Aporofobia o cómo entender la violencia contra las personas sin hogar y migrantes

  • Hablan de la aporofobia en el II Foro contra Violencias Urbanas y Educación para la Convivencia y la Paz que se celebra en Madrid
  • El 47% de las personas sin hogar han sido víctimas de agresiones por aporofobia, mientras el 59% de las mujeres sufren algún tipo de agresión sexual durante su estancia en la calle

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Allá por 1990 la filósofa Adela Cortina acuñó el término “aporofobia” para ponerle nombre al miedo o rechazo a las personas pobres. Este concepto está en el seno de la violencia que sufren las personas sin hogar, también subyace en la xenofobia, el miedo al migrante etc. y se entrecruza con otras variables sociales y políticas. Para tratar de desenmarañar el ovillo y encontrar remedios contra la discriminación, varias personas expertas se reunieron este martes en el II Foro contra Violencias Urbanas y Educación para la Convivencia y la Paz que se celebra en la ciudad de Madrid esta semana.

El sinhogarismo es un terreno donde nos damos de bruces con la aporofobia. Laura López, técnica en la Fundación Rais mostró algunos datos impactantes que el Observatorio Hatento ha recopilado sobre la violencia contra quienes habitan en la calle. El 47% de estas personas han sido víctimas de agresiones por aporofobia, una de cada tres han recibido agresiones verbales, una de cada cinco han sido víctimas de agresiones físicas, mientras el 59% de las mujeres sufren algún tipo de agresión sexual durante su estancia en la calle. Los agresores son en su mayoría varones, jóvenes de entre 18 y 25 años que ejercen la violencia en contextos de fiesta. En dos de cada tres agresiones hay testigos y el 68,4% de ellos no hacen nada por parar los ataques. Las cifras hablan por sí solas.

Para entender como la ciudadanía madrileña observa el sinhogarismo, el jefe de servicios del Samur Social, Darío Pérez Madera, indicó que las reclamaciones que interponen los vecinos y vecinas respecto a las personas sin hogar suelen contener los términos: “estercolero”, “peligro” o “maleantes”, algo que habla de los estereotipos y prejuicios más importantes que pesan sobre esta población. Al respecto, López aclaró: “Acabar en la calle no es una elección personal, nadie está en la calle porque quiere y tampoco es una consecuencia de haber tomado malas decisiones. Las desigualdades y los apoyos más débiles y frágiles que tenemos en la sociedad cada vez son más responsables”.

Sobre el concepto de aporofobia, el catedrático de Ética y profesor de la Universidad de Murcia, Emilio Martínez, explicó que este miedo o rechazo es “un desafío para la democracia”. Según el experto, la aporofobia se unen dos ingredientes: el miedo intrínseco al ser humano al “otro” ya sea por competencia o por miedo al fracaso y “una malísima educación”, construida en torno a las ideas supremacistas que defienden que algunos humanos son mejores que otros. El experto reseñó que por naturaleza nuestro cerebro es aporófobo, pero que las experiencias reunidas a lo largo de la vida constituyen “un 70%”, un dato que muestra la importancia enorme al aprendizaje.

El rechazo al migrante y a las personas racializadas

Sin embargo, Carlos Giménez del Instituto Demos Paz de la Universidad Autónoma de Madrid indicó que, aunque la educación es decisiva, en ciencias sociales y antropología hay dos razones fundamentales para estudiar la discriminación: la economía y la política. “No hay aporofobia porque estemos mal educados, sino porque da réditos políticos”, subrayó. Según el experto, existe la xenofobia o el racismo porque políticamente se necesita “un culpable” para construir el poder y, además, existe un sistema económico que potencia las desigualdades, “el capitalismo-neoliberal”. Y sobre esto, según indicó, se construyen los ascensos al poder de líderes xenófobos como Donald Trump en EEUU o Jair Bolsonaro en Brasil.

Aunque la aporofobia existe, no es una única causa que se puede sustraer de otras. Giménez indicó que no estaba de acuerdo en que a los migrantes se les odie por pobres, sino que “hay una discriminación” que se produce contra las personas “solo por ser extranjeras”. En este sentido, explicó que la antropología y la ciencia social han concluido que hay un solape “de dominios y jerarquizaciones” y que a la discriminación de clase se le puede unir la de “género, cultura, religión..”, algo que se conoce por el nombre de intersecciones.

Profundizando esta cuestión, la abogada y activista de Fundación Secretariado Gitano, Sara Giménez, aportó posibles soluciones a la discriminación. Explicó que hay más de 9.000 familias gitanas en situación de infravivienda y que más del 70% del alumanado gitano no termina la secundaria. “Existe la discriminación al pueblo gitano y se llama antigitanismo”. Para atajar el problema de la exclusión explicó que es fundamental “la igualdad de oportunidades”, especialmente en el acceso a la vivienda, la educación y el empleo, así como “las leyes” porque “el derecho fundamental de la igualdad merece protección y Europa no debe permitir determinados discursos o agresiones”, sentenció.

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