La hija y la nieta de Margalida quieren cerrar la herida de su desaparición más 80 años después

  • Margalida desapareció estando embarazada y poco después lo hizo su marido. Se cree que este matrimonio de Manacor fue severamente torturado y después ejecutado
  • Es la primera vez que la Justicia española recoge el testimonio de familiares víctimas del franquismo en la querella de Argentina

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Era agosto de 1936, se libraba la Guerra Civil, y el marido de Margalida Jaume llevaba detenido una semana sin motivo aparente. El matrimonio, con dos hijas pequeñas, regentaba una relojería en Manacor (Mallorca) y ella estaba embarazada de siete meses. Un grupo de franquistas, que habían triunfado en el golpe del 18 de julio en la isla, apareció en casa de Margalida para pedirle que prestara declaración y ella les acompañó confiada en que así colaboraría en la liberación de su esposo.

Pero Margalida no sabía que ese mismo día su marido, Antoni Alomar, había sido puesto en libertad. Él llegó a casa y se encontró solas a sus dos hijas pequeñas, de ocho y once años de edad, quienes le contaron que su madre se había marchado para hablar con “unos señores de Palma”. Supo en ese instante que algo iba mal. Pasó con ellas unos días hasta que una buena mañana las niñas se levantaron, encontraron que las puertas de la casa estaban abiertas de par en par, y que su padre no estaba. Se lo habían llevado.

Las pequeñas jamás volvieron a ver a sus padres y todas sus preguntas quedaron sin respuesta.  Esta semana, la Justicia española ha escuchado por primera vez a una de esas niñas, Francisca Alomar Jaume, quien a sus 91 años de edad acudió a declarar al Juzgado de Instrucción de Palma de Mallorca el pasado miércoles. También prestó declaración su sobrina, Bartolomea (Tolita) Riera Alomar, de 69 años, hija de la mayor de esas dos hermanas, Antonia. La madre de Tolita murió aquejada de Alzheimer sin poder encontrar respuestas a la muerte de su madre, Margalida, aunque la enfermedad no impidió que siguiera hablando de sus padres hasta el día en el que falleció. El trauma, como es habitual en quienes han sufrido una desaparición forzada, sigue perfectamente vivo más de 80 años después.

Es la primera vez que dos descendientes de Margalida prestan declaración en un juzgado. Es también la primera vez que la Justicia española recoge el testimonio de familiares de dos víctimas del franquismo en la querella de Argentina, la única causa abierta en el mundo contra los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen franquista. La jueza argentina, María Servini, es quien ha solicitado la declaración de Francisca y Tolita. Y la abogada que lleva el caso pertenece a Women's Link, una organización que busca la investigación de los crímenes específicos que sufrieron las mujeres por el hecho de serlo, como la violencia sexual o el robo de bebés, durante la Guerra Civil y la dictadura.

Fotografía de Margalida Jaume y Antoni Alomar, con sus hijas./ Laura Martínez (Women’s Link Worldwide)

“Mi tía y mi madre tardaron mucho tiempo en contarnos lo que había pasado con sus padres”, explica a Cuartopoder.es la nieta de Margalida, quien conoció la historia familiar a los 18 años. Su abuelo, que no residía en Manacor, acudió al pueblo para recoger a las niñas. Fue a preguntar a las autoridades franquistas y, según cuenta Tolita, le despacharon así: “Aquí no tiene nada que preguntar porque están muertos”. Poco después, sus abuelos fallecieron y las niñas comenzaron un periplo familiar hasta acabar con unos tíos que no las querían y las usaron como fuerza de trabajo en el bar que regentaban. “Sufrieron mucho hasta que se casaron, por suerte, con hombres buenos, pero ellas dos siempre fueron inseparables y se fueron a vivir a casas que estaban muy cerca, en el Arenal de Palma”, cuenta Tolita.

Tanto Antonia como Francisca siempre se preguntaron por qué las fuerzas franquistas se cebaron con sus padres, que eran "muy buenos" y ni siquiera militaban en partidos o sindicatos. Se cree que Margalida y su marido sufrieron todo tipo de humillaciones y torturas durante su detención y, finalmente, fueron ejecutados. Años después en un homenaje a las víctimas republicanas en Manacor, un vecino del pueblo de avanzada edad le contó a Tolita que habían violado a su abuela embarazada, según le escuchó decir a un falangista en un café. “Se jactaban de ello porque sabían que no les pasaría nada”, explica Tolita.

Si una de las hijas de Margalida ha hecho el esfuerzo, a sus 91 años de edad, de prestar declaración ante la Justicia es porque aun conserva la esperanza de dar con los restos de sus padres. “Siempre lo han tenido dentro”, explica Tolita cuando habla del trauma de su madre y su tía. Francisca lo ha pasado “muy mal” en su declaración ante el juez, sin poder parar de llorar, y con dificultades de comprensión debido a la sordera que padece. Tanto Francisca como Antonia siempre han querido averiguar dónde reposan los restos de sus padres, probablemente enterrados en alguna fosa común de Manacor, para poder cerrar la herida que más de 80 años después continúa abierta.

El caso de Margalida también fue presentado en enero de 2019 por Women's Link y Trial International ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU. El expediente ha sido enviado al Estado español para que responda. “Que un juzgado de Mallorca haya aceptado tomar declaraciones por el caso de Margalida Jaume es un paso muy importante, pero también es algo excepcional. La Justicia española sigue sin investigar los crímenes del franquismo y en anteriores ocasiones ha obstaculizado la investigación de la justicia argentina”, explicó Aintzane Márquez, abogada de Women's Link. Queda pendiente comprobar si el caso queda en la anécdota o abre una puerta para aquellos familiares a los que, como Francisca, se les va agotando el tiempo para dar con el paradero de sus desaparecidos.

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