La Gruta de las Maravillas

Reconozco que caí en Aracena (Huelva) por suerte, sin que estuviera premeditado. Había que ir a las playas de Huelva y, de camino, visitar las Minas de Riotinto. ¡Maravillosas! Para dormir, una ojeada por los alrededores y allí estaba, Aracena. La gastronomía de la sierra de Huelva prometía, y, efectivamente, superior. Nada más llegar, te das cuenta de que Aracena es encantador. Casas blancas, encaladas, insertas en la sierra colindante con Extremadura. Pero leyendo qué ver en el municipio apareció algo que desconocía por completo: la Gruta de las Maravillas.

¡Increíble! Inserta en el interior del cerro del castillo, una gruta gigantesca, la cual tiene un recorrido de más de dos kilómetros, de los que se pueden recorrer caminando casi uno y medio. Distintos salones se van sucediendo, lagos, diversidad temperaturas, presiones y ecos. Las estalactitas y estalagmitas, un espectáculo visual. Piedras que, por la erosión, adquieren las formas más diversas y sugerentes. ¡Hay un salón que recuerda a un sex shop! Y ahí estaban, una estalactita y una estalagmita que en sus respectivos ascenso y descenso casi se tocaban, aguardaban la una de la otra a menos de un palmo de diferencia. Preguntado el guía por cuánto tiempo habría de transcurrir para que ambas se tocaran, respondió: ¡varios siglos! ¡Varios siglos! ¡No somos nada! Y ahí decidí quitarle hierro al asunto, restar importancia a todo y vivir más tranquilo.