Nicolas Silhol, director de Corporate: “Los trabajadores estamos alienados”

  • El filme Corporate se estrenó el pasado viernes
  • Narra el suicidio de un trabajador víctima de la “gestión a través del terror” que su empresa utiliza para librarse de los activos tóxicos. El punto de partida son los suicidios que hubo en France Telecom desde 2008

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Moqueta anodina, halógenos de luz fría, cuadros abstractos fabricados en masa… La impersonalidad de las oficinas es lo más parecido a un infierno donde la productividad es el mantra con el que se castiga al empleado. En ese escenario cargado de teatralidad e impostura se mueven los personajes de Corporate, la película del debutante Nicolas Silhol que parte de la investigación periodística sobre la oleada de suicidios (60 muertos entre 2008 y 2011) que asoló a los trabajadores de France Telecom. A partir de esos sucesos ficciona la vida de una responsable de Recursos Humanos a la que encargan acabar con los “activos tóxicos” (empleados que ya no interesan) forzándolos a dejar su puesto para que la empresa se ahorre la indemnización.

Las técnicas que manejan son tan salvajes como originales, tan faltas de corazón como cargadas de inteligencia. Un ejemplo: un trabajador de 50 años (buen sueldo, hastiado de hacer siempre lo mismo y sin posibilidades de crecimiento) es el objetivo de Emilie (la actriz Céline Sallette), la mano ejecutora del Consejero Delegado. Propone al empleado, haciéndole creer que es por su buen hacer en la oficina, que le mandan a la sede de China para que tenga nuevos retos. Él responde: “Sabe que mi madre está enferma y solo estoy yo para cuidarla, les informé hace meses…”.

Ella, impasible, responde: “No creerá que voy a elegir yo por usted. Tiene esta oportunidad, si no la aprovecha, tendrá que renunciar a su puesto aquí”. El trabajador se ve sin salida. Le aguantan una semana más mientras piensa qué decisión tomar (en realidad, ya la conoce). La empresa le cambia de sitio porque ya no comparte proyecto con otros compañeros y lo sientan detrás de la fotocopiadora, donde antes estaba la cafetera. Una semana después, aislado e incapaz de tomar una decisión, salta por la escalera del patio interior.

Es una de las estrategias que muchas empresas utilizan en sus “planes de eficiencia” que, sin eufemismos, se traduce como “gestión a través del terror”. El cineasta Nicolas Silhol atiende la llamada de cuartopoder.es para hablar del caso que inspira su película, la culpa del resto de trabajadores, la alienación de la clase obrera y la falta de acción de los sindicatos. Y advierte: lo peor está por venir (al menos en Francia) con las nuevas leyes de Macron.

¿De dónde parte esta historia y cómo investigaron usted y su guionista, Nicolas Fleureau?

Nos inspiramos en un caso real. El punto de partida fue la oleada de suicidios que hubo en France Telecom desde 2008. Se descubrió que hay empresas que ulitizan lo que llaman “gestión a través del terror”. Tanto el guionista como yo nos preocupamos mucho por eso y por la responsabilidad individual de cada trabajador en ese entramado. Detrás de ese sistema del terror hay personas que piensan las técnicas y que las llevan a la práctica, es la gente que hace el trabajo sucio. Esta responsable de recursos humanos lleva a un trabajador al suicidio, y nos cuestionamos dónde está su responsabilidad individual.

Habla de responsabilidad individual y de los encargados de mantener ese sistema... Pero, y los compañeros y trabajadores, ¿qué responsabilidad tiene? ¿No son también cómplices?

Absolutamente. Es lo que hace que este sistema sea tan complejo: al final hay una responsabilidad compartida. Cuando interviene la inspectora de trabajo, quiere determinar quién es el último responsable de lo que ha pasado. Pero en esa omertá, en esa ley del silencio de la oficina, todos los que sufren bajo ese sistema callan y son también cómplices. Es decir, son víctimas pero con su silencio también son cómplices que ayudan a que funcione.

Y la víctima de suicidio, ¿también es cómplice?

Sí. Incluida la víctima, porque se calló y se negó a cuestionar el sistema y con su silencio también fue cómplice.

En este sentido… ¿Los trabajadores nos hemos vuelto tontos al creernos el asunto del “teamwork” en el que compramos la idea que nos vende la empresa y nos olvidamos de nuestros intereses como trabajadores?

No sé si tontos, lo que seguro que nos hemos vuelto es alienados. Al sufrir, pierdes la capacidad de reflexionar y de tomar distancias para actuar.

Utiliza el término “alienado”, un término muy usado por el marxismo, ¿esta película tiene vínculos con el marxismo en cuanto a la denuncia del capitalismo más salvaje?

Esta película no se entra en la cuestión de la lucha de clases, solo de la alienación de los individuos dentro de un sistema que les es impuesto.

¿El filme profundiza más en la relación del trabajador-empresa o es más social en tanto que se fija en la culpa individual de quién ha llevado a alguien al suicidio?

He intentado reunir ambos asuntos. Es una película muy documentada en cuanto al sistema del terror del que hablábamos y de la relación del trabajador con la empresa, pero queríamos hacer una película de ficción. Y ahí nos centramos en el personaje y en su recorrido, en el que el espectador puede identificarse en él y sentirse reconocido porque la protagonista acaba por reconciliarse con sí misma. Es una ficción sobre una base real documentada.

En la parte cinematográfica, ¿cómo plantea, en fase de preproducción, darle la personalidad visual a su filme cuando lo va a rodar en un ambiente tan frío e impersonal como es una oficina?

Intentando inscribir a cada personaje en su función en el trabajo dentro de un ambiente muy tenso y así ver cómo surgen las fallas en cada uno de ellos y cómo brotan los signos de humanidad en cada uno de ellos dentro de la historia. Y también aprovechando la escenografía de la empresa, llena de mamparas de cristal donde se ve todo pero no se escucha nada, y ahí juego con esos planos entre bastidores, en los pasillos… Jugamos mucho porque estos escenarios tienen una gran teatralidad.

Volviendo al tema del filme. ¿Cómo abordan los medios de comunicación en Francia estos temas de conflictos laborales? En la película, la inspectora de trabajo llega a decir a la protagonista que si ese tema sale a la luz la expondrá a los medios durante muchos años.

Creo que algunos medios de comunicación hacen muy bien su trabajo. La investigación para esta película fue posible gracias al trabajo de periodistas que se acercaron a estos trabajadores para conocer sus casos… En la prensa han aparecido grabaciones y documentos de este tipo de gestión. Hay medios de comunicación independientes que sí aportan valor con su trabajo, como Rue 89 o Mediapart, pero los medios más importantes pertenecen a grandes patronos, y eso ya sería otro debate... Sería interesante poder hacer una investigación sobre el patrón de Canal +...

¿Por qué lo dice?

Ese es otro debate…

¿Pero Canal + no es uno de los productores de la película?

Sí, sí, es cierto, así que mejor no sigo por ahí…

Hablando de patrones. En España siempre se ha considerado a Francia como un modelo donde se protege mucho al trabajador, con sindicatos muy fuertes. Sin embargo, en el filme, la figura de los sindicatos es testimonial y los trabajadores están muy poco protegidos. ¿Cuál es la situación real en Francia ahora mismo?

Lo que es preocupante es que la película se estrenó en Francia hace un año, y algunos de los mecanismos de protección que tenía el trabajador ya han desaparecido. Un punto de inflexión ha sido Macron, que cambió las leyes laborales para ir hacia la liberalización, y este cambio lo que trae es una precarización y una reducción de los derechos de los trabajadores.

Le tocará hacer una nueva película contando la situación actual. ¿Le veremos en unos años con una historia similar?

Sí, hay que seguir.

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