Arranca la cuenta atrás del 8M con una concentración “feminista y antirracista” frente al CIE de Madrid

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En las inmediaciones del CIE de Aluche, y a grito de “aquí están las antirracistas” y “el feminismo será antirracista o no será”, arrancaba la primera de las ocho jornadas “de revuelta” hacia la huelga y manifestación del ocho de marzo, Día de la Mujer.

Un altar improvisado se instaló en los muros de la Avenida de los Poblados, frente al edificio amarillo del CIE. Flores y velas para rendir homenaje a mujeres como Samba Martine (que murió tras 40 días retenida en el CIE de Aluche), Lucrecia (víctima del primer asesinato racista en España durante la democracia), Berta Cáceres (activista indígena asesinada por defender el medio ambiente en Honduras) o Marielle Franco (concejala de Río de Janeiro y defensora de los derechos humanos, asesinada en 2018).

Poco a poco, el grupo de asistentes fue creciendo, dejando pequeño el espacio custodiado por policías antidisturbios. “La sororidad derriba fronteras”, podía leerse en una de las pancartas, que incluía una alambrada, como metáfora de las de Ceuta o Melilla.

Además del carácter reivindicativo, el encuentro también sirvió de espacio de diálogo. No fueron pocas las mujeres migrantes y racializadas que tomaron la palabra para compartir sus mensajes de lucha y apelando, “desde la riqueza de la diversidad”, a “la España de diversa, plural, inclusiva, feminista”.

Carolina fue una de ellas. “Cuidamos a vuestras familias, hijos, padres... hacemos un trabajo imprescindible, pero también despreciado por la sociedad”, se quejaba esta activista del colectivo SEDOAC (Servicio Doméstico Activo) y que se presentó como “mujer migrante y trabajadora” y que, al finalizar su intervención, como gesto de solidaridad, fue respondida a grito de “¡no estamos todas, faltan las internas!

Desde la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España, también leyeron un comunicado, firmado por más de una veintena de asociaciones de mujeres, en el que decían que “ante el crecimiento de discursos de xenofobia entre los políticos y las informaciones que vinculan la violencia machista con los inmigrantes, utilizando, de forma sesgada y tergiversada, algunos de los datos de las estadísticas oficiales, las mujeres migrantes nos sentimos especialmente interpeladas y consideramos necesario abrir la reflexión sobre algunos puntos especialmente sensibles”. Así, dieron paso para señalar que, en España, “la mayoría de los asesinatos por violencia de género son cometidos por españoles, incluso cuando la víctima es extranjera”, así como la “sobrerrepresentación de la violencia de género perpetrada sobre mujeres migrantes” que contrasta a su vez con la “desprotección de las mujeres extranjeras frente a la violencia de género”.

“Todas las mujeres luchamos por nuestras familias y hemos vivido sin papeles, sin trabajo y sin derechos”, decía otra vecina de Madrid que llegó desde Bangladesh hace doce años.Mujeres frente al CIE de Aluche, en el primer acto hacia el 8M. /Fabiola Barranco.

Hace menos de un año Mariam, de Costa de Marfil, atravesó el Estrecho en patera. Al llegar a Motril pasó tres días en dependencias policiales para, inmediatamente después ser derivada al CIE de Madrid. “Estuve 56 días allí dentro”, dice esta joven mientras se deja llevar por el ritmo de la música que suena de fondo. En estos meses, no sólo ha conseguido que se reconozca su condición de refugiada, sino que además ha encontrado en otras mujeres el apoyo para seguir superando las otras fronteras invisibles, las administrativas y sociales, las del día a día de toda persona inmigrante. Por eso, muy probablemente -y como ya ha hecho en otras ocasiones-, el próximo viernes se dejará el alma y las yemas de los dedos en la batucada donde participa para que suenen con fuerza los derechos de todas las mujeres.

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