Los otros Aquarius: de cruzar el mar a vivir en la calle

  • Más de 60 migrantes y solicitantes de asilo que han llegado en las últimas semanas se encuentran en situación de calle o extrema vulnerabilidad en Madrid
  • “Con la anterior legislatura del Partido Popular, las resoluciones de asilo -competencia del gobierno central-, que tardaban dos semanas, pasaron a ocho meses”

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La pancarta de “Welcome Refugees” que suele colgar en la fachada del Ayuntamiento de Madrid desde 2015 o el gesto del Gobierno de Pedro Sánchez al permitir el atraco en puertos españoles de los buques Aquarius y Open Arms, se diluye en desilusión para más de 60 migrantes y solicitantes de asilo que, después de cruzar el mar y llegar a costas andaluzas en las últimas semanas, se encuentran en situación de calle o extrema vulnerabilidad en Madrid, sin plaza en programas de acogida.

Por eso, el pasado martes 10 de junio, pese al calor estival, recorrieron el centro de la capital acompañados de activistas de diferentes organizaciones sociales locales como Sercade, la Coordinadora de Barrios, la Parroquia de San Carlos Borromeo, SOS Racismo Madrid o la Pastoral Social de Madrid.

La caminata nació a las puertas de la Secretaría de Estado de Migraciones del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, continuó en el Ayuntamiento de Madrid y concluyó en la Sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, donde los manifestantes han querido romper con el “silencio cómplice” del nuevo presidente autonómico, Ángel Garrido.

En cada una de las distintas instituciones corearon reclamas tales como, “También somos del Aquarius”, “Manuela Carmena, welcome refugees” o “Garrido, somos madrileños”. Además, en cada localización, dejaron constancia de sus peticiones, entregando en los respectivos registros documentos donde exponen su situación y exigen “acogida” y “programas de inclusión social de personas desplazadas forzosas”.

“Cuando España acogió al Aquarius, después de ser rechazado por Italia, significó un mensaje de esperanza, en la tierra de los derechos humanos como es Europa”, confiesa Aliou Sala, que cruzó el Estrecho y llegó a Tarifa hace tan sólo diez días. “Pero ahora hay desilusión”, lamenta este joven senegalés que es uno de los 14 migrantes que duerme en la Parroquia San Carlos Borromeo de Vallecas, uno de los sitios, junto a un centro social autogestionado y la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias, que ofrece cobijo a estos nuevos vecinos de Madrid sin recursos de acogida por parte de las administraciones.

Ese sentimiento que desvela fuerzas que flaquean, es compartido por otros chicos que migraron para buscar protección y oportunidades en la otra orilla del Mediterráneo, pero donde, de momento, se han topado con una realidad de desamparo y precariedad.

Ahmed (nombre ficticio) es de Eritrea y deambula cada día con una bolsa de plástico donde guarda las pocas pertenencias que tiene y le protegen de la inseguridad de dormir por la noche a ras de suelo.

Nguele, de Camerún, después de permanecer más de siete años en Marruecos y vivir “momentos muy difíciles y de explotación” en el país vecino, antes de llegar a Tarifa hace unas semanas, es de los pocos que ha conseguido plaza en el albergue de Vallecas. No sabe cuándo terminará su estancia en las instalaciones municipales, pero teme que ese día llegará pronto y volverá a encontrarse en la calle sin opciones de reconstruir un futuro.

Manifestación de migrantes en Madrid el 10 de julio. / F.B.

Aumenta la Atención a Personas Sin Hogar entre solicitantes de asilo y migrantes de la frontera sur

Esta situación de sinhogarismo a la que se enfrentan, se ve reflejada en datos de la Red Municipal de Atención a Personas Sin Hogar, que determinan que el 15% de los usuarios son solicitantes de asilo, y más de un 35% son personas inmigrantes procedentes, principalmente, de las costas españolas.

Javier Baeza, cura de la parroquia vallecana que abre sus puertas a la acogida ante la falta de plazas en centros oficiales, declara que, desde el ayuntamiento madrileño “a través del Samur Social” alegan estar “desbordados”. Esta respuesta sorprende especialmente a las asociaciones involucradas en ayuda a las personas migrantes, después de que la alcaldesa, Manuela Carmena, ofreciera 100 plazas para los migrantes del barco Aquarius. Un gesto del que, según interpretan, se “desprende que en situación de urgencia -el Ayuntamiento de Madrid- tiene capacidad de acogida de personas desplazadas”.

Portavoces del Área de Equidad, sostienen que los “recursos están al límite”, pero que “se están buscando soluciones que, de momento, no se pueden adelantar”. No obstante, no confirman si el Sistema Nacional de Acogida -órgano del Ministerio del Interior, al que ofrecieron las 20 viviendas para las personas del Aquarius- ha hecho uso del dispositivo ofrecido.

Las mismas fuentes aclaran que “el ayuntamiento está haciendo un trabajo que no le corresponde, dada la situación de emergencia social”, debido a que “con la anterior legislatura del Partido Popular, las resoluciones de asilo -competencia del gobierno central- , que tardaban dos semanas, pasaron a ocho meses”. En este intervalo de tiempo, explican, muchos migrantes se “encuentran en situación de emergencia social, porque no tienen un lugar donde vivir, y el Ayuntamiento se hace cargo, pero no por su condición de refugiados”.

Por otro lado, las organizaciones sociales y migrantes, se han dirigido por primera vez al Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, órgano competente de la Atención Humanitaria y Protección Internacional que reclaman. No obstante, este medio ha contactado con fuentes ministeriales, que han evitado ofrecer declaraciones y han remitido a la página web del Ministerio encabezado por Magadalena Valerio.

Baeza también ha señalado que Cruz Roja, la entidad responsable del operativo de primera acogida tras ser rescatados en el mar y que, conforme a los testimonios de los afectados, proporciona los billetes de autobús para trasladar a los migrantes a ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao, también esgrimen “estar desbordados”.

Este argumento tan repetido, de colapso de recursos, no convence a los manifestantes y evoca a la idea que se extiende de “crisis migratoria” en Europa y que la propia Organización Internacional de las Migraciones ha desmentido, indicando que la región se enfrenta a una “crisis política” propiciada por “una narrativa tóxica”. Y es que, según los datos de esta agencia de las Naciones Unidas, en la primera mitad de 2018 llegaron 46.449 personas a las costas europeas, frente a las 247.000 que lo hicieron en 2014.

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