ENTREVISTA

Mar Muñiz: “Las familias no queremos pedir favores para cuidar a nuestros hijos”

  • Entrevista a la periodista y autora del libro '¡Mientras vivas en casa...!'

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Tras casi un año de enfermedad, encierro y caos, la periodista Mar Muñiz (Madrid, 1974) ha publicado un libro para desdramatizar uno de los temas que levanta las discusiones más acaloradas: la maternidad. En el libro ¡Mientras vivas en casa..! (La Esfera de los libros, 2021) hace un homenaje a esas frases de madre que juró que nunca diría. Y sí, las ha dicho todas. 

El libro de Muñiz es sencillo, divertido y pensado para desconectar. Ante una etapa en la que el miedo y la incertidumbre se mezclan con la ilusión, la periodista pone humor. Cuartopoder se sienta a charlar con ella pocos días después de que Filomena haya impuesto en caos en la ciudad.

-Su libro es un homenaje, en clave de humor, a esas ‘frases de madre’ que juramos que nunca diríamos, ¿hemos sido injustas con nuestras madres?

-Absolutamente, te das cuenta de lo cretino que se puede ser como hijo. Esto ocurre cuando te encuentras en esas mismas situaciones y repites absolutamente todas las cosas que juraste que no dirías. La ignorancia es muy osada. Por eso, uno es injusto cuando juzga a los padres, salvo casos fuera de situaciones cotidianas donde hay problemas muy gordos. En la generalidad, ser padres y madres es ingrato y tiene poco reconocimiento por parte de quienes más te importan: los hijos.

"Ser padres y madres es ingrato y tiene poco reconocimiento de los hijos"

-A la maternidad siempre le acompañan críticas y opiniones desde todos los frentes. 

-Desde el mismo momento en el que te haces el predictor, todo son opiniones no pedidas, invasivas y que no terminan jamás. Puedes tener un adolescente con 15 años y todavía habrá alguien que te juzgue por la manera en la que le eduques. Si tienes un conflicto, te van a reprochar que no lo metiste en vereda. Los mismo ocurre ya practiques colecho, seas prolactancia o probiberón o hables del colegio al que le vas a llevar.... Son debates (como la política, dinero o la religión) superpeligrosos, a vida o muerte. Cada conversación es una intifada. Siempre están muy polarizadas las situaciones. Como le digas a tu tía Remedios que no vas a hacer lo que ella te dice que hagas para que se le quite el hipo, tu tía Remedios te arranca el pelo. 

-Si hubiera tenido que escribir un capítulo más sobre crianza en tiempos de covid-19 y de fenómenos como la nevada Filomena, ¿cuál habría sido su reflexión?

"La crianza tiene una esfera personal y otra política, pero la tenemos recluida en la personal"

-Todos los temas de actualidad los he evitado de manera explícita. Pretendo que sea un libro que se pueda leer en cualquier momento y no necesite rodearse de nada. 

Uno de los capítulos hace referencia al teletrabajo a propósito de la covid, aunque no la nombre. Está escrito con todo el chiste que puedo y todo el humor que intento ponerle a cada página, pero en realidad no tiene ninguna gracia. La crianza tiene una esfera personal y una política, pero la tenemos recluida en esa esfera personal casi exclusivamente. De un día para otro, el 12 de marzo, nos dijeron que los niños no iban a volver al colegio y de repente, a las familias se les pusieron los ojos como platos. Tú no puedes dejar a un dependiente, en este caso a un niño, a su suerte. 

Con Filomena, por suerte, yo estaba aún en teletrabajo. Si me dicen que los niños no vuelven al colegio [unos días más], los dejo en la verja. Son situaciones bastante difíciles en las que la conciliación es un “allá usted se las componga”. Como no tengas una red familiar, estás perdido. Hay que tirar de favores y pedir. Las padres y las madres no queremos pedir favores para cuidar a nuestros hijos, es un derecho de los niños, el derecho a ser atendido.

-¿Hay que politizar la maternidad y paternidad?

-No es un asunto exclusivamente de las familias. No te pueden dejar solo para que tú te ocupes. El hijo es tuyo, pero no pueden dejarlo todo en tu mano. Por eso, me refiero a la conciliación y a la flexibilidad. Se deja todo en tu red familiar y es muy complicado. 

Cuando surgió la pandemia y los abuelos se convirtieron en un sector  de población de altísimo riesgo, muchas familias se preguntaron qué hacían con los niños, que no tenían colegio cuando en el trabajo aún no te dejaban quedarte en casa. Esos tres días fueron de muchísimo pánico en esas casas. Cuando digo pánico es pánico. Eso es porque no pasa a la esfera pública. 

Lo mismo te digo cuando arrancó el curso escolar [tras la Navidad]. En Madrid fue un despropósito. Entraban un lunes y el viernes anterior no sabíamos en qué circunstancias iban a empezar. Cuando en una reunión te dicen que se modifican 30 minutos la hora de recogida, en las casas se vuelven a vivir escenas de pánico porque esa media hora es la diferencia entre tener equilibrio o caos. Al final son todo favores. No tenemos el respaldo suficiente. 

-Los permisos de paternidad y maternidad se han igualado este enero. Ha habido mucho debate sobre si se tendría que haber priorizado que las mujeres extendieran su permiso, ¿cree que tenemos que tener más permiso por motivos biológicos?

-Tener una opinión rotunda es difícil. Hay gente que es opinadora profesional, pero no es mi caso. He reflexionado sobre esto y tengo mis opiniones. Por un lado, me parece siempre una buena noticia que haya más tiempo dedicado a atender a un bebé en una familia. Por otro lado, hay muchos cabos sueltos. Uno de ellos es que la lactancia está recomendada hasta los seis meses, una recomendación que solo podemos llevar a cabo las mujeres, las que quieran claro. ¿Cómo compatibilizamos esos seis meses de recomendación, porque es beneficioso para el bebé, si no los tenemos? Ese permiso de lactancia que una mujer tiene es muy poquito.

Otra idea que a mí me parece interesante es que la ley obliga a estar los dos en casa durante el primer mes y medio del bebé. Me hubiera parecido mejor poder juntar 16 semanas y 16 semanas para que el tiempo de cuidado del niño se extienda todo lo posible. El que tiene el derecho a ser cuidado es él. No obligaría a los padres a cogerse las primeras semanas de manera obligatoria. Puede estar muy bien porque cuando das a luz es un lío y todo el mundo tiene que encontrar su espacio, pero al final ese mes y medio lo vas a echar de menos cuando se vaya acabando la baja. 

Sé que hay opiniones contrarias, pero creo que es una medida que beneficia a las mujeres en el ámbito laboral. No es una ley perfecta, pero creo que se puede estrechar un poco la brecha que existe a la hora de equipararse en un entorno laboral. Otra cosa más que me gustaría decir es que quiero creer que los hombres van a aprovechar esas semanas. Hay gente que ha criticado que es un derecho que ellos no han peleado.

-Usted leyó mucho sobre crianza natural durante el embarazo. Cuenta que estaba casi convencida sobre el parto natural, pero luego se hizo fiel defensora de la epidural. 

-Cuando lees te creas una imagen de lo que quieres hacer. A mí me da pánico el dolor. Me parece muy bien que haya colectivos que promueven el pacto natural, en bañeras, sin oxitocina… pero por mí que me hubiera puesto 36 inyecciones. Mi primer parto fue con epidural, el segundo no y no me ha dolido nada más en mi vida. La epidural me parece lo más. Yo no soy nada sufridora, pero yo pensé que era el último día de mi vida. Yo no soy una comeflores, a mí que me pinchen todas las epidurales. 

-En el libro hay un grupo a las que tú llamas las “chungas” de la teta. 

-Yo lo hago para caricaturizar, siempre desde el humor. Si te lo tomas muy a pecho, te ofende. Las chungas son las que forman parte de la corriente del apego, desde el respeto. Coincido en muchísimas cosas, pero en otras prefiero no ser tan radical y menos con los niños. Todo es tan imprevisible. Yo también quería dar el pecho, pero no me salía. Me sentía presionada, pero mi hijo no succionada. Tiene 13 años y no tiene ningún interés en comer, pero de eso me di cuenta después. Sufría mucho y tuve una lactancia frustrada porque quería ser como esas supermadres. Fue todo un poco desastre. Tú no lo tienes todo tan claro, pero ellas sí. Pasé mis fatiguitas. 

- Las mujeres seguimos teniendo mucha presión sobre nuestra imagen. Cuando una tiene un bebé, ¿cambia la relación con su cuerpo?

-Cuando acabas de dar a luz, todo el mundo quiere en algún momento volver a ser esa persona que tenía un cuerpo determinado [antes del embarazo] porque vivimos muchas presiones. Durante el embarazo, te pesan constantemente y luego quieres ir soltando los kilos. Al principio yo no tenía conciencia siquiera de mi cuerpo porque estás en un maremagnum . En mi caso concreto, entendí que mi cuerpo en ese momento estaba sirviendo para otras cosas, pero te mentiría si te negase que yo también estaba pendiente de ir recuperando mi cuerpo, no solo el que se ve, sino también de los puntos, por ejemplo. Tomas conciencia de sitios porque te duelen y dices  “tengo aquí una costura como un tren”. 

-¿Aún hay demasiado oscurantismo respecto al posparto? 

"La gente no entiende que si has tenido un bebé y está bien, tengas depresión posparto"

-Yo creo que sí. Yo, por ejemplo, he tenido conocimiento de depresiones posparto y son muy complicadas. Además, es complicado explicarlo. Durante los cuatro primeros días, el llamado baby blues, hay un desbarranco hormonal que no sabes donde tienes el codo, no duermes, te duele todo... Ahí la gente te permite casi de todo, como que una recién parida no admita una visita o no te coja el teléfono. Pero cuando te estás colocando, si tienes una depresión posparto se vuelve complicado. La gente no entiende que si has tenido un bebé que está bien, que si tu pareja te quiere y si no hay un drama te pueda pasar, pero la depresión posparto le pasa a cualquiera y caes. 

-Usted habla en su libro de que los padres tienen que preocuparse hasta de que el hijo tenga una autoestima alta, ¿no recibimos demasiados mensajes?, ¿es fácil verse sobrepasada por tantas obligaciones?

-Los padres de mi generación, soy del baby boom y crecí en los 80, no se pensaban esto de tener hijos. Era ley de vida y ya está. No había ni literatura ni literaturo. Nosotros tenemos unas maternidades muy conscientes, elegidas y pensadas, estamos muy leídos. ¿Cómo no va a tener autoestima el niño? Aunque te haga un dibujo que es el más absoluto de los horrores, tú le haces la ola, no vaya a ser que se le quede un trauma. También te preocupas porque no tome muchas chuches porque se le caen los dientes, que la tele no le deje embobado… le damos muchas vueltas a todo y también queremos que tomen sus decisiones. Muchas veces nos hacemos bastantes jaleos. Cuando repito estas frases, no sé yo si me ha valido de mucho tanta documentación. 

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