Extremadura también existe, y no solo necesita un "tren digno" (PARTE II)

El drama de la Sanidad pública extremeña: niños sin médico y médicos sin niños

  • Extremadura pierde anualmente 4.400 jóvenes de entre 18 y 34 años. Actualmente son 217.000, un 25% menos que en el año 2000, según un informe del Club Senior
  • Ahora mismo, el Servicio Extremeño de Salud tiene 88 plazas vacantes de médicos y la mayoría son de especialistas

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Extremadura pierde anualmente 4.400 personas de entre 18 y 34 años. Actualmente son 217.000, un 25% menos que en el año 2000, y lo que es peor, si continúa esta tendencia, en 40 años apenas quedarán jóvenes, según concluye un informe del Club Senior de Extremadura publicado esta semana por la prensa extremeña. Y además, como también ha apuntado recientemente el Instituto Extremeño de Estadística, en estas dos décadas, la población infantil ha descendido en 67.500 niños (un 26%) hasta llegar a los 180.000 menores de edad (de un millón de habitantes). La población infantil se concentra en las capitales, Badajoz, Cáceres y Mérida, y en términos relativos destaca Talayuela (7.345 habitantes), que con un 27,31% es la localidad de Extremadura con más extranjeros residentes y en estos días ha sido noticia porque el partido más votado del 10-N fue Vox con un 33% de los sufragios. En contraste, donde menos niños viven es en la zona de Villuercas-Ibores Jara, en el este de la provincia de Cáceres.

En Extremadura, el envejecimiento ronda el 22% de la población, prácticamente el doble que el número de jóvenes. No hay relevo generacional. Todavía se va a agravar más cuando lleguemos los del 'baby boom'. Las consecuencias que va a tener esto en Extremadura van a ser brutales”, comenta el profesor de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Extremadura Julián Mora.

A sus 63 años, Juan Carlos Hernández combina su trabajo como alcalde de Logrosán (comarca de las Villuercas) con el de pediatra en una de las zonas con menor población joven de Extremadura. Hace 30 años se mudó de su Cáceres natal a Logrosán donde presume de formar parte de un equipo de médicos con muy buena relación tanto personal como profesional. Como Juan Carlos, el resto supera los sesenta años; uno de sus compañeros se jubilará el próximo año. Todos se irán retirando en el próximo lustro, excepto la doctora Alicia, treintañera y natural de Andalucía, que consiguió plaza en las Villuercas, pero que se irá de la zona tan pronto como tenga mejores perspectivas laborales.

El plan de ordenación de recursos humanos del Servicio Extremeño de Salud (SES) fijó en 2016 la jubilación forzosa a los 65 años, solo permitiendo seguir hasta los 67 en caso de que la plaza no pueda cubrirse. Ahora mismo, el SES tiene 88 plazas vacantes de médicos y la mayoría son de especialistas. Además en lo que llevamos de año, un total de 90 médicos han solicitado la baja en su colegio profesional por traslado a otra comunidad autónoma por “las malas condiciones económicas y las guardias interminable”, según publicó hace un mes el diario HOY. Hay una diferencia salarial entre regiones que ronda los 700 euros.

El despoblamiento influye también a la hora de que un médico vaya a esas zonas, subraya la eurodiputada manchega Cristina Maestre, portavoz de la delegación socialista para la despoblación. “Los motivos van de lo profesional a lo económico y lo lúdico. Aunque parezca una tontería, pero por ejemplo influye que alguien sea muy aficionado al fútbol y se tenga que ir al bar del pueblo de al lado para verlo. Este tipo de situaciones desalienta mucho vivir allí a largo plazo”, agrega.

El sistema sanitario extremeño no encuentra la manera de reemplazar adecuadamente a Juan Carlos Hernández. “La principal carencia es a la hora de que te suplanten en vacaciones. Hay un déficit de pediatras a nivel nacional, más acuciante en Extremadura, y en algunas zonas esto se hace más evidente. También estamos relativamente lejos de los centros sanitarios”, comenta a cuartopoder en un momento libre durante su guardia como médico de atención primaria.

Este pediatra cubre los pueblos de Logrosán, Cañamero y Guadalupe, sin embargo hay pacientes como Enzo, de poco más de un año, que proceden más allá de ese perímetro. “Normalmente voy al centro de Zorita (a 25 minutos en coche de Logrosán), pero la pediatra titular está de baja por maternidad y la sustituta no está actualmente. Nos preocupa que falte el pediatra, porque en lugar de salir un momentillo del trabajo, he tenido que pedir media mañana para desplazarme aquí. Yo puedo porque tengo coche, pero hay otros que no, y eso es un problema. En caso de no poder venir, la consulta se la tiene que hacer el médico de cabecera, que no tiene tantos conocimientos técnicos como un pediatra”, dice su madre, que ha traído a su bebé para la revisión de los 12 meses.

Otra de las pacientes de Hernández es Elena, de 13 años, que ha acudido al pediatra por contusiones después de montarse en los coches de choque durante las fiestas del pueblo. “Mis niñas han estado malas y nunca hemos tenido problemas, todo lo contrario. Con la sanidad extremeña, el principal contratiempo son las listas de espera. Sé de gente que lleva años esperando para operarse de rodilla”, afirma su madre.

Entre 2009 y 2014, la Junta de Extremadura, primero con Guillermo Fernández Vara (PSOE) y luego con José Antonio Monago (PP), recortó el presupuesto sanitario hasta un 22%, sufriendo el mayor retroceso de España junto a La Rioja, según un informe del sindicato Comisiones Obreras de 2014 publicado por la revista especializada Gaceta Médica. Especialmente criticado fue el cierre de numerosos centros de urgencias situadas en el medio rural llevado a cabo por el Gobierno popular. Desde 2015 la situación económica empezó a mejorar y con esta la inversión en Sanidad, con lo que la valoración del SES entre los extremeños repuntó hasta llegar al 6,61, su mejor nota desde 2002 y similar a la media nacional (6,68), tras años de continua mejora.

La sanidad extremeña se encuentra en la zona media alta de la tabla en calidad de atención, donde destacan Navarra, País Vasco y Aragón, mientras que a la cola se encuentran Canarias, Comunidad Valenciana y Cataluña, según informes como el de 2017 de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública. Esta Federación también sitúa a Extremadura como la tercera región con el gasto más elevado en Atención Primaria por habitante, con 231,63 euros en 2016, sólo por detrás de los 254,17 euros de Cantabria y los 236,5 euros de Castilla-La Mancha.

“Se nota que el presidente de Extremadura es médico (Vara), desde que empezó su mandato siempre hizo por hacer mejoras. Ha metido la pata en algunas cosas pero en esto se ha preocupado mucho”, explica la coordinadora del Equipo de Salud de Logrosán, Consuelo Tena, ante la Unidad Medicalizada de Emergencias (UME) en su base de Cañamero, que asegura una atención sanitaria para la zona durante todo el año. “Uno de los problemas que tenemos en Cáceres es que la sanidad se lleva muchos recursos para garantizar la atención médica de una población tan pequeña y dispersa”, agrega.

La sanidad en Extremadura ha mejorado mucho desde la entrada de España en la UE y la llegada de fondos europeos para llegar a cada pueblo en las dos provincias más extensas de España, Badajoz y Cáceres. Desde la UME, donde trabajan cuatro sanitarios para abarcar un radio de 40 kilómetros, cuentan que al día reciben de media un aviso, pero que duran como cinco en una ciudad. "Alguien llama al 112, la alerta llega a la centralita de Mérida, que moviliza al que crea más oportuno. Las mayores distancias son 40 minutos. Desde que recibimos el aviso de infarto lo normal hasta que llegamos son unos 20 o 25 minutos", describen. A veces tardan más: al no encontrar la finca donde se encuentra el paciente o cuando, como en una noche, atropellaron a tres ciervos. "Más que por el número de asistencias es por la dispersión. Aquí vas a un huerto y tienes que curar. Aplicamos el tratamiento que pueden hacer en el hospital pero en dos horas de viaje", sostienen. Se sienten bien valorados por los vecinos. "Cualquier empresa privada se quitaría este servicio de un plumazo porque no sale rentable. Sin embargo, la gente apedrearía al que estuviera en el poder y decidiera recortar en servicios sanitarios aquí. Si salvas 50 vidas, ¿qué precio tiene?", defienden.

LEE AQUÍ LA PARTE I: Extremadura también existe, y no solo necesita un tren digno

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