‘El nacimiento de una nación’: fruta extraña que cuelga de los álamos

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Cartel de la película 'El nacimiento de una nación'.
Cartel de la película 'El nacimiento de una nación'. / Fox Searchlight Pictures (Facebook)

Tras la desatinada campaña “Oscar So White” (“Oscar tan blancos”) orquestada el año pasado y respaldada por actores como Mark Ruffalo, Idris Elba, Benicio del Toro o Will Smith, los Oscar se han puesto las pilas y han metido más películas de tema racial en sus nominaciones. Así que la campaña, que pedía más actores negros entre los nominados, funcionó. Ha colado lo de las cuotas progres y políticamente correctas y que nada tienen que ver con el talento y la función de una Academia que, por cierto, está presidida por una mujer negra.

El nacimiento de una nación ha sido la gran perdedora de la carrera de los Oscar y en la linea de salida. Y, ¿saben? Era la mejor de las películas “negras” para competir en esos premios. Porque es superior a Moonlight (comentada aquí la semana pasada), a Loving y a Figuras ocultas. Pero tras triunfar en el Festival de Sundance y cosechar una gran ovación en cada proyección, su director, guionista, productor y actor protagonista, Nate Parker, se topó con su pasado: un juicio por violación, a los 19 años, del que fue absuelto. La historia es terrible. La denunciante acabó suicidándose.

Y aunque Parker fue absuelto y ha repetido hasta la saciedad que fue acusado en falso, ya daba igual. La mancha para la carrera de la película (que Fox había comprado en Sundance por 18 millones de dólares, un récord para el festival) era imborrable. La maquinaria de corrección de Hollywood, industria siempre tan pacata e hipócrita, estaba en marcha y Parker nada tenía que hacer frente a ella. A saber quién de sus contrincantes en la carrera fue el que desenterró esta fea página de su pasado para hacerle un daño irreparable. Porque, como ustedes comprenderán, esto no aparece por casualidad justo antes de las nominaciones a los Oscar. Hollywood es un lugar muy oscuro.

Como bien ha recordado Roberto Morato en un buen artículo, todo crítico que respaldó la brillante ópera prima de Parker, cambió de opinión de la noche a la mañana y todos ellos abandonaron, como ratas, el barco del ganador.

Sea como fuere, lo que nos debería importar es el trabajo de Parker, la película, que tiene brío, agallas, fuerza. El film, basado en un hecho real, se centra en Nat Turner, esclavo que es instruido y bien educado desde niño y acaba siendo predicador. Cuando su joven amo, un alcohólico que pasa por una situación económica precaria, le obliga a predicar en otras plantaciones para amansar a los esclavos, Nat descubre la espantosa e inhumana situación de sus hermanos. Y usa pasajes de la Biblia para despertarlos de su letargo.

La película es valiente porque no es nada tibia en el uso de las imágenes más desagradables y sangrientas. A veces roza lo gore y es un acierto porque impacta y te prepara para el gran levantamiento que ves avecinarse desde el comienzo. En este sentido, la escena en la que un amo que deja sin dientes a uno de sus esclavos con un martillo es de lo mas heavy que he visto en bastante tiempo. De esos raros momentos en los que tienes que apartar la mirada de la pantalla.

El nacimiento de una nación tiene, eso sí, imágenes menos crudas y más delicadas, aunque atroces. Por ejemplo la de una niña blanca llevando a su pequeña esclava negra de una correa, como si de su perrita se tratase. O las imágenes tribales de los flashbacks, quizás lo menos conseguido de todo el conjunto.

Como si se tratase de Rebelión a bordo pero sin barco, la película de Nate Parker está concebida como el mecanismo de una olla a presión que sabes que va a acabar explotando. Con sangre, machetazos, decapitaciones, con una bestial e irremediable venganza contra el despiadado hombre blanco. Y lo celebras, celebras esa violencia. Como se lo cuento. Y sin destriparles nada, diré que la brutalidad de su tramo final no deja indiferente, incluso con momentos emocionantes, como cuando Parker usa el desgarrador tema Strange Fruit, por Nina Simone:

Árboles del Sur frutos extraños,
sangre en las hojas y sangre en la raíz,
cuerpo negro balanceándose en la brisa del sur,
fruta extraña que cuelga de los álamos.
Escena pastoral del sur galante,
los ojos hinchados y la boca torcida,
aroma de las magnolias, dulce y fresco,
entonces el repentino olor a carne quemada.

El nacimiento de una nación tiene, además, un título muy cabrón. No sólo es una coña a la película, con el mismo título, de D. W. Griffith (una asquerosa elegía racista al Ku Klux Klan), además es un recordatorio de que los Estados Unidos (tan poco unidos, porque acabaron matándose entre ellos y todavía siguen existiendo esas dos Américas irreconciliables) están fundados en el pillaje y la sumisión, en la explotación o el exterminio de negros, indios y chinos. Por eso el cartel español de la película no se anda con bromas: las barras de su bandera están dibujadas en rojo sangre, sangre negra, sangre esclava. En otro cartel, mucho mejor, la soga con la que se cuelga a un negro es la bandera americana. Con un par.

El plan B:

Gracias a Jackie, Natalie Portman ha logrado ser nominada en los Oscar y en los Globos de oro. También ha logrado las nominaciones de Mejor vestuario y Mejor banda sonora y el premio al Mejor guión en el Festival de Venecia. Y no se engañen: no es el típico biopic.

20th Century Fox España (YouTube)
3 Comments
  1. javier says

    Strange Fruit, es de Abel Meeropol la cantaba Billie Holiday y cantra pero en la peli Nina Simone

  2. javier says

    Los árboles del Sur frutos extraños,
    sangre en las hojas y sangre en la raíz,
    cuerpo negro balanceándose en la brisa del sur,
    fruta extraña que cuelga de los álamos.
    Escena pastoral del sur galante,
    los ojos hinchados y la boca torcida,
    aroma de las magnolias, dulce y fresco,
    entonces el repentino olor a carne quemada.
    Aquí está la fruta para los cuervos de arrancar,
    a que la lluvia se reúnen, para que el viento chupe,
    para el sol a la putrefacción, por los árboles a la baja,
    aquí es un cultivo extraño y amargo.

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