La ternura de lo cotidiano

  • “Me gustaría que estas doce historias protagonizadas en la mayoría de los casos por mujeres mostraran la ternura de lo cotidiano", explica la autora de 'La telaraña violeta', Celia Herrero

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La telaraña violeta (LAR libros) es, como su propia autora lo define, un libro de cuentos no feminista, sino de mujeres, que pone sobre la almohada, tras pasar por la parrilla, “la ternura de lo cotidiano”. La misma Celia Herrero --una madre madrileña del 71 que ha vivido en primera persona el combate de las mujeres por su liberación, discreta periodista de trinchera que, tras realizar periodismo político y parlamentario durante diez años, hace otro tanto que se dedica a labores informativas desde diversas asociaciones dedicadas a la defensa de los derechos sexuales y reproductivos-- marca las distancias: “Me gustaría que estas doce historias protagonizadas en la mayoría de los casos por mujeres mostraran la ternura de lo cotidiano, lo inesperado de nuestras vidas anónimas, la vigencia de las cuentas pendientes aunque el tiempo sea largo, el alma de lo inanimado, el desgarro del día a día, aquel que pasa desapercibido pero va dejando cicatriz antes siquiera de haber sangrado, sobre todo la incredulidad ante un giro no esperado, fuera de diagnóstico, en nuestra vida”.

Y añade: “Es una telaraña violeta porque muchas veces, en nuestro día a día, las mujeres tejemos nuestras telas y nos quedamos atrapadas en ellas, nos convertimos en las "presas" de nosotras mismas, de nuestras circunstancias; hasta que algo, un suceso inesperado, las palabras de alguien, el desorden, el orden, una canción…nos hacen darnos cuenta de que podemos romper esa tela y empezar de nuevo en otra parte, en otro lugar, con otras personas, y sabemos que teníamos atrofiados los sentidos y volvemos a oler, a tocar, a respirar…o incluso dejamos de hacerlo porque le pedimos calma a tanto bullicio”.

Los doce relatos tienen fundamentalmente como protagonistas a mujeres y a niñas captadas en su cotidianeidad. Es como si alguien hubiera introducido una cámara oculta en sus vida diarias y nos las mostrase sin juzgar: sus relaciones, los hombres y mujeres que podrían acompañarlas o no, lo que les sucede por lo que ocurrió o incluso por lo que no llegó a ocurrir.

“Lo realmente importante es que cualquiera de ellas podríamos ser nosotras; incluso aunque algunas de ellas sean seres mitológicos, todas transitamos al fin y al cabo por un mundo cotidiano que más veces de las que creemos es extraordinario en algún sentido y aun no nos hemos dado cuenta”, señala la creadora. Y precisa: “Intento dar a los lectores un final que no esperen o un final que puedan crear, que asuman en definitiva el protagonismo, poco importa si su papel es principal o secundario, lo importante es que en algún momento sientan que estaban allí, al final del pasillo a mano izquierda, en la hilera de camas de un internado, conversando con los seres inanimados de su casa, metiendo frutos de Texu venenosos en el bolsillo por si no queda más remedio, rompiéndose con la ola en la arena de una playa de Cádiz o reescribiendo el diario de esa niña que todas hemos sido”.

Sin duda, el libro es una pequeña joya que vivisecciona con ojos de mujer, con esa especial sensibilidad que da su sexo, la grandeza de las pequeñas cosas, una telaraña violeta en la que se funde la dulzura y el amargor del vivir cotidiano de las personas sencillas con sus relaciones amables o tortuosas, la belleza de la vida ordinaria en la que tan poco reparamos. Sin duda, merece la pena quedar atrapado en sus páginas violetas.

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