga contesta. Habla de su pasado, de la familia... Y luego “entrevisté” a los hijos, al marido...

— O sea, que todo nace de Marga. 

— Sí, y a partir de ahí se configura un árbol genealógico. Vertebré la historia a través de la mirada de María (Macarena Sanz), la única que mira desde fuera, la loca “oficial” es la que mira desde fuera. Conocía profundamente a la familia y la vez que más he disfrutado de la escritura ha sido con Las furias. Y creo que ha sido por el conocimiento que tenía de los personajes.

— Tengo que reconocerte que iba con miedo a ver la película, miedo a que fuese teatral al estar rodada por alguien del teatro. Es un prejuicio tonto porque hay películas “teatrales” maravillosas como Martín H.

— O Luna nueva.

"La vez que más
he disfrutado de la escritura ha sido con 'Las furias' (...) Nuria Espert, a
la que tuve de 'sparring', me dijo que podría ser una buena novela"

— El caso es que la película es cinematográfica. ¿Tenías miedo a este prejuicio?

— No, es un tipo de cine. No creo que en Las furias se hable más que en una película de Woody Allen. Ese prejuicio para mí no existe, creo que es una manera pequeña de entender el cine, que no tiene por qué estar necesariamente peleada con la palabra. Y un país como el nuestro, donde generaciones como la de Pepe Sacristán (Leo) han hecho cine, radio, televisión, teatro... En un momento dado, y no sé por qué, nos inventamos que había una línea, una pared que incomunicaba las dos disciplinas: el cine y el teatro. Los propios profesionales nos hemos mirado de reojo. Y he oído tantas veces que mis montajes teatrales son cinematográficos que escuchar ahora que mi película es teatral... ¿Eva al desnudo es una película teatral? Te dicen: “Es que se podría hacer en teatro”. Ya, y Ben-Hur también.

— Al ver la película he pensado que esta historia podría ser una buena novela.

— Me lo dijo Núria Espert, a la que tuve de sparring. Hay otro prejuicio: los guiones tienen que ser mala literatura, tienen que ser telegráficos.

— Un topicazo, sólo hay que leerse el guión de Chinatown. Es una novela negra.

— Claro. A veces en Valle-Inclán las acotaciones son mejores que los diálogos. La atmósfera la tiene que captar el director de fotografía o la directora de arte y el guionista tiene que explicar esa atmósfera.

Cartel de la película. / Wanda Films
Cartel de la película. / Wanda Films

— Y en este guión hay atmósferas muy marcadas: empieza en la urbe, sigue en el campo y acabas en el mar. 

— La naturaleza viva era absolutamente esencial. Necesitas poner en el guión que se escucha el viento y las gaviotas.

— Como esa ventolera que se ve al fondo, mientras en la casa viven su propia ventolera.

— Sí, un día nos pilló una ciclogénesis y dijimos: de puta madre, vamos a rodar. No sopla, ¡paraos! ¡Sopla! ¡Vamos!

En un diálogo de la película se dice: “No se elige a la familia”. Tampoco eliges tu país.

— No.

— ¿Cómo ves tu país?

— Un miembro del jurado internacional de la Seminci, indio, dijo tras ver la película: “Esta película define perfectamente lo que le sucede a España como país”. La familia se puede extrapolar, es un microcosmos. Se dice en las empresas: “Somos una gran familia”. Un país también es una familia.

— Gritamos mucho, como los protagonistas de Las furias. ¿Estamos cada día más enfurecidos?

— Usamos la palabra como arma arrojadiza. La palabra no es un elemento de cohesión, sino diferenciador. Hablo para callarte, que es una cosa terrorífica. Ese tono, que parecía identificable con los programas del corazón, ha pasado a las tertulias. La Sexta Noche tiene ese tono, ese grito.

— Y eso se traslada al bar, al barrio, al trabajo...

— Sí, a un país que no se quiere entender. Es como en los reality shows: si eres conflictivo, si eres mal hablado, si eres marrullero... tienes muchas más prensa. Por eso me voy a comportar como tal. Qué lástima.

— Sigues siendo muy cañero con el tema del 21% de IVA para el teatro y el cine.

— Tengo un proyecto de teatro. Con el 21% de IVA no hago la temporada que viene, no voy a poder aguantar.

— Has hecho las cuentas y no salen.

— Si dependo al 100% de la taquilla, porque yo no tengo subvención de ningún tipo, la temporada que viene no sigo. Tengo que ser cañero porque están arruinando mi forma de vida.

— Y hay que comunicarlo, que se entere le gente.

"Si dependo
al 100% de la taquilla, porque
yo no tengo subvención de ningún tipo, la temporada que viene no sigo. Tengo que ser cañero porque están arruinando mi forma de vida"

— Los políticos han potenciado que se hable de nosotros como una clase subvencionada, nadie habla de las subvenciones a una empresa que hace coches, o de los bancos.

— O que financien engendros como Operación Triunfo y ni siquiera emitan cine español que TVE ha financiado... Ante eso, un francés se moriría de risa.

— De pena más bien. Yo le he contado cosas a algún amigo francés y no da crédito. Es una tristeza que seamos el único país del mundo que tenga ese 21% de IVA.

— ¿De todo el planeta?

— De todo el planeta.

— ¿Es algo vengativo? ¿Por el “No a la guerra”, los pedigüeños de la cultura...?

— No lo sé. Prefiero no pensar en teorías conspiranoicas. Ahora están en “a lo mejor le bajo al teatro y no le bajo al cine”. Y me digo: éste es un marrullero, se busca el “divide y vencerás”. ¿Quieres dividir al sector de la cultura de un país? ¿Qué país estás creando?

— Tenemos a un nuevo ministro que se va a encargar nada menos que de Cultura, Deportes, Educación y va a ser, además, portavoz del Gobierno. La cultura otra vez metida en un cajón de sastre.

— Yo lo flipo. También con que Cospedal pueda ser ministra de Defensa. Necesita saber, conocer...

— O el alcalde de Santander, ministro de Fomento.

— Es una cosa que se me escapa. Íñigo Méndez de Vigo ha sido una cara amable después de Wert, y para eso no hace falta ni estudios. Es fácil. Espero que su secretario de Estado (en este caso de las Artes Escénicas) tenga suficiente correa, espero que delegue en gente que sea la que lleve a cabo las acciones. Me hubiese gustado un Ministerio de Cultura, aunque sólo fuese de palabra. Confío en que sea cierto todo esto de que entramos en una etapa nueva. Tenemos que dialogar, eso está claro. Pero la cultura les da exactamente lo mismo.

Wanda Films (YouTube)

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