Impune ataque fascista a la Euskal Etxea en Madrid

La noticia ha pasado bastante desapercibida en los grandes medios siendo un hecho grave. La mañana del 24 de mayo la fachada de la Euskal Etxea (Casa Vasca), apareció llena de pintadas fascistas en las que se leía “Fuera ETA” y “JFE” (Juventudes Falangistas de España). También una pintada con el yugo y las flechas (símbolo de la Falange) y la puerta del centro fue manchada con pintura roja. En la acera uno de los vándalos dibujó la típica silueta de un cadáver, la que acostumbra hacer la Policía.

Para los que no conozcan esta zona madrileña (calle Jovellanos 3), la Euskal Etxea está a unos 60 metros de una de las garitas donde policías nacionales vigilan el Congreso de los Diputados. Y lo vigilan, como es comprensible, día y noche.

Pero no acabó ahí el acoso. Cuando los amigos y trabajadores de la Casa Vasca se iban a concentrar por el ataque (a las 19.00), descubrieron a un nuevo grupo de entre 40 o 50 neonazis que se pasaron la tarde insultando y amenazando enfrente de la Euskal Etxea sin que la Policía hiciese gran cosa. Es más, hasta intentaron entrar en el centro y sus responsables tuvieron que cerrar el portón de entrada, a lo que los fascistas respondieron aporreándolo mientras continuaban con los improperios y las amenazas.

En declaraciones a cuartopoder.es, una testigo del ataque y muy cercana a la Euskal Etxea --quien no quiere dar su nombre por miedo a las represalias-- nos cuenta que su primer impulso fue publicar los vídeos que grabó con el móvil en su Facebook, pero los quitó al minuto porque "esta gente está muy loca y tiene una impunidad absoluta". "He leído en sus foros que el karma pide que nos peguen un tiro en la cabeza. He hablado con un amigo abogado y me ha aconsejado que como individuo no ponga una denuncia y la Casa Vasca no lo va a hacer porque quiere tener un perfil bajo”, añade.

Esta testigo nos comenta que por la mañana supieron de las pintadas por el conserje de la Casa Vasca, que es el que abre el centro. A las diez de la mañana avisaron a la Policía y pusieron la denuncia pertinente. También se han pedido las grabaciones de las cámaras de seguridad del Congreso, por si es posible identificar a alguno de los vándalos.

“Las pintadas se tuvieron que hacer muy rápido porque la Euskal Etxea no solo es que esté al lado del Congreso, sino que tiene una comisaría muy cerca. De aquí al Retiro los fascistas fueron firmando todas las papeleras, con esvásticas y toda su su simbología. Y con total impunidad regresaron por la tarde y nos llamaron etarras: gritaron 'fuera etarras de nuestras ciudades', “hijos de puta'... Eran unos cincuenta. La gente que iba a venir a concentrarse como acto de repulsa no vino por miedo. Avisamos para que no viniese nadie", relata.

La razón de la tropelía es que la Euskal Etxea cedió su espacio a 'Acercar-convivir', iniciativa que pide que presos de la disuelta ETA cumplan la condena en una prisión cercana, sean excarcelados en caso de enfermedad grave o logren una aplicación de los beneficios penitenciarios que contempla la ley.

Según la testigo, “el momento más terrible fue cuando intentaron entrar y tuvimos que cerrar el portón. No podíamos entender nada. Y con la Policía de testigo porque los habíamos llamado nosotros. ¡Se manifestaron sin pedir ningún permiso! Escuchamos hasta un 'sabemos donde vives'. Se lo dijeron a un compañero. Tras ser disueltos por la Policía, volvieron otros viente”.

Como bien reflexiona la testigo consultada "esta gente no tiene mucho cerebro, pero si hubieran conseguido hacer una rima, ¿se podría considerar delito de odio?"