Una víctima de maltrato en Melilla, condenada a la irregularidad al cumplir los 18

  • Sara, de origen marroquí, lleva viviendo desde que tenía un año en la ciudad autónoma sin poder regularizar su situación
  • Tiene una sordera que se agrava con el paso del tiempo por una paliza de su padrastro, según denuncia

0

Sara (nombre ficticio para proteger su identidad) está a punto de cumplir 18 años, pero estar cerca de la mayoría de edad es motivo de preocupación. Nació en Marruecos y cuando tenía tan solo un año llegó a Melilla con su madre, quien se hizo pareja de hecho de un español. Asegura que su padrastro le pegaba desde los cuatro años, que ella recuerde, y que la violó cuando tenía 14 años. “Él nunca quiso hacerme los papeles”, relata a cuartopoder. La madre de esta menor murió hace dos meses y ahora corre el riesgo de convertirse en adulta sin permiso para residir en el único país que conoce.

El riesgo de exclusión que pesa sobre Sara es todavía mayor a causa de una sordera severa en ambos oídos -según un informe médico-. Ella asegura que una paliza de su padrastro le provocó daños que derivan en una pérdida auditiva que se agrava con el tiempo. “No le daba dinero para comprarme comida, así que me tenía que comer las sobras. Intentó matarme a mí y a mi madre”, cuenta a este medio sobre sus años de convivencia con él. Él murió hace dos años a causa de un cáncer y su madre hace tan solo unas semanas, a consecuencia  de un fallo respiratorio, según ella misma nos relata. Las denuncias que la madre realizaba las acababa retirando por las amenazas de él, explica.

Sara ha llegado hasta la asociación melillense Pro Derechos de la Infancia (Prodein) para pedir ayuda porque, según asegura, desde la Consejería de Bienestar Social ha recibido la respuesta de que ya es tarde para conseguir los papeles. “Me han dicho que deje de estudiar y me ponga a trabajar”, relata. Ahora estudia primero de bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales en un Instituto de Melilla, según corroboran varios documentos que la identifican con su número de pasaporte y la nacionalidad: marroquí. A pesar de todo, es sus notas de la ESO abundan los notables y los sobresalientes.

Sara tiene una hermana más pequeña, de 16 años, que ha sido acogida en el centro de menores la Gota de Leche, pero ella se ha quedado sola en la casa de su madre. Ahora la acompaña una tía suya que vive en Almería y se ha desplazado hasta la ciudad autónoma para intentar llevársela a vivir con ella, pero Sara no tiene documentación y eso le impide viajar a la Península. Su tía ha iniciado el procedimiento para adoptarla, pero es una carrera contrarreloj que acaba a finales de diciembre, el día de su cumpleaños, cuando sería una joven mayor de edad indocumentada. Las dos están asustadas y piden un deseo a los Reyes Magos para estas Navidades. "Que se arreglen todos mis papeles para poder ir a vivir con mi tía y ser feliz de una vez", dice Sara en este vídeo.

 

A José Palazón, presidente de Prodein, una asociación que trabaja desde los años 90 con menores extranjeros no acompañados y familias en situación irregular, el caso le ha sorprendido por su dureza y por la situación de indefensión en la que se encuentra Sara. Entiende que el Estado debería hacerse cargo por la violencia de género y el maltrato infantil que habría sufrido durante todos estos años, así que desde la organización ha puesto el caso en conocimiento del Defensor del Pueblo. Cree que si no se ponen en marcha todos los mecanismos administrativos y legales para ayudar a Sara, "acabará en la calle como tantos otros”, considera.

Aunque la historia de Sara llama la atención por la terrible situación de maltrato que relata, la situación de irregularidad que vive es algo común en Melilla. Una maraña administrativa provoca que para las personas de origen extranjero sea prácticamente imposible regularizar su situación, según critican organizaciones como Prodein. “Nuestra estimación es que son unas 20.000 personas, pero otras asociaciones que trabajan con mujeres sin documentación amplían el número. En Melilla hay empadronados 80.000 habitantes”, explica Palazón. Ceuta y Melilla son excepciones en el Estado, lugares donde resulta más difícil demostrar el arraigo social, requisito imprescindible para conseguir la nacionalidad.

Además en Melilla habitualmente hay extranjeros en situación de calle, algunos de ellos menores, que merodean por el puerto intentando subirse a los camiones para alcanzar la Península. La ciudad fronteriza es la puerta a Europa donde muchas personas de origen marroquí, algunas muy vulnerables como mujeres y niños, acaban condenadas a la invisibilidad y la marginalidad.

Leave A Reply