LGTBIfobia, suicidios y memoria histórica: motivos para celebrar un Orgullo Crítico el 28J

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Suicidios, agresiones, homofobia social e interiorizada, comentarios jocosos que duelen, miedo al volver a casa solo. Todas esas injusticias se esconden tras la imagen de la lentejuela, el tacón y los hombres musculosos que exhibe el Orgullo oficial de Madrid (MADO) año tras año. Por ello, la plataforma Orgullo Crítico ha convocado este jueves 28 de junio una manifestación que partirá a las 19.00 de la fuente de Neptuno en Madrid bajo el lema "Orgullo es transgresión". Denuncian que la tradicional manifestación (que se celebrará el día 7 de julio) se ha mercantilizado, que las reivindicaciones ya no ocupan la primera línea y que se invisibiliza parte de las realidades LGTBI.

La propia fecha de la manifestación sugiere memoria histórica. El 28 de junio de 1969 tuvieron lugar los disturbios de Stonewall en Nueva York, que se consideran el germen del movimiento LGTBI. Esa noche, tras una violenta redada policial en el bar Stonewall Inn, homosexuales, trans y prostitutos se cansaron de aguantar insultos, vejaciones y palizas y decidieron defenderse y organizarse en los días posteriores. El 28 de junio de 2018 y en coordenadas muy diferentes, Orgullo Crítico quiere conservar esa vocación política y reivindicativa del movimiento. "La manifestación oficial parece más una cabalgata festiva que un lugar de protesta. Hay carrozas empresariales y poco contenido político. Se hace el 7 de julio porque al ser vacaciones habrá más negocio. Se ha despolitizado el Orgullo hasta convertirlo en una fiesta mercantilizada", explica Dani, uno de los portavoces de la plataforma.

Muchos de los que acuden cada año al Orgullo Crítico pertenecen a esa nueva generación que ha crecido en la crisis y la precariedad y, por tanto, que tiene muchas quejas contra el sistema. Aunque han crecido en una sociedad donde, por ejemplo, ya está aceptado el matrimonio igualitario, no ven motivos para el entusiasmo. Todo lo contrario, quieren ahondar en las raíces del problema: "Ahora la violencia es más sutil y por tanto, no es tan visible. Ya nadie dice abiertamente que es homófobo o tránsfobo, pero si miras más allá del escaparate sí te encuentras experiencias homofóbicas", explica Dani. También son beligerantes contra el 'pink washing', que usa la causa LGTBI para blanquear otras opresiones como la que ejerce el Estado de Israel contra Palestina.

Llamas rosas sobre fondo negro

En la cartelería que ha lanzado Orgullo Crítico se señalan algunos de los lugares simbólicos donde se producen esas discriminaciones invisibles. No hay arcoíris. Están pintados en rosa y negro, inspirados por las mujeres y hombres que pasaron por los campos de concentración nazis. Con los brazaletes rosas marcaban a los homosexuales, con los triángulos negros hacían lo mismo con todos los "marginales", un grupo en el que incluían a las lesbianas.

En estos carteles aparece el edificio de la Bolsa de Madrid para denunciar un "sistema económico cisheteropatriarcal" y "racista", la Conferencia Episcopal que siempre protagoniza alguna proclama antihomofóbica en estas manifestiones o un colegio público para denunciar el bullying y una educación que "perpetúa el modelo patriarcal de la familia" e ignora la realidad trans. "No hay una educación inclusiva. Todas las referencias son heteronormativas y además sexistas. Cuando eres una persona LGTBI sabes que tú no sigues ese modelo que te enseñan los profesores y los libros de texto", reflexiona el portavoz de Orgullo Crítico, que además pone el acento en los niños trans que viven situaciones violentas cuando los maestros les llaman por el nombre del registro con el que no se identifican.

Todas estas disfunciones van cayendo, gota a gota, sobre los "disidentes sexuales", tal y como se denominan ellos mismos: "También hay homofobia interiorizada. A veces, nos sentimos mal con nosotros mismos por lo que somos. Algunas personas creen que ya está lograda la igualdad. Creo que la sociedad quiere presentar una imagen de tolerancia y, si para eso hay que invisibilizar otra serie de violencias, pues se hace", explica este joven. La cara más cruda de esta discriminación son los suicidios de adolescentes LGTBI, que Dani considera "asesinatos sociales", ya que no son "cuestiones individuales".

Ante el prototipo de "hombre blanco, gay, cis, con cuerpo escultural y con alto poder adquisitivo" que protagoniza los carteles de discotecas, Orgullo Crítico propone más variedad para que más gente se sienta representada. Creen que reivindicaciones tienen que ser tan transversales como las discriminaciones que pretenden combatir. La raza, el sexo o la clase social también tienen que ser tenidas en cuenta. Por eso, Orgullo crítico es anticapitalista: "Se habla mucho de los beneficios que genera el Orgullo en Madrid, pero también hay que preguntarse para quién es ese beneficio. Yo tengo un compañero trans que trabajó en el World Price el año pasado: le pagan poco y además su puesto de trabajo es muy precario", reflexiona Daniel sobre las ganancias que acaban recayendo en los empresarios.

Los organizadores prevén que este año haya más público en la manifestación que en las convocatorias anteriores. En el recuerdo, nombres como el de Thalía, la adolescente trans que se suicidó en Móstoles hace unos meses. Los retos siguen siendo muchos.

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