Esther Jaén: “Libertas fue la historia de un fracaso de Miguel Durán y Albert Rivera”

Nuestra compañera, Esther Jaén (Barcelona, 1968) acaba de publicar el libro Lo que hay que ver. Memorias de un ciego que se impuso a todas las adversidades (Ed. Península). Un libro biográfico de Miguel Durán, abogado, quien dirigiera la ONCE y presidiera Telecinco y Onda Cero. En el libro, se hace un repaso por la trayectoria vital del "ciego más famoso de España", una verdadera historia de superación. Aprovechamos la conversación con Jaén, quien es periodista política en cuartopoder.es y en distintas tertulias televisivas y radiofónicas, para preguntarle sobre la campaña electoral y el apasionante momento político que se vive en el Estado español.

Hoy, día de Sant Jordi, estará firmando libros en Barcelona, de 12 a 13 horas en El Corte Inglés de Francesc Macià, de 13 a 14 horas en FNAC de l'Illa y de 16 a 17 horas en el FNAC de Triangle. Este libro ha sido elaborado tras más de 50 horas de grabaciones de conversaciones. La periodista preguntaba, Durán respondía. Tras esto, ella enviaba el texto con un código que se inventaron ambos, ya que él escuchaba lo que le enviaba. Tras esto, ponían en común las diferencias para cerrar cada capítulo.

– ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de un personaje como Miguel Durán en el proceso de escritura del libro?

– Me sorprendió de dónde venía, cómo viniendo de donde viene ha llegado hasta donde ha llegado. Es uno de los abogados que está en casi todos los grandes casos mediáticos. Me sorprendieron sus orígenes, hoy los consideraríamos por debajo del umbral de la pobreza. Es el quinto hijo de una familia pobre de Extremadura, de donde la gente se iba marchando. No tenían un baño, se aliviaban en un corral. Siendo ciego de nacimiento, nadie se preocupó de que leyera o escribiera. Enseñar a un ciego era inútil, pasaba por la escuela cuando quería y, cuando no, se iba a esquilar ovejas con su padre.

No tuvo educación hasta que le metieron en un internado de la ONCE, donde aprendió a leer y escribir en braille. Además, aprendió en ese internado cosas tan básicas como que hay que cepillarse los dientes y cuidarlos. Que este señor, que viene de esa situación, llegara a ser el director general de un transatlántico como la ONCE que maneja el 1% del Banco Central, el 1% de Banesto, que es la dueña de una parte del accionariado de Telecinco, íntegramente de Onda Cero, hoteles, constructoras... Me sorprenden sus orígenes, la evaluación y el tono positivo con el que afronta la vida. Dice que tiene suerte, a pesar de ser ciego, porque la gente le ha tratado muy bien. Se muestra agradecido de que le hayan dado oportunidades, cuando la vida, en principio, no le ha dado ninguna oportunidad.

– Y llega a ser presidente de Telecinco...

"Pilar Miró le vetó la retransmisión del sorteo de la ONCE"

– Ellos tenían un negocio brutal con el cupón. Antes era un señor sentado en un banco que vendía, algo así como una beneficiencia. Pero la generación de Durán lo convierten en un grandísimo negocio. Teníamos TVE y nada más, no había televisiones privadas ni internet. Ellos querían publicidad para el cupón y retransmitir el sorteo. Pero se encontraron con muchas dificultades por parte de Pilar Miró. En uno de los enfrentamientos que tuvo con Miró, ella le permitía emitir el primer anuncio del año por 1.000 millones de pesetas y, a cambio, se retransmitiría el sorteo. A él le pareció intolerable y ella vetó la retransmisión del sorteo. Si les vetaban anunciar el cupón premiado, todo se ponía mal.

A partir de ahí, decidieron que tenían que invertir en medios de comunicación. Cuando salió la oportunidad de las televisiones privadas, la ONCE, que manejaba muchísimo dinero, decidió invertir en la apuesta de Telecinco. Acabó siendo presidente de Telecinco. Una ironía que un ciego llevara un canal de televisión.

– Durán se embarca en un proyecto político, Libertas, en 2009 en el que también aparece un personaje muy de actualidad, Santiago Abascal. ¿Qué relación ves entre lo que fue Libertas y Vox?

– Creo que tienen poco que ver. Había un señor, Declan Ganley, que manifestaba unas creencias ultracatólicas, antiabortistas, pero que no les exigía a las distintas candidaturas que intentó montar por todas Europa que tuvieran esos planteamientos. De hecho, Durán no tenía estos planteamientos. La moraleja que Durán extrae de esto es que le utilizan a él y a Albert Rivera, porque la candidatura era Libertas-Ciudadanos. Ciudadanos era un partido débil, que solo tenía representación en Catalunya. Se presentaron porque este señor les pagaba la campaña electoral. Lo que se les pedía es que tenían que defender el acabar con la hiperburocracia en Europa.

Al final a Ganley le cayeron una serie de negocios dentro de la estructura de la UE y, entonces, dejó de litigar contra la UE y el entramado y su burocracia. Se disolvieron las candidaturas después de darse un batacazo y poco más. Ese fue un episodio que fue breve y que no le gusta mencionar a nadie. Les engañaron. Libertas fue la historia de un fracaso de Miguel Durán y Albert Rivera.

–  Pasemos a la campaña. Como analista política, ¿qué claves destacaría de esta campaña?

– Es la campaña de los ausentes. Los problemas que afectan a la ciudadanía no están en el día a día de la campaña electoral. Hemos debatido sobre el debate, sobre si Vox debe estar o no, pero no sobre la gestión que viene y cómo hay que afrontarla, sobre temas tan candentes como la ley de memoria histórica que hemos estado debatiendo, sin parar, en los meses anteriores. De economía y libertades se está hablando muy poco. Se está hablando de las ausencias, de Vox que no quiere comparecer y cuando quiere comparecer no le deja la Junta Electoral.

Sánchez no habla de Catalunya, mientras el resto de candidatos no dejan de ponerle en boca cosas que ni siquiera él dice. Es una campaña en la que hay mucha estridencia y poca solvencia. En precampaña hubo un grandísimo debate sobre el aborto, tras unas declaraciones de Suárez Illana. ¿Es un problema el aborto hoy en día en España? No lo es. No es uno de los problemas que refleja el CIS. Hemos tenido debates sectoriales que no son los que nos deben ocupar.

– Una de las novedades es que la derecha esté dividida en tres opciones políticas. ¿Cómo está viviendo esto el PP?

"Es la campaña de los ausentes"

– Con mucha preocupación. Si no hay suma, no hay esperanza para ellos, no tienen posibilidad de gobierno. El drama del PP es que se está desangrando porque sus votos van a Vox, pero, al mismo tiempo, necesita a Vox para poder llegar a la Presidencia del Gobierno. Si el PP no consigue gobernar, puede sufrir un maremoto. Casado, el único que ha sido elegido en primarias en el PP sin herencia digital o dedocracia, es una persona cuya cabeza puede volar si no saca un buen resultado. Desde luego, 70 y pico escaños no es nada bueno para el PP. Todo lo que no sea gobernar, es malo.

– ¿Está siendo una campaña cuyos temas están excesivamente marcados por los medios de comunicación?

"Los mítines, o son para los muy convencidos o no aportan nada"

–  Creo que hay más participación en redes sociales. Hay muchos temas y discursos que se marcan desde ahí. Si hace unos años nos dicen que se podían generar debates a través de 140 caracteres, no daríamos crédito y, sin embargo, ocurre. Por otro lado, es una campaña en la que, como en todas, los mítines, o son para muy convencidos o no aportan nada, salvo el total para sacar en las televisiones. En esta campaña se han comentado más las grandes meteduras de pata de los candidatos que sus aportaciones.

Echo en falta debates sobre temas importantes, por ejemplo, las pensiones. Recuerdo a Felipe González dejando K.O. a José María Aznar porque dijo que si ganaba el del PP, no cobrarían los españoles las pensiones. Eso preocupaba a los españoles y la mayoría creyeron a González. Yo no estoy viendo hacer grandes aportaciones sobre las pensiones, por ejemplo.

– Vox está llenando los principales auditorios de las ciudades donde está yendo. ¿Señala un reflejo en el voto o es un electorado híper movilizado y ruidoso que no tiene por qué tener un reflejo en las urnas?

"Llenar auditorios no es llenar urnas"

– Creo que llenar auditorios no es llenar urnas. Esto se ha visto a lo largo de los años. El que más grita no es el que más voto tiene, solo es el que más llama la atención. Llamar la atención ayuda, porque hablan de ti y sube el nivel de tu conocimiento sobre el electorado. Pero eso no quiere decir que se traslade a las urnas.

Ahora bien, creo que Vox va a sacar un muy buen resultado. Y 20 escaños ya es un excelentísimo resultado que viene de fuera del sistema y no ha participado en el mismo. Voluntariamente, por otro lado, porque no quiere un seguimiento, ni trato con periodistas ni una monitorización de sus candidatos. Me parece que sacará un resultado extraordinario, pero que se le coloque como el eje de un posible gobierno de derechas, me parece muy arriesgado.

– ¿Viste anoche el debate? ¿Qué te pareció?

"Pablo Iglesias ha sido el más entonado de principio a fin"

– Ha sido lo más parecido a una eliminatoria de Champions League a doble partido: en el partido de ida estaban pensando en la vuelta y en dosificar sus fuerzas y argumentos para el partido que se disputará esta noche. Casado ha aparcado el derroche de agresividad de la que ha hecho gala en los últimos tiempos, por dar “una imagen más institucional”, dicen desde la calle Génova.

Sánchez, atrapado entre dos fuegos, el de Rivera y el de Casado, a los que se le ha sumado algún zasca de Pablo Iglesias, ha salido más que vivo del debate: ha ido de menos a más, ha evitado concreciones sobre pactos y le ha propinado algún directo a la mandíbula siempre sonriente de Casado, al recordarle los 127 votos con Bildu en el País Vasco y preguntarle “¿de qué color tiene usted las manos?” en alusión a la acusación de Casado de que el presidente del gobierno prefiere pactar con quienes “tienen las manos manchadas de sangre ”. Efectista, Rivera ha echado mano de fotos y avalorios, al más genuino estilo Gabriel Rufián, para dar los golpes de efecto de la noche y propinar los más duros golpes a Sánchez.

Pablo Iglesias, animal televisivo, ha sido el más entonado de principio a fin: ha construido un discurso solvente, con la Constitución en la mano, para reclamar a los constitucionalistas que no solo velen por el cumplimiento de la misma en Catalunya y ha evidenciado lo que quería ante sus potenciales votantes: Sánchez no descarta rotundamente pactos con Cuidadanos, de modo que, a su entender, solo la formación morada puede garantizar un gobierno de izquierda progresista.